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ENTREVISTA | Candidato de Más País, Íñigo Errejón

Íñigo Errejón: “Entrar en el Gobierno no es lo fundamental, lo importante son las medidas”

Íñigo Errejón, candidato de Más País al Congreso

Ignacio Escolar

“Uno no puede entrar a una negociación como si fuera un duelo en O.K. Corral”, dice Íñigo Errejón sobre el fallido acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos. “Si todo el mundo tira de la cuerda, al final la cuerda se rompe, y cuando la cuerda se rompe no lo pagan los partidos: lo paga el pueblo español”. “No sé quién tuvo más culpa, no me parece lo fundamental, hubo un exceso de cálculo de partido por encima de cálculo de país”, afirma Errejón sobre las negociaciones frustradas para la investidura de Pedro Sánchez.

El líder de Más País se presenta a las elecciones generales del 10 de noviembre porque asegura tener claros los objetivos: facilitar un “gobierno progresista”, evitar que la decepción en la izquierda desmovilice a muchos votantes y hacerlo “de forma responsable”, presentándose solo en aquellas provincias donde pueda “sumar escaños al bloque progresista”.

El candidato de Más País dice que su apoyo a un futuro gobierno de Pedro Sánchez “no es incondicional” y pide al PSOE “una apuesta inequívoca por la justicia social, por la transición ecológica y por el feminismo”. También descarta apoyar un Gobierno de PSOE y Ciudadanos: “Es un error, y el PSOE debe aclararlo”.

Errejón se muestra preocupado ante una campaña que augura crispada, de “culpas y reproches”. “Vamos a recibir torrentes de insultos de un lado y de otro”, pronostica el candidato, que critica que la política se convierta en “un intercambio de zascas, como si esto fuera un combate de esgrima”.

Errejón justifica por qué ha cambiado de posición tras semanas de negar que se presentaría a las generales. “Siempre he sido contrario a dar este paso, pero íbamos a una absurda repetición electoral y nadie puede asegurar que detrás de la segunda, no hubiera una tercera o una cuarta”.

¿Por qué ha decidido presentarse a las elecciones generales?

No es una decisión fácil, ni sencilla ni cómoda. En política, normalmente lo más cómodo suele ser quedarse calentando el sillón y no buscarse demasiados problemas. En un país que hoy está empeñado en encerrarse en trincheras, sin hablar más que para la parroquia, moverse siempre implica entrar en un campo difícil y también buscarse problemas en una campaña que tiene muchas posibilidades de ser sobre culpas y reproches. En Más País hemos decidido dar un paso adelante para que esta campaña no vaya sobre eso, que en el fondo eso ya no es lo más importante, sino para ser parte de la solución.

Parto de una idea central: para que pasen cosas diferentes, hay que votar diferente. Es muy difícil pensar que, con los mismos ingredientes, esta vez vaya a salir un plato diferente que una suma de soberbias y de cálculos partidistas. Hay un clima de plena activación de las derechas, que ven una segunda oportunidad. Y de desmovilización, cansancio o hartazgo del votante progresista, que, en general, cumplió con lo que se le pidió el 28 de abril. Acudió a las urnas masivamente para evitar un retroceso protagonizado por las fuerzas reaccionarias, por un bloque de las derechas en el que quien ponía las ideas era Vox. El votante cumplió, pero los partidos no cumplieron porque no fueron capaces de formar Gobierno.

¿Cuándo empezó a preparar esta candidatura y por qué cambió de opinión? Porque durante los últimos meses ha estado asegurando que no daría este paso, a pesar de que parecía bastante probable que llegase esta situación de repetición electoral.

Nunca creí que llegaríamos a esta situación. Estaba convencido de que se alcanzaba un acuerdo de gobierno. No solo yo, creo que mucha gente en nuestro país –periodistas, opinadores, analistas, políticos y la ciudadanía– estaba convencida de que, si no eran tan grandes las diferencias programáticas entre las fuerzas que querían pactar, pues al final se llegaría a un acuerdo.

Hay mucha gente que lleva mucho tiempo especulando sobre la posibilidad de que nosotros diéramos el paso y yo siempre he sido contrario. Siempre he creído –la primera vez que lo dije fue en una entrevista aquí, en eldiario.es– que primero había que construir Más Madrid, y que Más Madrid después, en alianza con otras fuerzas, participaría de la reconstrucción o de la regeneración del espacio político progresista en España. ¿Por qué de repente cambian los planes y se aceleran? Porque nos encontramos en una situación en la que vamos a una absurda repetición electoral y nadie asegura que de esa repetición no salga una tercera o una cuarta.

