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Almuerzos en Moncloa: Sánchez busca espacios distendidos para coordinar con los vicepresidentes el Gobierno de coalición

Pedro Sánchez preside la reunión interministerial por el temporal.

Irene Castro / Andrés Gil

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PSOE y Unidas Podemos llevan años mirándose de reojo. Una de las preocupaciones de Pedro Sánchez a la hora de introducir a los de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros es el ánimo de competición mutua en el que ambas partes han convivido desde que la formación nació en 2014. Por eso para los socialistas la coordinación del Ejecutivo es una pieza clave del engranaje de la coalición, una fórmula inédita hasta ahora en España.

Dentro del acuerdo suscrito por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se estableció un riguroso protocolo de seguimiento del pacto que tenía dos objetivos fundamentales: la coordinación y la comunicación. El temor de los socialistas es que el grupo confederal se anote más tantos. Así, ambas partes se comprometen a mantener la “discreción” y a pactar hasta las diferencias.

La estructura formal para la coordinación del Gobierno pasa –más allá de la oficialidad de la Comisión de Secretarios y Subsecretarios que da el visto bueno a los asuntos que se aprueban en el Consejo de Ministros– por una Mesa Permanente integrada por representantes de las dos partes del Gobierno (con una representación del 60%-40%) y una comisión enmarcada en el Parlamento para la actividad legislativa.

Además, Sánchez ha reforzado el área de coordinación del Ejecutivo poniendo en manos del secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, la “programación de la acción política, del seguimiento del día a día del Gobierno y del cumplimiento y rendición de cuentas de los compromisos adquiridos”. Se creará un departamento específico para la Planificación y el Seguimiento de la acción del Gobierno, según la nota de prensa que se difundió con el nombramiento del número tres de la Moncloa.

Pero más allá de eso, Sánchez busca espacios de mayor distensión para abordar el día a día del Gobierno. En el plan está la celebración de almuerzos periódicos (la idea es que se celebren una vez al mes) de Sánchez y los cuatro vicepresidentes: Carmen Calvo, Pablo Iglesias, Nadia Calviño y Teresa Ribera. “No es la coordinación formal. Es para estar al tanto de lo importante relajadamente los cinco”, señalan fuentes gubernamentales.

Antes incluso de que la mayoría de ministros hubiesen cerrado sus equipos, Sánchez y los cuatro vicepresidentes ya celebraron uno de esos almuerzos para apuntalar temas como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, que se ha convertido en la primera victoria política de la coalición.

Ese encuentro ha tenido lugar antes de que el gabinete de Sánchez recuperara las conocidas reuniones de maitines en las que participa su núcleo duro tanto en Moncloa como en Ferraz. A esas citas, que se celebran los lunes por la mañana, acuden además de Sánchez su jefe de gabinete, Iván Redondo, a quien ha reforzado; el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver; la vicepresidenta Carmen Calvo; el ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos; su número dos, el responsable de Coordinación Territorial del partido, Santos Cerdán; y la vicesecretaria general y portavoz parlamentaria, Adriana Lastra. Esas reuniones, que se retomarán el próximo lunes, según fuentes socialistas, sirven para organizar la semana así como para coordinar la actuación del Gobierno y el partido.

Por ahora, tanto la parte socialista como la de Unidas Podemos en el seno del Gobierno se esfuerzan por dejar clara la sintonía entre ellas frente al acoso de la oposición. Sin que siquiera se haya puesto en marcha la Mesa Permanente de Seguimiento, que no tiene aún ni designados sus miembros y que tiene un margen de 30 días para constituirse en virtud del protocolo suscrito, Sánchez e Iglesias se han defendido mutuamente y el Gobierno ha logrado poner en marcha sus primeras iniciativas, entre ellas un acuerdo con la patronal y los sindicatos para subir el salario mínimo a 950 euros mensuales.

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