THEMISTOPOLOI : Los sirvientes de Themis

Y de pronto la justicia bajó de su pedestal, se despojó de la imparcialidad dejando la venda que cubre sus ojos al mejor postor y depositó la balanza en el primer puesto de quincallería del rastrillo madrileño de Lavapiés. Tan solo conservó el espadón, símbolo del poder coactivo con el que se hacen cumplir las determinaciones de los jueces. La serpiente, el escudo y el código se quedaron como vestigio de un tiempo en el que el pueblo era soberano.

Los sirvientes de la Ley se han sublevado contra el poder de Themis, diosa griega que encarnaba el orden divino, las leyes y las costumbres. Los sacerdotes profanan templos, se ofrecen a mercenarios y arribistas y se convierten en mercaderes.

Está podría ser la lectura de la actualidad por la que atraviesa el tercer poder del Estado, el poder judicial. Una crisis en la que los valores democráticos se pervierten por quienes tienen que velar por su cumplimiento, una institución que se ve menoscabada por la rebeldía de sus servidores y una clase política, la derecha neoliberal y sus aliados de VOX, que utilizan la espada en un intento por decapitar un gobierno legítimo, obviando la imparcialidad y el equilibrio y arrojando a las llamas el código que representa el conocimiento jurídico en el que debe basarse las decisiones de los jueces, erigiéndose de esta manera en modernos inquisidores contra todo los que apuesten por la igualdad, el compromiso con los más desprotegidos y aboguen por el cumplimiento de la voluntad popular, que un día explicitaron en las urnas, mayoritariamente, la legitimidad del gobierno contra el que están promoviendo este movimiento de acoso y derribo, poniendo en riesgo al Estado mismo.

Escribir en estos términos en unas fechas tan proclives al entendimiento y la concordia resulta paradójico. La crispación es la tarjeta navideña de la derecha española. El boicot a una normalización de las estructuras del poder judicial, después de cuatro años de desprestigio institucional, es una realidad, pero el virus continua extendiéndose y ya se ha infiltrado en el poder legislativo, el Senado, ahora toca tocar fondo y deslegitimar al ejecutivo con el objetivo de propiciar elecciones anticipadas. Mientras la primera autoridad del Estado ni está ni se le espera.

Qué las navidades nos sean leves.