Ante esa repetición electoral, podíamos sentarnos a lamentarlo y decir 'qué mal todo'; o calcular y decir: 'bueno, esto no va con nosotros, no nos viene bien, nos viene demasiado pronto, así que vamos a esperar y a mirar desde la barrera cómo todo se pudre'. Pero nosotros hemos creído que era necesario dar un paso adelante.

¿Le preocupa que le penalice desdecirse de lo que afirmó hace solo unas semanas?

Hay una frase que viene mucho al caso. En un momento dado le preguntaban a Ortega y Gasset por un cambio en sus posiciones políticas y él dice: “No me pidan que sea coherente con mis ideas, pídanme que sea coherente con la realidad”. Bueno, pues en este caso se trata de adaptar lo que pensamos a cómo se mueve el país.

Efectivamente, yo creo que estas elecciones no hacían falta. Pero se han planteado y, sobre todo, hay una duda encima de la mesa, ¿los mismos que nos han llevado a las segundas elecciones no nos pueden llevar a las terceras o a las cuartas hasta que ganen las derechas? Bueno, pues es posible y, por tanto, yo creo que hay que irrumpir para hacer dos cosas: para desbloquear y, sobre todo, para sacar mucho voto progresista de la abstención, de tanta gente que todos conocemos que dice: 'si se repiten las elecciones, no voy a votar'. Creo que esa gente no se va a desmovilizar. Tiene una opción. Y gracias a que tiene esa opción, el bloque progresista va a sumar y va a formar Gobierno.

¿Qué cree que falló en esa negociación entre PSOE y Unidas Podemos?

Cuando uno se acerca a un proceso negociador que conoce solo por lo que se lee en prensa tiene que ser prudente. No conozco los pormenores y reconozco que no me despiertan demasiado interés. Ahora ya me da un poco igual quién rompiera cuántos platos. Lo importante es quién los paga. Y lo importante es que los grandes perjudicados de la repetición electoral no son todos los españoles por igual. Es nuestro país, pero en particular quienes más necesitan la acción de un gobierno que equilibre la balanza. La gente a la que le suben los precios del alquiler y puede ser expulsada de su barrio; los pensionistas esperando que se revaloricen y se blinden las pensiones; quienes trabajan en precario y necesitan derogar la reforma laboral…

Así que, en realidad, no sé quién tuvo más culpa y, sobre todo, no me parece lo fundamental. Yo creo que hubo un exceso de cálculo de siglas y de cálculo de partido por encima de cálculo de país.

Uno no puede entrar a una negociación como si fuera un duelo en O.K. Corral, como en una película Clint Eastwood donde se trata de ser el más duro, el más inflexible. Pues nosotros lo decimos sin problema: no vamos a ser los más duros ni los más inflexibles, porque si todo el mundo tira de la cuerda, al final la cuerda se rompe. Y cuando la cuerda se rompe, no lo pagan los partidos: lo paga el pueblo español.

¿Usted habría aceptado la oferta del PSOE de una vicepresidencia y tres ministerios?

Sí, ya lo he dicho. Sí. Pero no entiendo por qué esa oferta que hace el Partido Socialista es válida en julio y, sin embargo, deja de ser válida en agosto. A lo mejor es porque el PSOE nunca la quiso de verdad. No he entendido ese movimiento táctico permanente del Partido Socialista, por el cual una oferta que es válida al principio, un mes después ha caducado tanto como para que el PSOE cometa el inmenso error de irse a buscar el apoyo del Partido Popular o de Ciudadanos.

¿Y hubiera aceptado un veto a su persona, como el que planteó Pedro Sánchez sobre la entrada de Pablo Iglesias en el Gobierno?

Creo que Pablo fue enormemente responsable al tomar esa decisión y creo que el Partido Socialista, en vez de tomarla como una decisión responsable, la tomó como una decisión... Parecía más como una especie de partida de Risk en la que cada uno se cobraba una pieza del otro.

Ya sé que esto no se estila hoy en la política española, pero es muy importante explicar a los electores, antes de que nos voten, para qué queremos los escaños. El objetivo fundamental en nuestro caso no es maximizar el poder de unas siglas. Es que se forme un gobierno progresista. Y algunos dicen: 'Pero eso es regalar los votos'. No, es supeditarlos a un objetivo político. El próximo Gobierno que salga de las urnas tiene que ser un Gobierno que se comprometa con la transición ecológica, con la lucha contra la violencia machista, contra la precariedad y por la generación de riqueza a través de la transición ecológica de nuestra economía o de la economía digital. Si hace eso, va a contar con nuestro apoyo.

¿Ustedes pedirán entrar en el Gobierno en una futura negociación con el PSOE?

