Casado y Ayuso lo llenan todo de barro y Feijóo amaga con sacar la escoba
Un hermano de la presidenta de Madrid que parecía ser un intermediario y que resulta ser el que hace el trabajo establecido en el contrato concedido por el Gobierno regional. Una empresa que ejecuta el contrato concedido a dedo, pero que no hace otra cosa que servir de intermediaria. Un líder del PP que deja caer la sospecha de que en ese contrato alguien ha cumplido el papel de testaferro (se supone que para ocultar que el hermano de Isabel Díaz Ayuso ha recibido sin concurso previo un contrato de la Administración que dirige su pariente más cercana). Una presidenta que está segura de que todo lo que ha hecho su hermano es legal, pero que no es capaz de explicar en una entrevista qué es lo que ha hecho exactamente su hermano.
La guerra del PP ha pasado al terreno de las explicaciones, en concreto de las que no sirven para entender mucho ni desde luego para despejar todas las sospechas. El jueves fue el día en que se desencadenaron las hostilidades. Las piezas de artillería retumbaron para acabar con la moral de combate del enemigo. El viernes fue el momento de hacer avanzar las tropas, en especial en el bando de Díaz Ayuso. Para ello, contaron con la colaboración de fuerzas irregulares, es decir, algunos medios de comunicación.
La paradoja está a la vista de todos. Si todo estaba tan claro y era tan fácil de explicar, ¿por qué Ayuso se negó a contárselo a Pablo Casado después de que este le pidiera en septiembre de 2021 que aclarara las sospechosas circunstancias del contrato que había llenado los bolsillos de Tomás Díaz Ayuso? En ese momento, aún era imposible encontrar el contrato a través del motor de búsqueda del portal de contrataciones de la Comunidad. Estuvo oculto hasta que elDiario.es preguntó por él al Gobierno de Madrid, momento en que apareció de forma milagrosa.
Lo cierto es que Díaz Ayuso pasó olímpicamente de Casado. Cada uno puede elegir la opción favorita, si fue porque ella ya no se fiaba de su líder y (ex)amigo o porque pensaba que necesitaba mantener el contrato en secreto.
El dato incuestionable es que el hermano de Díaz Ayuso obtuvo un gran lucro en mitad de una situación desesperada para la salud pública y para el propio Gobierno regional por la falta de material sanitario en la pandemia. Lo dijo Casado en una entrevista en la COPE en la mañana del viernes de la forma más cruda: “La cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se pueda contratar con tu hermana y recibir 300.000 euros de beneficio por vender mascarillas”. Para que no quedara ninguna duda, el partido colocó la frase en su cuenta de Twitter.
El tipo de puñalada que Casado propina con frecuencia al Gobierno de Pedro Sánchez esta vez cae entre los omoplatos de Díaz Ayuso. A fin de cuentas, aunque jurídicamente no sea delito, políticamente es indefendible.
Aun así, Casado, que cita después la cifra más exacta de 286.000 euros, no se corta y plantea la posibilidad de que se haya cometido un delito. “Es una cantidad lo suficientemente relevante como para que alguien pueda pensar que hay un tráfico de influencias”. Es un delito que está en el Código Penal y el líder no tiene inconveniente en soltarlo en antena.
Hasta en cuatro ocasiones –parece que con una no era suficiente–, Carlos Herrera pregunta si todo proviene de una filtración que le llega de Moncloa. “¿No teme que se la hayan colado?”, le interroga el periodista. Casado lo niega tajantemente en cada ocasión. Dice que recibió la información “con datos fiscales y bancarios” sin precisar quién es la fuente, aunque da a entender que no es sólo una.
No le sorprende la pregunta, porque admite que eso mismo es lo que le dijo Ayuso en un mensaje de texto. Casado encargó a Teodoro García Egea que se pusiera en contacto con el Gobierno para confirmarlo. “Llamamos a Moncloa, que nos dice que es completamente falso”.
