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La necesidad de integrarse
Dicen que el primer paso para resolver un problema es reconocerlo, así que ahí voy. Soy un conspiranoico y un quejica. Debe ser de libro lo mío porque a punto he estado de recaer con un “Pero”
Hay tantas noticias en las que intuyo un doble fondo, un entrelineado o una brocha gorda apuntando al dedo que señala a la Luna, que tengo a mi entorno aburrido. Me siento desplazado por mi actitud. A menudo son tonterías, pero mi arraigado vicio no deja pasar una. Hoy por ejemplo he ido con mi madre de 85 años a Bankia porque su presencia física era indispensable. Fue imposible enterarse telefónicamente de cuál era el motivo, pero era urgente. Imprescindible hacerlo en 48h y ahí estábamos. Mis sospechas se confirman. Como ahora son CaixaBank necesitaban reiterar la firma para seguir su cruzada contra el blanqueo de capitales. ¡Gracias! Qué sería del erario público sin vuestro empeño. Ésta era mi intuición de reserva tras la oferta de seguros, que también nos han hecho. La del servicio de Cruz Roja para mayores no la esperaba.
Al salir, justo al lado hay otra oficina de La Caixa y mi curiosidad se dispara; ¿Cuál de las dos cerrará despidiendo a sus empleados? Ya el día que anunciaron la fusión de las entidades me escandalicé pensando que eso significaba perder definitivamente los miles de millones del rescate. Y seguía mi perorata con que traería despidos… cuando sentí el eco de mi discurso. Ya habían desconectado y hablaba solo. Años ha que les agobio con quejas de que los bancos pongan día y hora para hacer pagos, ingresos y una plétora de medidas que en mi suspicacia veo encaminadas a recortar personal y oficinas. Llevado de mi enfermedad desconfío de que me hagan firmar en una pantalla en blanco, de su reiterada insistencia en asociar mi teléfono a la cuenta para que me sea más sencillo pagar y facilitarme la vida en general. Hasta el móvil, esa maravilla de la técnica, ese amigo que incluso al baño me acompaña me resulta sospechoso. ¿Por qué cuando lo manipulo sin el debido cuidado me sale una pantalla avisando de que no tape la parte superior, la que aloja la cámara? La destapo y mi amigo se desbloquea. Ahí asoma, acechando de nuevo la conspiranoia. Será mejor que pida ayuda.
No puedes desconfiar de todo –me dicen. Serás más feliz si no piensas en esas cosas. Deja descansar esa cabecita mal pensada… Un ansiolítico y me siento mejor. Me dejo acunar por ese libre mercado autorregulado, esa prensa vigilante, esa justicia imparcial y esos políticos que si en algo me engañan, lo acabarán pagando con mi voto mágico.
Consciente del camino que aún me queda, empiezo a sentirme integrado en la sociedad. Me adormezco. Descansaré en paz.
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