No supeditaríamos a eso la conformación de un gobierno progresista. No es lo fundamental. Se puede discutir. Es una discusión que nosotros todavía tenemos abierta, pero anticipo lo más importante: no vamos a eso a las elecciones. Y, por tanto, eso no va a ser la línea que decida si hay gobierno progresista o no. Van a ser el tipo de medidas que puedan favorecer o no a los españoles en general, y a algunos en particular. Especialmente a aquellos que, en vísperas de una posible nueva recesión, más necesitan un Estado del bienestar desarrollado que les proteja y una economía más diversificada, que no dependa tanto de las turbulencias financieras. Y el Partido Socialista tengo la impresión de que solo nunca lo hace. Necesita una cierta presión, porque solo al final, cuando tienen que optar entre hacer transformaciones que benefician a la inmensa mayoría de los españoles, a los trabajadores, a las clases medias, a los jóvenes, a los pensionistas... pero a cambio tiene que tocar los intereses de los grandes grupos de poder, el Partido Socialista tiende a no hacerlo.

Hablemos de las medidas. ¿Tienen ustedes un programa de gobierno? ¿Cuándo lo van a presentar?

Estamos deseando poder presentarlo. Nosotros hicimos un inmenso trabajo para elaborar un programa en Madrid, adaptado a la realidad regional, y estamos trabajando en dos sentidos. Uno, en trasladar algunos de los ejes centrales de ese programa autonómico a la clave nacional. Y en segundo lugar, en discutirlo con los socios con los que vamos a hacer camino, con las confluencias con las que queremos desbloquear por la izquierda la situación política en España.

Hay un eje central que para nosotros no es un apartado del programa: la transición ecológica de nuestra economía. Para nosotros lo verde no es un apartado, un capítulo del programa. Nos reivindicamos como una fuerza verde, que entiende que el ecologismo político es una palanca de modernización económica, de justicia social y de transformación de la vida, para que sea más grata, más agradable y más vivible para la gran mayoría.

En este tema, en sus propuestas verdes y sobre la transición ecológica, ¿tienen ya algunas medidas concretas de lo que van a proponer?

Presentamos muchas en Madrid con nuestro nuevo acuerdo verde para la región. Estamos trabajando. Ayer dimos el pistoletazo de salida, comenzamos a andar. Se está despertando mucha expectación. Hay ya 3,000 personas registradas en la web y las redes sociales de Más País están absolutamente disparadas. Entiendo la expectación, pero somos una cosa pequeña, humilde, que acaba de dar un paso adelante en un escenario muy grande y muy complicado. Iremos dando más pasos, iremos trabajando y los iréis conociendo.

Más allá de la estrategia de negociación con el PSOE, de cómo ha sido esta negociación frustrada ¿cuáles son las diferencias entre Más País y Unidas Podemos?

Tenemos como seña de identidad entender el ecologismo como una inmensa oportunidad para la modernización económica y la justicia social. No es una candidatura a la que le sumamos lo verde como un aditivo, sino que entendemos que esa es la lucha política que más merece la pena, más urgente y que puede ser más productiva de los próximos tiempos, si lo hacemos bien.

Y en segundo lugar, creo que hay una concepción de nuestro país que no sé si compartimos con alguno de los partidos que está en liza en estas elecciones. Nuestro país está roto. Pero no está roto porque la gente vota a diferentes partidos: está roto porque los españoles no tienen ninguna seguridad en el mañana, en el futuro. Y nuestros padres la tuvieron. Mi generación es una generación que no tiene seguridad en el futuro, que no sabe lo que va a ser de ellos, que no sabe en qué va a trabajar, que no sabe qué tipo de medio ambiente vamos a tener, ni si va a poder vivir en su barrio o en su ciudad o lo van a expulsar... Está marcada, por una parte, por la inseguridad y la incertidumbre, de qué va a ser de mí y de qué será mi vida, de qué viviré. Y, por otra parte, por la falta de pertenencia, de arraigo.

Somos una fuerza política inequívocamente progresista y transformadora que reivindicamos la defensa de la comunidad, de las familias y de la necesidad de hacer país. Pero eso no es un discurso. Eso se concreta en que reconstruir la convivencia en nuestro país se hace con todos los españoles, también con los que nunca van a votar por nosotros. Hoy en día lo más revolucionario es la responsabilidad. ¿Por qué? Porque lo que ha roto la convivencia en España es el neoliberalismo y eso nos ha fragmentado, nos ha hecho estar más solos, más divididos, todo el mundo desconfiando del otro.

