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Entrevista Autor del libro 'Heredarás mi reino'

David López Canales: “La vida de Juan Carlos I es un thriller escandaloso de traiciones y personajes turbios”

El periodista David Lopez Canales

Marcos Pinheiro

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“La misión de los reyes no consiste únicamente en reinar. Antes que nada deben asegurarse de que la familia permanezca en el trono”. Sobre esa frase erige el periodista David López Canales (Madrid, 1980) el relato contenido en su nuevo libro, Heredarás mi reino (Ediciones B, 2024), un repaso a la última década de la monarquía, cuando trata de asegurar su continuidad a través de Leonor para enterrar la etapa de Juan Carlos. “¿Qué ruido hace un rey al caer?”, se pregunta López Canales al inicio del libro, para exponer al lector todo lo ocurrido desde la famosa cacería de elefantes.

Los escándalos de estos 10 años han pasado en buena parte desapercibidos para el gran público gracias a la protección que políticos y medios brindan a la Casa Real. Por eso, López Canales hace un repaso de todos ellos y destaca cómo ese ejército político-mediático se ha reagrupado ahora en torno a la figura de Felipe VI, que libra una batalla contra agentes externos e internos con un solo objetivo vital: mantener a la familia en el trono.

¿Por qué quiso escribir el libro? ¿Tiene la sensación de lo que ha ocurrido estos diez años no se ha contado bien? ¿Que hay mucha gente que quizá no conoce bien la historia de lo que ha pasado con con Juan Carlos I?

Tengo la sensación de que la gente tiene una idea vaga de lo que ha pasado. Me parece que lo que ha ocurrido se parece a una historia casi de Shakespeare pasada por Netflix, un thriller tan insólito y tan grave que la gente realmente no es consciente de ello. Yo he querido escribir el libro porque me parece que vivimos en una época en la que los hechos parecen no importar, la realidad no ya es que esté distorsionada, es que a veces ni siquiera existe. Y yo quería que estos acontecimientos estuvieran narrados tal cual han sucedido. Al margen, luego del análisis que yo hago, y que otras personas podrían realizar uno distinto. Porque yo conozco bien lo que ha ocurrido porque he trabajado sobre esos hechos.

Como dice, en el libro hay hechos que están narrados tal cual. Y hay pasajes que, al leerlos, uno se pregunta si el resto de la gente los conoce, como que hay una finca que se llama La Angorrilla, que fue acondicionada para que el rey pasara el tiempo con Corinna Larsen. Hay muchas cosas de ese tipo que la gente desconoce.

Sí, el propio caso de Corinna Larsen, que es muy llamativo. Cuando tenía el manuscrito, se lo di a un par de personas a leer y me decían: “Claro, yo es que todo esto, por ejemplo de la historia con Corina, no lo sabía. Yo pensé que solo era una cosa sentimental”. Claro, porque el relato del escándalo sentimental es lo que se construyó desde la Casa Real, incluso desde el Gobierno, para tapar lo otro. Pero detrás había una relación que era mucho más y que es la que al final ha demolido la figura de Juan Carlos. Esa relación de negocios empresariales, de dinero en el extranjero, de cuentas opacas, de fundaciones, de transferencias, etc. Me parece un ejemplo muy simbólico, cómo ha quedado la idea de que con esta señora había solo una relación sentimental, pero en realidad era mucho más.

Ahora que hablaba de los negocios, cuando se intenta buscar una explicación al comportamiento del rey en ese ámbito, al presunto cobro de las comisiones por ejemplo, muchos periodistas aluden a que Juan Carlos era pobre respecto al resto de monarquías europeas. ¿Qué hay de cierto en esto en realidad?

Los datos nos dicen que es verdad que la Familia Real española no tiene la fortuna que puede tener la británica o la noruega, que son dos de las que tienen con mayores bienes, fortuna y riqueza. Pero no es una excusa como para que Juan Carlos o la Familia Real diga 'oye, yo quiero tener lo mismo que los otros'. Porque con ese argumento estarían todos los políticos robando, todos los empresarios robando y todos los trabajadores robando. Estaríamos todo el mundo intentando robar para tener lo mismo que el vecino.

