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Los grandes azotes de Rajoy toman posiciones en el PP de Casado

Cayetana Álvarez de Toledo y Pablo Casado.

Iñigo Aduriz

El expresidente del Gobierno José María Aznar regresó a la sede nacional del PP en la calle de Génova 13 de Madrid el pasado 24 de julio, años después de desvincularse del partido por sus desavenencias con Mariano Rajoy, el sucesor al que eligió a dedo en 2004. Lo hizo de la mano de Pablo Casado, uno de sus ahijados políticos, días después de que éste se convirtiera en el nuevo presidente de los populares al ganar las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría.

El líder del PP –que insiste continuamente en que está “orgulloso de todo el pasado” del partido– se ha dedicado desde entonces a reconciliar con la formación a los sectores populares cercanos a las ideas y las formas de Aznar –el conocido como aznarismo–. Este sector se caracterizó por sus críticas a Rajoy, quien consideraban que había traicionado los “principios” de la formación conservadora por realizar una política más centrada que la de su predecesor en el cargo.

En esa dinámica, Casado ha vuelto a acercar al PP a la Fundación FAES de Aznar y ha situado en puestos de responsabilidad a algunos de los grandes azotes de Rajoy. La última es la elegida para encabezar la candidatura del PP por Barcelona, la exdiputada, patrona de FAES y columnista del diario El Mundo Cayetana Álvarez de Toledo, que durante años se enfrentó con dureza contra Rajoy con declaraciones y artículos implacables contra el exjefe del Ejecutivo.

La que el 28A figurará como número uno de los populares por la mayor provincia catalana vivió dos legislaturas como diputada del PP, entre 2008 y 2015, aunque abandonó la primera línea de la política de partido precisamente por sus diferencias con la dirección de Rajoy. Entonces volvió a escribir en El Mundo, donde actualmente era una de las columnistas de referencia.

Del PP, pero votante de Ciudadanos

En un artículo publicado en ese diario el 9 de junio, apenas cuatro días después de que Rajoy anunciara su marcha tras perder la moción de censura, Álvarez de Toledo confesó que a pesar de su militancia en el PP había llegado a votar a Ciudadanos por su aversión a las políticas del hasta entonces presidente del Gobierno. Tras el triunfo de Casado en el proceso interno de julio en el que ella se posicionó a su favor, la columnista abogó en otro artículo por la “fusión” entre el PP y el partido de Rivera.

En diciembre, Casado contrató como jefe de gabinete a otro exponente del aznarismo, el exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid Javier Fernández-Lasquetty, encargado desde entonces de planificar la estrategia, la agenda y el mensaje del líder popular. El objetivo del fichaje, según Génova, era “fortalecer ideológicamente un PP que necesita recuperar la esencia liberal que le dio sus mejores triunfos electorales”.

Lasquetty fue secretario general de la FAES de Aznar, para quien también trabajó en su etapa de presidente del Gobierno en su gabinete en la Moncloa. Tras ejercer durante tres años –entre 2004 y 2007– como diputado del PP en el Congreso, Esperanza Aguirre le fichó para su Gobierno de la Comunidad de Madrid primero como consejero de Inmigración donde mantuvo un perfil bajo y, después, en la cartera de Sanidad, donde ensayó la puesta en marcha de su ideario más ultraliberal.

Suyo fue el Plan de Medidas de Garantía de la Sostenibilidad del Sistema Sanitario Público de la Comunidad de Madrid de 2012 que, en la práctica, implicó la privatización de seis hospitales, decenas de centros de salud y cualquier actividad que no fuera estrictamente sanitaria en el sistema de salud madrileño. Fue un plan que la justicia paralizó en 2014, lo que le llevó a dimitir de su cargo y aparcar su actividad política hasta que fue recuperado por Casado.

Sin un discurso “claro y coherente”

Días después de su contratación, el líder del PP fichaba también como asesora a Isabel Benjumea, hasta entonces directora del think tank ultraconservador Red Floridablanca, una organización que se define como “liberal conservadora” y está centrada en el análisis, el debate y la reflexión de la realidad y la actualidad política española.

Benjumea, que había sido becaria de FAES, fue también muy crítica con la línea política de Rajoy al frente del PP. Consideraba que bajo su mandato el partido no tenía “un discurso claro y coherente”. “No hay un proyecto que entusiasme y conecte con lo más importante para ti, que es tu base. Es el valor más importante de un partido, sus militantes”, apuntaba en 2016 en una entrevista con este diario.

El gurú económico de Casado, al que ya en octubre introdujo como uno de los responsables de la fundación de nueva creación Concordia y Libertad –presidida por Adolfo Suárez Illana– es también otro conocido aznarista crítico con las políticas puestas en marcha por Rajoy. Daniel Lacalle se enfrentó, por ejemplo, a las iniciativas fiscales adoptadas por el exministro Cristóbal Montoro, a quien el sector más radical del PP acusó de aplicar medidas “socialdemócratas”.

Tras elegir a Isabel Díaz Ayuso como candidata para presidir la Comunidad de Madrid, Génova eligió a Miguel Ángel Rodríguez, exdirector de comunicación de Aznar, como consultor de la campaña de la madrileña, un dirigente más que se desvinculó totalmente del PP durante la etapa de Rajoy.

Rodríguez fue colaborador del expresidente Aznar durante su mandato en Castilla y León, donde asumió el cargo de portavoz de la Junta de Castilla y León, con 22 años. Después pasó a ser director de Comunicación del PP, con 24 años, entre 1988 y 1996. Con Aznar como presidente del Gobierno fue nombrado secretario de Estado de Comunicación en 1996, cargo desde el que ejerció la portavocía del Gobierno.

La Convención del aznarismo

aznarismoEn 1998 el Gobierno le condecoró con la Cruz de la Orden de Isabel la Católica y ese mismo año abandonó la política activa y pasó a ser presidente de la multinacional CARAT España (de 1999 a 2006). Colaboró también para la fundación FAES y protagonizó tertulias televisivas manifestándose siempre crítico con Rajoy.

La Convención Nacional que el PP celebró en enero confirmó la reconciliación del aznarismo con el partido. El propio Aznar fue uno de los grandes protagonistas del cónclave, donde dio su bendición al liderazgo de Casado y pidió por primera vez después de muchos años el voto para el PP. La convención también sirvió para que volvieran a acercarse al partido algunos de los dirigentes más cercanos a Aznar como la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la exalcaldesa de Madrid Ana Botella o el exministro Federico Trillo.

El cónclave fue, en cambio, el de la despedida de Rajoy –que intervino en una mesa redonda, pero que apenas pasó dos horas en la convención y se marchó por una puerta lateral– y el de la ruptura del nuevo PP con prácticamente todo lo que representó el expresidente.

Algunos de sus más estrechos colaboradores como la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, la exnúmero dos de los populares María Dolores de Cospedal y la mayoría de sus ministros están ya fuera del partido y de la política. Los grandes enemigos de Rajoy son en cambio los que controlan ahora el Partido Popular.

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