Por tanto, las fuerzas de izquierdas no pueden añadir más enfrentamiento ni más desconfianza. Tienen que venir a hacer lo contrario: a tejer, a juntar. Y eso implica asumir las posiciones de gente que nunca nos va a votar y con la que queremos construir. Y eso implica una capacidad de combinar el pragmatismo en el presente con la voluntad de ir mucho más allá en el futuro. Si uno solo tiene pragmatismo, se limita a reproducir lo que hay, pero si uno solo tiene sueños para pasado mañana, pues puede no ser útil en el momento. Nosotros queremos combinar las dos. ¿Es un equilibrio resbaladizo? Pues claro que sí, pero es que la política hoy no da seguridades.

¿Cuál es su propuesta para Catalunya ante la pulsión independentista que allí existe?

Siempre he mantenido que la posibilidad de la convivencia en España, entre todos los pueblos de España, pasa por el acuerdo. Hoy ese acuerdo está lejísimos, porque las posiciones de las partes están muy alejadas y, además, el escenario está muy enrarecido. Las medidas de corte administrativo o coactivo, en mi opinión, no ayudan. Es el resultado de haberle trasladado a los jueces un problema político. No digo que los jueces no hagan su trabajo. Quienes no hemos hecho nuestro trabajo somos quienes tenemos que garantizar que haya puentes. Los puentes entre Catalunya y España no van a ser puentes administrativos y no van a ser sentencias. Los puentes entre Catalunya y España van a ser el libre acuerdo y la voluntad de permanecer juntos.

Yo creo que puede haber una mayoría de catalanes que tenga voluntad de permanecer juntos con el resto de España, con el resto del Estado español, pero hay que jugar esa partida reconociendo que el único pegamento posible en un país de pueblos muy diferentes es el acuerdo. A quienes hemos defendido esto siempre se nos ha tachado de ingenuos, pero yo le preguntaría a quienes no están de acuerdo, ¿cuál es la otra receta? ¿Qué vamos a protagonizar? ¿Cinco décadas más de convivencia con Catalunya, mediada por las sentencias, los tribunales y las amenazas cruzadas de un lado y de otro? Eso no garantiza un futuro de convivencia.

Ha anunciado, que se va a presentar solamente en aquellas provincias donde se repartan más de siete escaños y crean que pueden obtener representación, para intentar de esa forma no dividir el voto progresista. ¿Tiene ya decidido en qué provincias va a haber lista de Más País?

Ayer aprobamos dos cosas importantes al respecto: un criterio político y un comité electoral. El comité electoral va a decidir en qué provincias nos presentaremos, en qué circunscripciones. El criterio político es que, en un momento de irresponsabilidad –en el que todo el mundo está acudiendo a las elecciones, a ver con qué bolsita de diputados se hace, al margen de cuál puede ser el resultado– nosotros queremos ser la fuerza responsable que acude a estas elecciones del 10 de noviembre.

¿En qué se concreta esa responsabilidad? En que nosotros nos presentaremos exclusivamente allí donde le podamos sumar escaños al bloque progresista. Donde creamos que no hay garantías para sumar escaños, no nos presentaremos. Y aunque haya mucha gente dispuesta a votarnos, a esa gente es posible que le tengamos que decir: 'mire, usted no puede votar por nosotros en estas elecciones. Vote a cualquiera de las opciones, a la que le parezca mejor, del bloque progresista'.

Queremos que el bloque crezca. No queremos que la decepción, el hastío y el cansancio de muchos votantes progresistas se convierta en abstención y así gane la derecha. Venimos a sacar a toda esa gente de la abstención y a decirle: 'Efectivamente, votando lo mismo puede que vuelva a pasar lo mismo, pero hay una opción progresista para desbloquear'.

Está confirmada la lista en Madrid y está confirmada en Valencia con Compromís. Barcelona es la segunda provincia con más escaños de toda España. Allí, ¿creen que pueden ampliar el bloque progresista?

Barcelona es una circunscripción proporcional y además estoy convencido de que tendríamos unos magníficos resultados. Pero no hay una decisión tomada. Estamos discutiendo al respecto, como del resto de las circunscripciones. ¿Qué hay cerrado? Más Madrid da el paso y hace el llamamiento para Más País. Por tanto, yo encabezaré la candidatura, si así obtengo el refrendo, en la circunscripción de Madrid. Y tenemos un acuerdo con Compromís en el caso de la Comunidad Valenciana. Un acuerdo que a mí me satisface mucho porque hay mucha sintonía y porque creo que somos fuerzas muy similares. Y estamos trabajando, es muy posible que salga, en un acuerdo con la Chunta Aragonesista en Aragón para la circunscripción de Zaragoza.

¿Solo en Zaragoza? ¿No irían con la Chunta a Teruel, a Huesca, porque no hay escaños suficientes?