Casado está tenso durante toda la entrevista. No sonríe. No gesticula, como es habitual en él. No intenta ser irónico. Es un poco como si le estuvieran sacando una muela bien agarrada a la encía y el dentista hubiera sido tacaño con la anestesia local.
Poco después y en la misma emisora, Díaz Ayuso interviene por teléfono: “Lo que me está pidiendo el presidente de mi partido es que yo demuestre mi inocencia, y eso es lo más doloroso de todo”. Es lo mismo que ella ha exigido al Gobierno central a cuenta de innumerables polémicas. No te hace tanta gracia cuando te lo hacen a ti. Afirma con la misma seguridad que Casado que el presidente de su partido le dijo que se había enterado por Moncloa. “Y me dice el presidente (por Casado), Moncloa nos ha dado una información gravísima de que tu hermano ha cobrado una comisión, y esto es una bomba, es terrible”.
Es obvio que uno de los dos miente.
Díaz Ayuso tiene como objetivo principal reducir la cifra de 286.000 euros que habría recibido su hermano. En ese momento, la conversación entra en un terreno confuso. “Lo que tengo claro es que (el pago) no es ilegal”. Al mismo tiempo, alega no saber nada sobre qué contratos ha firmado su hermano y con qué cantidades. No sabe cuánto ni cómo, pero sabe que todo se ha hecho cumpliendo la ley.
Los datos más concretos aparecen en un comunicado firmado por ella unas horas más tarde y una rueda de prensa de sus consejeros de Sanidad y Hacienda. La cantidad percibida por su hermano pasa a ser de 55.850 euros más IVA (en total, 67.785). Ya no es una comisión, sino “el cobro de las gestiones realizadas para conseguir el material en China y su traslado a Madrid”.
La paradoja se multiplica. El jueves, la duda era saber qué había hecho Tomás Díaz Ayuso para ganarse ese dinero. Ahora es al revés. ¿Qué hizo entonces la empresa que recibió la adjudicación directa del contrato? ¿Rellenar un formulario y hacer unas llamadas a la Consejería de Sanidad? ¿Servir de pantalla para el hermano?
Los dirigentes del Partido Popular no saben dónde meterse y hacen acopio de antidepresivos. Van a necesitar muchas visitas a la farmacia. Los francotiradores disparan desde las fuentes anónimas. En El Mundo, los partidarios de la madrileña dicen que “Ayuso es el PP, no Egea”. Los de Génova cuentan en La Razón que Casado está convencido de que Ayuso acabará imputada de manera inmediata. La guerra no ha hecho más que empezar.
Pero hay algunos que no han perdido la calma y que ya se mueven para aprovechar la oportunidad. Es el caso de Alberto Núñez Feijóo, que se muestra muy crítico con la gestión que ha hecho Génova de la crisis teniendo mucho cuidado de no colocarse en el bando de Ayuso. El presidente gallego se está presentando ante las bases y dirigentes del partido como el único adulto en mitad de esta reyerta de antiguos amigos y ahora feroces enemigos, gente que se cree que todavía está conspirando como cuando dieron el salto desde Nuevas Generaciones hasta las plantas nobles de Génova.
Feijóo era el candidato más previsible para suceder a Mariano Rajoy en el PP y en el último momento decidió pasar por razones no muy bien explicadas. En la campaña de Castilla y León, se batió el cobre en favor de Mañueco incluso cuando ya se sabía que no les iban a ir bien las cosas en las urnas. Es lo que se suele llamar sacrificarse por el partido. El viernes, dio una entrevista a Federico Jiménez Losantos, un viejo enemigo suyo que esta vez le dio tratamiento VIP. Las vueltas que da la vida.
“Las luchas en el vestuario se pueden entender, pero comportamientos como el de ayer (por el jueves) no pueden aceptarse”, dijo. Primer aviso de Feijóo. Si Casado y Ayuso se hunden en la pelea de barro, es posible que sea él el que aparezca con la escoba y el pelotón de limpieza.
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