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La confesión de Barrionuevo sobre el GAL fuerza al Gobierno a marcar distancias con la guerra sucia contra ETA

Pedro Sánchez y Eneko Andueza, el pasado sábado en un acto de partido en Vitoria.

José Enrique Monrosi / Iker Rioja Andueza

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El terrorismo de los GAL por el que fueron condenados el exministro del Interior José Barrionuevo y el que fuera su secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, sigue siendo en gran medida un tema tabú de la política española. Pero esa gran mancha en el legado del mandato de Felipe González ha emergido precisamente en plena conmemoración de los 40 años de su histórica victoria de 1982. Todo ha sido a raíz de la entrevista del diario El País, hecha pública el domingo, en la que Barrionuevo justifica la guerra sucia contra ETA. Las declaraciones han soliviantado a las víctimas y han obligado a PSOE y Gobierno a mover ficha. 

“El GAL nunca debió suceder y solo contribuyó a causar dolor y alimentar la Ley del Talión”, afirmó este miércoles el delegado del Gobierno en Euskadi, el socialista Denis Itxaso. En el acto de conmemoración del Día de la Memoria en Euskadi, Itxaso añadió que “la defensa de los derechos humanos no es creíble si no es integral y coherente. Desde la legitimidad que nos da haber defendido la libertad, la democracia y el Estado de Derecho frente a la amenaza terrorista, volvemos a condenar la existencia del GAL, pues fue un gran horror que causó un dolor que es el nuestro y restó crédito y legitimidad al Estado”. 

Las palabras del alto cargo del Gobierno en Euskadi suponen un salto cualitativo en el relato mantenido hasta la fecha desde el propio PSOE y también desde el Ejecutivo, llegando a plantear ir un paso más allá: “Debemos tener el coraje de afrontar la tarea de deslegitimación de todos los discursos del odio sin tabúes ni miradas parciales. Es tiempo para la claridad y para reivindicar la coherencia del Estado de Derecho y las garantías democráticas sobre las que se sustenta la convivencia. Porque la democracia se debilita cuando responde con la misma moneda a los violentos y no puede aceptarse que haya víctimas que sean de unos u otros, ni de distinta consideración; sino únicamente víctimas del fanatismo y la violencia cuya memoria y respeto deben cimentar cualquier suelo firme de justicia y convivencia”. 

Desde Ferraz se prefiere, al menos por el momento y en público, esquivar el tema y remitir a lo dicho por el PSE, el delegado del Gobierno y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en los últimos días. Ni la portavoz del partido en la rueda de prensa del lunes, Pilar Alegría, ni el propio Pedro Sánchez en ninguna de sus intervenciones han hecho mención al asunto. Algo diferente al posicionamiento explícito del partido en Euskadi. Su secretario general, Eneko Andueza, calificó las palabras de Barrionuevo como “unas declaraciones inaceptables que pretenden justificar hechos muy graves, repugnantes, que van contra la democracia y contra el Estado de Derecho”. 

Andueza añadió que “las actividades terroristas del GAL van a contar siempre con la condena y el rechazo contundente del Partido Socialista de Euskadi”. En su opinión, esas palabras “son reprochables porque duelen a las víctimas y son injustas con ellas porque no las tienen en cuenta, las desprecian”. Y subrayó además que “van contra una sociedad que ha sufrido lo indecible y que ya se ha manifestado de forma reiterada frente a todas las expresiones del terrorismo”. 

Marlaska: “Fueron actos terroristas de la máxima gravedad”

También desde el Gobierno se ha producido un rechazo explícito de las palabras del exministro del Interior de Felipe González. El actual ministro de ese departamento, Fernando Grande-Marlaska, definió los perpetrados por los GAL como “actos terroristas de la máxima gravedad”, y quiso subrayar que “los únicos medios que hicieron posible la derrota de ETA fueron el Estado de Derecho y la aplicación de la ley”.

Barrionuevo fue condenado a diez años de prisión por su participación en las actividades terroristas de los GAL aunque cumplió una mínima parte de la pena. Ahora, en la citada entrevista en el diario de Prisa, el exministro ha justificado su responsabilidad en la guerra sucia contra ETA. “Los etarras decían que era una guerra. Yo no podía actuar contra los que están disparando desde mi trinchera, aunque disparen algún tiro equivocado”, afirma en esa entrevista en la que reconoce que ordenó la captura en el sur de Francia del dirigente de ETA José Mari Larretxea Goñi y también dio la orden de que se liberara a Segundo Marey cuando fue secuestrado, por equivocación, por los GAL.

Por esas palabras EH Bildu ya ha solicitado su comparecencia en comisión constitucional en el Congreso de los Diputados. La formación independentista vasca insta también a que el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, comparezca para dar a conocer cuál es la posición del Gobierno ante las palabras de Barrionuevo a pesar de la postura marcada ya por Marlaska.

Desde Unidas Podemos, su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, se pregunta por qué El País entrevista a “un terrorista de Estado condenado, que se jacta de sus actividades terroristas y que ejerció el terrorismo de Estado –colaboró con el asesinato clandestino de personas– siendo ministro del Interior de Felipe González? ¿Qué nos quieren decir?”, publicó en su cuenta de Twitter. Otros socios del Ejecutivo, como ERC, criticaron abiertamente las declaraciones de Barrionuevo. “El Estado tiene deberes en cuestiones democráticas”, afirmó la portavoz de ERC, Marta Vilalta.

En los actos del Día de la Memoria en Euskadi, que se celebra desde 2010 en la fecha del 10 de noviembre por ser una fecha libre de asesinatos, se ha contado por primera vez con la presencia de una víctima de los GAL entre los homenajeados (el Memorial que depende de Interior sí ha incluido siempre a estas víctimas). Se trata de Veronique Caplanne, cuyo padre fue asesinado en 1985 a los 36 años porque los pistoleros a sueldo del Estado lo confundieron con un miembro de ETA. “Gracias. Finalmente tenemos la impresión de ser escuchados, comprendidos y considerados”, señaló Caplanne al término de su intervención.

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