Es posible que la Chunta quiera concurrir por todo su territorio y sería muy razonable. Nuestro compromiso como Más País es que nosotros concurrimos solo en las circunscripciones donde hacemos más grande el bloque. Donde podamos ponerlo en peligro, por responsabilidad no concurrimos y pediremos el voto para las formaciones progresistas.

Cuando habla de pedir el voto para las formaciones progresistas, ¿a qué partidos en concreto se refiere?

No en todas las circunscripciones son los mismos, pero todas las formaciones políticas que estén a favor de la conformación de un gobierno que empiece a equilibrar la balanza en España.

Entiendo que también el PSOE.

Claro. Hay una reacción un poco curiosa estos días de gente muy enfadada con el Partido Socialista que dice: 'No, pero el Partido Socialista no es de izquierdas'. El Partido Socialista ha protagonizado algunas de las mayores decepciones para la gente trabajadora en nuestro país en los 40 años de democracia. Pero yo me pregunto, ¿puede salir un gobierno progresista sin ellos? Yo creo que no. La prueba es que se intentó un gobierno, incluso pidiendo o solicitando ministerios dentro de ese gabinete, en un gabinete compartido.

Yo quiero un gobierno progresista. Me gustaría lo más comprometido posible con la justicia social, la transformación ecológica y el feminismo. Pero a veces en política, y esto parece mentira que haya que decirlo, lo mejor es enemigo de lo bueno. Y a veces hay que tener pragmatismo para llegar a los acuerdos en función de cómo haya votado la gente. Lo que no se puede hacer es decir a la gente: 'No, has votado mal, vuelve a tirar los dados'. Porque, ¿y si los tiramos y de repente nos encontramos con Vox, con Ciudadanos y con el Partido Popular en el Gobierno? Bueno, pues nosotros queremos tener ese equilibrio entre lo que es posible hoy y lo que deseamos mañana.

¿Van a presentar listas en el Senado?

Es una discusión que estamos teniendo. El Senado es una Cámara, tal y como funciona hoy, un tanto absurda. No funciona como cámara territorial y es una especie de cámara de resonancia del viejo bipartidismo que ya no existe en el Congreso, pero que en el Senado parece que a duras penas se mantiene. A mí me gustaría que en el Senado pudiera haber grandes acuerdos progresistas. Básicamente porque las decisiones del Congreso no pueden luego enmendarse, bloquearse o retrasarse en el Senado. Pero es una discusión que tenemos en marcha.

Porque en el Senado es difícil que la división no reste al bloque progresista.

El Senado es una cámara, digamos, de composición francamente mayoritaria, salvo los senadores por designación autonómica; nosotros participamos de un grupo parlamentario en el Senado, digamos, de una izquierda verde y amplia.

Su antiguo partido, Podemos, le presenta a usted como comparsa del PSOE y el otro día, Pedro Sánchez aseguró que se entendería mejor con usted que con Iglesias.

He oído también voces en el Partido Socialista que dicen que en realidad nosotros somos una forma de votar Podemos. Es curioso. Y he oído editoriales muy importantes y a opinadores muy importantes en la derecha atacándonos de forma furibunda. Era previsible. Cuando reflexionaba sobre si teníamos que dar el paso, yo asumía que iba a significar un torrente de insultos. Es fundamental que nosotros no participemos de eso, porque ese es el clima que siembra luego la dificultad para formar gobiernos y para llegar a acuerdos.

En algún momento los líderes políticos españoles se han olvidado de que después de las campañas van los acuerdos. Y que si haces las campañas a cara de perro, después es muy difícil formar gobierno. Las campañas no solo son para ver quién es más ingenioso en darle un zasca al de al lado. Esa política de corto plazo tiene su recompensa en las redes sociales, pero al día siguiente hace muy difícil formar gobiernos.

Si nosotros decimos que venimos a ser parte de la solución, parte de la solución no es contribuir al ruido. Yo sé que vamos a recibir torrentes de insultos de un lado y de otro. Pero nosotros no venimos a eso.

¿Un voto a Más País es un voto incondicional a la investidura de Pedro Sánchez? Y si es así, ¿por qué hay que votarle a usted y no a Pedro Sánchez?

Yo anticipo el objetivo político por el que concurrimos: quiero un gobierno progresista. No hay ningún cálculo partidista ni de siglas de Más País que esté por delante de la formación de un gobierno progresista. Primero el país y después las siglas. Y eso es toda una declaración de intenciones. ¿Incondicional? No. Incondicional en política no hay nada. De hecho, creo que Pedro Sánchez en algún momento tendrá que entender que, como no tiene mayorías absolutas y no las va a tener, tiene que entenderse para la investidura y en el Parlamento.

