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Rivera no consigue consolidar en el segundo debate la ventaja ganada en el primer duelo a cuatro de RTVE

Albert Rivera en el debate de Atresmedia

Carmen Moraga

En Ciudadanos ya lo habían anunciado: los dos debates electorales en RTVE y Atresmedia iban a a marcar “un antes y un después” en esta reñida campaña del 28A que está tocando a su fin. Y posiblemente acertaron de pleno.

Si el primer duelo a cuatro en la cadena pública supuso para Rivera recuperar el oxígeno que empezaba a faltarle en una campaña de bajo perfil, en este segundo debate de Atresmedia el candidato de Ciudadanos se las ha visto y se las ha deseado para erigirse como la mejor opción de centro derecha de cara al 28A en busca de los indecisos. Con ese fin, Rivera se ha dedicado a atacar tanto a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias, por su izquierda, como al propio Pablo Casado, por su derecha, para marcar su perfil propio en unas elecciones que se presentan inciertas.

El lunes Rivera salió visiblemente contento del debate: “Vamos a remontar y a dar la campanada”, afirmó al llegar a la sede de madrugada ante los suyos. Había logrado centrar en Sánchez sus principales ataques, pero sin olvidar que pelea por el voto de centro derecha con Casado al que logró descolocar lanzándole algunos ganchos inesperados.

Como el hecho de blandir la foto de la detención de Rodrigo Rato y hacerle al líder del PP la misma pregunta que le hizo la ministra María Jesús Montero a Cayetana Álvarez de Toledo en el debate a seis de TVE. “¿Sabe dónde está el milagro económico del PP? En la cárcel”. El golpe fue encajado mal por Casado, dado que que no se lo esperaba. Tampoco que le reprochara los pactos de su partido “con el PNV” y los socialistas cuando en el pasado el “bipartidismo” cortejaba a los nacionalistas. Al margen de eso, los roces entre ambos fueron mínimos, empeñados en erosionar la figura de Sánchez.

En ese primer debate Rivera también tuvo pullas para el líder de Podemos. “Si el señor Iglesias es vicepresidente de Sánchez, agárrense la cartera porque subirán todos los impuestos”. Pero no citó ni una sola vez a Vox, premeditademante: “A Vox lo va a llevar Pedro al debate, no hay que preocuparse”, vaticinó la víspera a los periodistas uno de los asesores del candidato naranja.

Los estrategas de campaña estaban encantados con los resultados. El equipo de Rivera había cuidado hasta el último detalle la puesta en escena del candidato, que liberó su agenda cuatro días antes de ambos debates dejando en manos de Inés Arrimadas la campaña.

Los días previos a los dos duelos alquilaron una nave e hicieron simulacros de las situaciones más inesperadas en las que se podía encontrar Rivera. Estudiaron las luces y aconsejaron al líder moverse poco y serenarse, porque “a veces es muy gesticulero”, reconocían. El líder de Cs se dejó asesorar y luego se fue a “descansar” y a “hacer deporte”.

Nada o casi nada se dejó a la improvisación. Empezando por la primera acusación contra Sánchez que fue para pedir la dimisión de Rosa María Mateo, “puesta a dedo” (maldita.es desmontó ese dato), por haberse plegado inicialmente a los deseos del presidente para cambiar la fecha del debate. “La señora Mateo debería dimitir y Sánchez debería saber que esta casa no es suya”. En el partido creen que ese duro comienzo fue todo un acierto y marcó la senda de por dónde se iba a mover el líder. El candidato terminó la noche sentenciando que “había disfrutado” y “se lo había pasado muy bien”.

El segundo duelo, una revancha agridulce

Si del primer debate sus estrategas salieron dando sin discusión por ganador a Rivera, en el segundo duelo de Atresmedia, “la revancha”, como la veía antes de su comienzo, ha dejado al candidato con un sabor agridulce a escasos días de la cita con las urnas.

El debate empezó bronco y acabó igual. A Rivera se le ha visto nervioso y a veces crispado. Durante las dos horas que ha durado el enfrentamiento, el candidato de Cs se ha obsesionado con dejar marcado su propio perfil atacando tanto a Sánchez como a Iglesias, al que había dejado orillado en el primero debate, pero también al propio Casado, que se le ha visto incómodo por la actitud muy agresiva a veces de su potencial 'socio' electoral. El rifirrafe entre ambos se ha centrado sobre todo en políticas sociales, como la eutanasia o el aborto, por el paro y por el pasado del PP y sus pactos con el PSOE.

Por su parte, Rivera y Sánchez se ha intercambiado 'amablemente' libros en el día de Sant Jordi: el lider de Cs le ha 'regalado' su tesis doctoral y el presidente el libro de Santiago Abascal y Sánchez Dragó.

Al margen de anécdotas, el debate de Atresmedia ha estado dominado por un cruce de gruesas descalificaciones, de acusaciones de “mentir” y por el enfado de Pablo Iglesias contra Rivera por sus contantes interrupciones. “Es usted un impertinente y un maleducado”, le ha llegado a espetar el líder de Unidas Podemos.

Finalizado el debate, Rivera ha reiterado su sempiterno mensaje, que solo él garantiza un gobierno liberal, reformista y de centro frente al de Sánchez e Iglesias y los que quieren “destruir España”. El líder de Cs, pese a las pullas lanzadas contra Casado, ha dejado meridianamente “claro” que “si suman un solo escaño más” optará por un pacto con los conservadores, aunque para ello tenga que aceptar el apoyo de Vox, la ultraderecha a la que sigue sin querer nombrar.

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