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No lo queremos ver por miedo y comodidad

José María Olaizola Albeniz

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Es muy preocupante la aparición y asentamiento de VOX con un discurso que genera odios: xenófobo, machista, homófobo y racista. Así como las prácticas trumpistas, odiosas, ya normalizadas en la política española e impulsadas por la derecha. Prácticas aberrantes, soeces, mentirosas, con total impunidad, que una parte importante de los ciudadanos relativizan o aceptan, y se convierten en prácticas peligrosamente antidemocráticas subvencionadas por el conjunto de los ciudadanos con sus impuestos.

Acompañadas y sustentadas por un poder judicial mayoritariamente conservador y, las organizaciones sindicales mayoritarias en la policía y la guardia civil, la JUPOL y la JUCIL, impregnadas con el ultranacionalismo español que representan VOX y el PP y, por el blanqueamiento de dichas prácticas por la derecha mediática, política, empresarial. Todos ellos convertidos en fuerzas de choque con mucho poder y muy beligerantes con el gobierno legítimamente constituido.

En este contexto, en la lógica del mismo, el PP alcanza acuerdos con VOX, valedora del franquismo, con dirigentes de un pasado nazi y fascista y, le otorga el poder a personajes muy reaccionarios alimentando el odio conjuntamente. Es la vuelta a los orígenes de uno y otro, al franquismo, y el posible camino hacia el fascismo.

El debate estéril y ciego nos impide ver lo central: la falta de conciencia de una sociedad fuerte y democrática. Los ciudadanos han votado, mayormente, dando por buenas estas prácticas que solo nos puede llevar al enfrentamiento, arrastrados por una consigna basada en la mentira y el odio: “hay que acabar con el sanchismo”. La propaganda nazi decía: es necesario un eslogan y repetirlo hasta la saciedad hasta que las masas (ellas creen en un salvador) se lo crean, señalando a Sánchez como el mal y con el mal hay que acabar a cualquier precio.

En mi militancia y responsabilidades políticas a finales de los 80 o principios de los noventa (he vivido el franquismo y los nacionalismos y patriotismos,…), debatiendo con mis amigos revolucionarios, asentados en la comodidad, aseguraban que las guerras se habían acabado en Europa y el crecimiento iría disminuyendo las desigualdades y el progreso sería imparable. No lo compartía. El neoliberalismo, la globalización, el mercado que llaman libre y es lo menos libre que existe, el machismo,…, sustentado en la cultura del más fuerte, en el individualismo agresivo, el consumismo depredador e irracional, en la creciente agresión a la Naturaleza, a la vida, en la vacuidad y en la pérdida de valores fundamentales, en el nuevo dios: el dinero, en fin, en la violencia…, y en consecuencia, las terribles guerras criminales estuvieron y están ahí (la agresión rusa, los ejércitos privados, las armas nucleares, la violencia sobre la mujer... y, las desigualdades, también criminales, están presentes (800 millones de seres humanos en el mundo sufren y mueren por el hambre,...) . No solo se mata con un arma también se mata con la injusticia y la desigualdad.

Hitler llegó al poder a través de unas elecciones (los electores se equivocaron como mínimo), después vino la barbarie y fue posible porque mayoritariamente la sociedad alemana condescendió, miró hacia otro lado, apoyó y participó de una forma u otra en el nazismo. No era “el miedo a que llega el lobo” que tan frívolamente e interesadamente se utiliza hoy día, fue peor, llegó el terror. El franquismo duró cuarenta años no solo por el terror que imponía en el ejercicio del poder sino porque había una mayoría de los ciudadanos que también lo apoyó,…, cuando llegó la transición los aparatos represivos franquistas,... estaban ahí. En España no se ha trabajado la memoria, la amnistía acabo con todo.

Estamos ante lo urgente y lo importante. Lo urgente es revertir lo ocurrido en el 28M y no valen las dudas, hay que parar el posible camino al fascismo y, no olvidemos lo central, para ello hay que estar con los ciudadanos, solo ellos pueden evitar la tragedia.

Vivimos un momento histórico de resurgir de la extrema derecha en la política mundial. Y, líderes autoritarios que gobiernan la mayor parte del mundo a quienes la democracia les molesta: Xi, Putin, Modi, Erdogan, Orban, Netanyahu, López Obrador, Meloni,... y ahí siguen con sus aspiraciones, libres, los Trump, Bolsonaro,… La lectura de un excelente y riguroso ensayo: Los amnésicos de Geraldine Schwarz, nos podría ayudar a pensar.

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