¿Qué condiciones pondrá a Sánchez?

Una apuesta intransigente, inequívoca, firme, por la justicia social, por la transición ecológica y por los avances en los derechos y las conquistas, digamos, para las mujeres que representa el feminismo. Todo lo que sea en ese sentido nos va a encontrar en el camino, calculando primero los beneficios para los españoles y después, si acaso, en qué posición quedan las siglas o en qué posición quedamos Más País.

Pedro Sánchez se equivoca radicalmente cuando empieza a buscar la abstención o algún tipo de apoyo de Ciudadanos y del Partido Popular. Ciudadanos y el Partido Popular han elegido ser parte del problema desde el momento en el que aceptan, lo hemos visto en Madrid, a Vox como compañero de viaje de la involución democrática. Y además se han comprometido con las políticas injustas y las de la corrupción. Ese es un camino equivocado y ahí no nos va a encontrar.

¿Ustedes, entonces, no apoyarían un gobierno de PSOE y Ciudadanos en ningún caso?

No. Es un error. Y además el PSOE lo tiene que aclarar. Eso es un error. Hubo números progresistas. Hubo mayoría progresista suficiente como para formar un gobierno y que no se formara solo es un ejercicio de irresponsabilidad. Y no se puede repetir esa irresponsabilidad.

Su expartido, Podemos, además de esas críticas de cercanía con el PSOE, le describe ahora como un político bendecido por el Ibex y las grandes empresas y poderes económicos. Ayer mismo Pablo Iglesias dijo de usted y de su candidatura que era “el nuevo coaching político”. “Frente a dos personas que no se entienden, buen rollo y Operación Chamartín”.

Lo dijo además en un acto con Cebrián.

Sí, lo dijo en un acto con Juan Luis Cebrián, ex presidente de PRISA.un acto con Juan Luis Cebrián

Corremos el riesgo de que en España la política se convierta en una especie de charla privada entre políticos, un intercambio de zascas, como si esto fuera un combate de esgrima. A ver quién es capaz de herir más al otro. Es que nosotros no hemos dado el paso a la política nacional para eso.

Si nosotros entráramos en el torrente de descalificaciones de unos contra otros, no seríamos capaces de responder a la pregunta, ¿alguien le va a poner cabeza y sensatez al 10 de noviembre? ¿Alguien me asegura que mi voto sirve, no solo para protagonizar momentos más o menos graciosos o titulares más o menos llamativos, sino para conformar un gobierno que se empiece a preocupar de las cuestiones que afectan más a los ciudadanos? Si no es así, si todos los líderes políticos seguimos por el camino de la política en corto –la frase ocurrente, hablar solo para la parroquia, golpear al otro–, entonces va a llegar un momento en el que la política y la sociedad se divorcien, como pasó a partir del 15-M. No estamos lejos de ese momento.

En las encuestas aparece la política en su peor relación con los ciudadanos. En cuanto a confianza, en cuanto los políticos como problema. Nunca ha estado tan mal como ahora.

Pero es normal porque durante los últimos meses la política no ha tenido que ver con cuánto tiempo esperas al Metro, si tienes horarios que te permiten la conciliación familiar. Si hay medidas para el alquiler. Si tienes escuelas infantiles accesibles, gratuitas y con plazas en tu barrio que te permitan formar una familia o la conciliación. No ha tenido que ver con el aire que respiras, con la comida que comes y de dónde viene, y si está producida de forma sana. La política no ha tenido que ver con la vida. La política ha tenido que ver con quién ha llamado por WhatsApp a quién, o si le contesta por Telegram, quién conforma una comisión negociadora, quién dice no sé qué, desde dónde le contesta, quién manda una carta que es contestada por una misiva, pero por señales de humo, y la otra con un mensaje en una botella. La política se ha ido encerrando en una esfera propia que ya solo le importa a los políticos y a los periodistas. Y eso es un drama.

Habla de reconstruir un espacio progresista después de las elecciones. Hay voces en el espacio político a la izquierda del PSOE que piden reconfigurar todo tras el 10 de noviembre en torno a algo nuevo que incluya a Podemos, pero que supere a Unidas Podemos. ¿Ese es su plan?

Leí con mucho interés la entrevista que publicó eldiario.es a Alberto Garzón, en la que le leí decir cosas que yo no le había oído antes.

En esa entrevista, Garzón habló de crear un bloque histórico, en el que tendrían que estar juntos Íñigo Errejón, Pablo Iglesias, Ada Colau, Mónica Oltra… Un bloque para unir a toda esa izquierda fragmentada a la izquierda de la socialdemocracia.

