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Narcos y milicianos agravan violencia política en los suburbios de Río de Janeiro

Narcos y milicianos agravan violencia política en los suburbios de Río de Janeiro

EFE

Río de Janeiro —

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Un atentado contra un candidato en las elecciones municipales del 2 de octubre en Brasil agravó hoy la ola de violencia política en los empobrecidos suburbios de Río de Janeiro, catapultada por la reciente irrupción de “milicianos” y narcos y donde han sido asesinados 14 políticos en el último año.

Cuatro pistoleros le tendieron una emboscada a André Luis de Oliveira Cristino, candidato a alcalde de Japerí, cuando regresaba a casa de madrugada, y el político, también policía, salvó la vida gracias al blindaje de su automóvil y a que respondió a tiros, hiriendo a dos de sus atacantes.

El caso muestra que está muy viva la violencia política que ha sido común desde hace décadas en la Baixada Fluminense, región populosa y pobre colindante a Río, y que se ha recrudecido por las disputas entre narcos y mafias integradas por policías corruptos conocidas como “milicias”, que también luchan por el poder, según especialistas consultados por Efe.

El alto número de homicidios y atentados con posible motivación política convirtió a la Baixada Fluminense en una de las zonas de Brasil que más preocupa a las autoridades electorales.

El Ministerio de Defensa, a pedido del Tribunal Superior Electoral (TSE), autorizó esta semana el envío de militares a la región para garantizar la seguridad durante la votación.

“La fatal mezcla de narcotraficantes, milicianos, violencia política y clientelismo provocó una simbiosis en la Baixada Fluminense, región que tiene una historia de 50 años en que la política se ha confundido con violencia”, dijo a Efe el especialista en seguridad pública Newton de Oliveira, profesor de la Facultad Presbiteriana Mackenzie Río.

“De los candidatos a concejal asesinados en los últimos meses, doce están vinculados a las milicias. Fueron milicianos matando milicianos por el control de los grupos criminales y por el poder político en la región”, dijo el sociólogo José Claudio Souza Alves, autor del libro “De los barones al exterminio: una historia de violencia en la Baixada Fluminense”.

La región reúne a ocho municipios del área metropolitana de Río de Janeiro, con poco más de tres millones de habitantes, en los que se asentó gran parte de los cientos de miles de inmigrantes que llegaron a la entonces capital brasileña a mediados del siglo XX.

Como consecuencia de su rápida ocupación, la región creció sin orden, con numerosos problemas sociales, con poca presencia del Estado, altos índices de violencia y bajo el control de “coroneles” (caciques) que vivían del clientelismo e imponían su poder a la fuerza con la ayuda de los llamados grupos de exterminio.

Hasta hace dos décadas los principales responsable por la violencia en la región eran los grupos de exterminio, integrados por policías y que recibían dinero de comerciantes, políticos y pequeños empresarios para ejecutar a delincuentes, niños de la calle y personas indeseables.

“Pero con la implantación a partir de 2008 del programa de seguridad que expulsó a los narcotraficantes de las principales favelas de Río de Janeiro hubo una migración de estos grupos armados hacia la Baixada Fluminense”, explicó De Oliveira.

Detrás de los narcotraficantes aparecieron las “milicias”, como son conocidos los grupos formados por policías corruptos, surgidos con el objetivo de combatir ilegalmente el tráfico de drogas, pero que han pasado a controlar a la fuerza barriadas donde cobran tasas de seguridad y monopolizan servicios como transporte, gas, agua y televisión pirata.

Narcotraficantes y milicianos empezaron a postular candidatos propios a las elecciones municipales y sobornaron a otros políticos para buscar cobertura legal para sus negocios.

“Tenemos noticias de que en esa región el sistema paralegal, paramilitar ha tenido participación activa en el proceso electoral. Nos preocupa que el crimen organizado participe en la financiación de las elecciones y nos preocupa que se organice políticamente”, admitió recientemente el presidente del TSE, Gilmar Mendes.

No obstante, según De Oliveira, muchos de los asesinatos de candidatos “son ajustes de cuentas entre grupos criminales” y son “fruto de una disputa por negocios ilegales”.

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