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Como en Atenas hace 24 siglos, la democracia requiere el imperio de la ley

Como en Atenas hace 24 siglos, la democracia requiere el imperio de la ley
Madrid —

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Madrid, 26 feb (EFE).- Si algo tienen en común la democracia directa en la Atenas de hace 24 siglos y la democracia representativa de hoy es la soberanía popular y el respeto al imperio de la ley.

Estos principios sagrados son la lección más importante de entre las que enseña el libro del profesor Virgilio Zapatero que acaba de distribuir en Madrid la editorial “Tirant Humanidades” con el título “Inventando la democracia”.

Catedrático de Filosofía del Derecho y ex rector de la Universidad de Alcalá, el jurista Virgilio Zapatero fue ministro de Relaciones con las Cortes (1986-1993) en los gobiernos del presidente Felipe González.

POR ENCIMA DE TODO Y DE TODOS

Cuando presentó su libro en Madrid, a mediados del mes de febrero, el autor ya adelantó que “en Atenas se inventó la democracia y también el imperio de la ley, que está por encima de todo y de todos”.

Para entender su lectura hay que tener presente que el profesor trabaja en el ciclo temporal que abarca desde el siglo VII al IV antes de Cristo.

Virgilio Zapatero explica la importancia capital que en Atenas tuvieron los equilibrios de fuerza entre la Asamblea, el Consejo y los tribunales. Y cree, según declara a EFE, que “son, de alguna forma, asimilables”, a los tres modernos poderes --Ejecutivo, Legislativo y Judicial--, felizmente separados en la doctrina del ilustrado francés el barón de Montesquieu (1689-1755).

Esta separación fue adoptada, años más tarde, mediante los “checks and balances” (controles y equilibrios) de la Constitución de Estados Unidos (1787).

“En Atenas --subraya el jurista-- se articula por primera vez un mecanismo para asegurar que las leyes se enmarquen en la soberanía popular y puedan ser recurridas por los ciudadanos ante los tribunales”, lo que permite ocho décadas de estabilidad en pleno siglo IV.

LA “ORACIÓN FÚNEBRE” DE PERICLES

El autor escribe que los atenienses “fueron pragmáticos e innovadores (…), probando, equivocándose, rectificando y volviendo a probar… hasta crear ”un entramado de órganos e instituciones que decidieron llamar ‘demokratía“ (demos, pueblo; kratos, poder supremo).

En lo que se refiere a los cargos, “los atenienses combinaban el sorteo y la elección: el sorteo para las funciones que no requerían especialización y la elección para las que sí, como la defensa, la guerra, las finanzas…”.

Su libro recoge la soberbia “Oración fúnebre” de Pericles, para quien el régimen político de Atenas “es un modelo a seguir” y “su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia”.

También se detiene en el proceso a Sócrates (399 a.C.), acusado de no creer en los dioses atenienses y de “corromper” a los jóvenes con sus enseñanzas. Condenado a muerte, le ofrecen en su celda una copa de cicuta.

Y cita, cómo no, a la “República” de Platón, otro pensador que cree fervientemente en ese imperio de la ley que engrandeció a Atenas.

MIEDO A LAS REFORMAS EN PLENO SIGLO XXI

Virgilio Zapatero salpica su discurso de sentencias útiles para el mundo del siglo XXI: “Hoy nuestro sistema está excesivamente controlado por los partidos políticos”. “La visibilidad de los problemas y la pérdida del miedo a las reformas pueden estar entre las mejores enseñanzas de Atenas”.

No es posible trasladar la democracia directa de Atenas a sociedades con millones de ciudadanos, heterogéneas, a veces con graves tensiones identitarias, fragmentadas en distintos mundos religiosos y morales, insertadas en una economía abierta e integradas en organizaciones supranacionales de centenares de millones de habitantes“.

Se refiere a una Atenas de 300.000 habitantes en el siglo V, que “es equiparable a la comunidad española de La Rioja en kilómetros y en habitantes”.

LA ASUNCIÓN DE RESPONSABILIDADES CÍVICAS

También escribe que “no todos debemos decidir todo sobre todo”. Por eso importa “el ideal ilustrado de unir en la medida de lo posible saber y poder”.

Una reflexión clave: “Los atenienses creían que la preservación de la libertad requería la asunción de responsabilidades cívicas”. En cambio, hoy “la ignorancia y la desafección política son un hecho incontestable en nuestras democracias representativas”.

Otra afirmación reveladora: “En todo caso, Atenas, al combinar democracia directa, división de poderes e imperio de la ley se adelantó a nuestro mundo”. El profesor Zapatero cree que su apogeo democrático fue --como diría ya en el siglo XX el gran Stefan Zweig-- “uno de los momentos estelares de la humanidad”.

Como conclusión, una última cita del autor: “Hoy, como entonces, toca innovar. La mejor enseñanza (de Atenas) es que de los errores se puede aprender, y lo que agota un sistema político es el miedo al cambio”.

Fernando Pajares

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