Me interesó mucho la entrevista. De hecho, se lo dije al propio Garzón: “tanto que dicen que pensamos de forma muy diferente”. Me parece que puso sobre la mesa cuestiones muy sensatas. Entiendo que esa unidad de la que habla a veces se referencia en caras o en nombres propios, pero esas caras las generan las mismas generaciones. No valen siempre para todo. Ha habido una generación de caras conocidas en el espacio político transformador, en el espacio político del cambio democrático, que es a las que la gente se ha acostumbrado. Pero una de las urgencias que tenemos es la construcción de un relevo de cuadros que sean capaces de sustituirnos y de llevarlo más allá. Y eso es posible que lo tenga que protagonizar una segunda oleada de compañeras y de compañeros que estén dispuestos a construir algo.

Pero mi posición ha sido siempre la misma. Construir algo no es yuxtaponer cosas, no es poner una cosa al lado de otra. Eso puede estar bien a veces para los acuerdos electorales, pero construir algo es tener la capacidad de alumbrar un proyecto, una idea superadora que sea más que la suma de las partes. El cambio político se inició en España poniendo sobre la mesa ideas y proyectos que iban más allá de algunos de los actores que había. Y esos actores no siempre los recibieron con agrado.

Cuando ustedes fundaron Podemos, recibieron unas críticas muy duras…

De la izquierda

Desde Izquierda Unida les decían que su proyecto dividía y que era una operación de los medios de comunicación.

Así es. Decían que por eso los medios nos trataban bien y que lo que queríamos era dividir a la izquierda. Hoy, curiosamente, resuenan los mismos argumentos.

Comprendo que, para entendernos, hablemos de una fuerza política a la izquierda del PSOE. Pero creo que no hay que construir fuerzas para hablar a la izquierda, sino para hablar al conjunto del pueblo español. Yo no sé si todos los 'riders' que están trabajando en condiciones míseras por tres o por cuatro euros como falsos autónomos son de izquierdas. Yo sé que son precarios y que necesitan una fuerza política a su servicio. No sé si toda la gente a la que expulsan de su barrio por la subida de los alquileres es de izquierdas. Sé que son ciudadanos españoles y con ellos no se está cumpliendo la Constitución. Por eso creo que hay que construir una fuerza política nacional y popular que se haga cargo de las necesidades de nuestro país y, en concreto, de los sectores más desfavorecidos o que están siendo más golpeados. Ese es el proyecto. Eso incluye contar, por supuesto, con toda la tradición de izquierda. Pero es más importante y va más allá. Porque va primero el país, y después las siglas.

En esa misma entrevista que citaba antes, Alberto Garzón hablaba mucho de los hiperliderazgos políticos en España, de por qué se originan y de sus consecuencias en la vida interna de los partidos. ¿A usted le puede ocurrir lo mismo? Es usted la cara más conocida de su partido.

Tiene razón de nuevo Alberto al señalar una falta de cultura y de mecanismos republicanos. Lo digo no en relación a la forma de Estado, sino en relación a una forma de organización que permita que haya contrapesos. Contrapesos significa tener la capacidad de que haya mecanismos de control, de rendición de cuentas, y esos mecanismos, digámoslo claro, son incompatibles con las prisas. La política va a una velocidad hoy marcada fundamentalmente por los medios de comunicación y las redes sociales, que es difícilmente compatible con la deliberación. Y ahí tenemos un problema, pero ojalá un problema sólo de los partidos políticos.

Pero ustedes tienen de nuevo un problema de prisas. De nuevo le está pasando lo que resumió en esa conocida metáfora suya de “correr y atarse las zapatillas al mismo tiempo”. De la experiencia anterior como número dos de Podemos, ¿qué ha aprendido? ¿Qué cree que hizo bien y qué hizo mal cuando intentaba atarse las zapatillas a la vez que corría?

Creo que la deliberación y los contrapesos son elementos fundamentales y creo que hay veces en las que es mejor hacer las cosas con mimo que tener razón. Con independencia del resultado electoral de Más País, no tenemos que interrumpir un proceso lento que ya va dando sus frutos de construcción de Más Madrid. En el acto del domingo y en el acto del miércoles nos encontramos con una capacidad organizativa y con una madurez que no esperábamos. Grupos de 50 y de 40 personas discutiendo distrito a distrito de la ciudad de Madrid y municipio a municipio de nuestra región para decidir qué teníamos que hacer: si teníamos que concurrir o no, quién debía ser candidato o candidata, en qué coordenadas políticas nos teníamos que ubicar. Hay un tejido que es más lento, pero que es más maduro, que es sólido y que está muy imbricado en el territorio, en concreto en Madrid. Por eso nosotros lo que tenemos que hacer es construirnos organizativamente en primer lugar en Madrid mimando ese tejido, porque ese tejido es un tesoro.

Con su salto al Congreso, ¿quién va a liderar el partido en Madrid y el grupo parlamentario en la Asamblea?

Hemos tenido ya una última reunión del grupo parlamentario y estoy trabajando en el relevo. Creo que está bien demostrar a los madrileños que hay mucho banquillo, que hay mucha gente muy preparada, con muchas capacidades. Estamos trabajando en el relevo y lo anunciaremos muy pronto.

Creo que vamos a tener unos muy buenos resultados electorales, pero sean cuales sean, después de los resultados electorales, nos tenemos que poner a construir un gran espacio progresista, sensato, de mayorías, que pueda transformar nuestro país en beneficio de la gente más desfavorecida. Pero yo creo que nuestra tarea principal es Más Madrid. Y ahí, en mi opinión, se deberá elegir algún tipo de dirección que coordine los diferentes municipios, el espacio parlamentario y la Asamblea de Madrid, y el espacio municipal en la ciudad.

¿Qué papel va a tener Equo dentro de Más País?

Ahora mismo todavía están en un proceso de votación interno en el que su militancia va a decidir cómo van a concurrir. Así que ahí tengo que ser muy respetuoso. Puedo decir cuál es el resultado que yo deseo: que nos nos acompañen en pie de igualdad. En mi grupo parlamentario, por ejemplo, hay un compañero y una compañera de Equo que hacen un trabajo espectacular. Qué decir del trabajo de Inés Sabanés en el Ayuntamiento, liderando la iniciativa de Madrid Central por un transporte sostenible y por la calidad del aire. Son parte de este proyecto desde que nació, sin la cual no se entendería Más Madrid ni la importancia de lo verde como el eje central del programa. Lo que yo desearía es que las compañeras y los compañeros de Equo nos acompañarán en este camino, teniendo un papel central, fundamental. Pero, por supuesto, respeto lo que decida la militancia.

¿Cómo van a financiar la campaña?

Pues como siempre, con 'crowdfunding' e imaginación. Pero la falta de medios se nos va a notar en la campaña. No sé si podremos enviar cartas o papeletas a todo el mundo y, si las mandamos, seguro que no puede ser en todas las provincias por las que concurrimos. No tendremos el sistema que te permite pinchar en directo los mítines y que le den la señal a todas las televisiones. La gente no verá publicidad nuestra en los medios de comunicación tradicionales y es muy posible que no vea apenas publicidad en las redes sociales. Nuestros actos no estarán muy bien producidos, no habrá escenarios muy bien cuidados. No habrá un sonido espectacular, fallaran cosas. Pero tengo que decir que eso no me asusta. Yo he hecho muchas campañas con muy pocos recursos, y prefiero las campañas con pocos recursos, pero con un buen motivo.

Durante la presentación de su candidatura, Manuela Carmena fue muy aclamada cuando su nombre apareció en los discursos, pero no estuvo en el acto. ¿Qué papel va a jugar en Más País?

Ya manifestó su apoyo por la iniciativa. Lo va a manifestar más veces y jugará el papel que quiera. Siempre lo he dicho: para mí, Manuela es un referente político. No sólo un referente de cercanía, de amistad personal. Es un referente político de cómo se hacen las cosas y para nosotros sigue siendo la orientación fundamental, un faro de nuestro espacio político. Tendrá el papel que quiera tener. No me cabe la menor duda de que nos va a apoyar, de que va a estar presente, de que va a manifestar claramente cuáles son sus preferencias.

¿Le hubiera gustado que Manuela Carmena estuviera en su lista por Madrid?

No es un secreto para nadie. A mí me encantaría que Manuela hubiera encabezado la candidatura. En política, hay que saber tanto lo que tú puedes hacer bien como lo que otros pueden hacer mejor. Y Manuela es una excelente alcaldesa y creo que es un referente político de nivel nacional, que ilusiona a mucha gente que ve y escucha a Manuela y dice: “Yo soñaría con una política nacional hecha, así, con que la política en España fuera así.”

Una vez que Manuela decide que ella no va a dar el paso –que nos acompaña, que lo va a apoyar, pero que no da el paso– se abre una discusión entre las bases, los grupos territoriales y los grupos sectoriales de Madrid discutiendo quién tiene que ser el candidato. No es lo más fácil, no es lo más cómodo. Sé que me lloverán muchísimos insultos, pero ya lo dije hace tiempo: yo no vine a estar en política, he venido a hacer política. Y hacer política, a veces, implica moverse.

La entrevista completa a Íñigo Errejón

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