Sobre esto del dinero, ¿se sabe cuánto tiene el rey?

Me encantaría saberlo. Yo creo que eso solo lo sabe el rey y probablemente el CNI, que ha sido cómplice en muchas cosas. Creo que Juan Carlos tiene una inmensa fortuna, porque yo soy de los que cree que lo que ha aflorado en las investigaciones en Suiza contra Juan Carlos, que son hechos probados, es solo la punta de un iceberg. Estamos hablando de 40 años de reinado y lo que ha salido, las investigaciones, los hechos probados, son solo de cuatro o cinco años. Así que solo Juan Carlos sabe el dinero que tiene y no creo que el resto lo sepamos nunca. Ni siquiera creo lo sepa el resto de la Familia Real.

De hecho, usted menciona alguna estimación periodística, pero que no está muy documentada ni argumentada.

En este relato de los hechos siempre se ha repetido una cifra: que el rey emérito tiene una fortuna de 2.000 millones. Eso supuestamente lo sacó Forbes. Yo lo que hago es contar la historia de dónde viene el dato para decir que es falso, nunca ha sido una cifra fiable ni una investigación propiamente hecha. No sé a cuánto asciende, pero sé que esos 2.000 millones es un dato falso que provenía de una revista bastante cuestionable que luego lo replicó Forbes en un artículo digital y que a partir de ahí la prensa lo ha ido difundiendo como si fuera cierto. Pero no hay ninguna base para ese dato.

En el libro menciona a veces la importancia de algunas de las imágenes que se han conocido durante estos últimos diez años para derribar el símbolo de Juan Carlos y se centra en la del elefante. ¿Es esa foto la que cambió en gran parte la percepción sobre el rey?

Sí, por la foto y por el momento en el que sucedió, de recesión y de desprestigio de las instituciones. Que cambia la imagen del rey lo demuestran las encuestas. El rey pasa de tener un aprobado rozando el siete a derrumbarse y tener un tres y pico. Además, para Corinna Larsen esa imagen del elefante se convierte en la primera prueba de que se está yendo contra ella, porque se ha filtrado desde el Estado, desde la Casa Real o desde el CNI, cuando eso no es cierto. La encontró en internet un editor gráfico de El Mundo, buscando cómo ilustrar un artículo. Pero Larsen, más de diez años después, sigue repitiendo que esa es la primera prueba de la campaña contra ella. A mí me parece muy interesante eso también, porque es lo que va a desencadenar la guerra que hemos vivido entre los dos, en la que Corinna fue a por el rey y luego directamente a por la Casa Real, a por Felipe y Letizia.

En la parte sobre Corinna Larsen hay algunos episodios con Villarejo, las grabaciones o el momento de las cajas de documentos confidenciales y el jet privado. Todo esto que parece un poco más de película de espías.

Es un thriller. Era una mezcla entre Shakespeare y Netflix. Un Shakespeare actualizado a la estética y al ritmo de hoy, porque en pocos años suceden muchas cosas. Tuvimos un rey que se iba con una amante, que mató a un elefante, que se cayó, que acabó abdicando casi por obligación y que luego terminó huyendo del país. Entre medias hay un jefe de los espías que lo protege y que organiza operaciones en el extranjero. Un policía corrupto que quiere chantajear al Estado y que tiene una conversación con Corinna Larsen que él mismo graba. Ningún guionista hubiera escrito algo así.

Me acuerdo de la historia de John McAfee, que salió huyendo, que acabó en una cárcel en España, en una historia extravagante. Bueno, pues parecido, pero encima es un rey. Con la construcción que tuvo de símbolo durante muchos años, con la importancia que tenía, con cómo se lo blindó y protegió. Y en pocos años no solo todo eso se desmorona sino que sucede ese thriller escandaloso de traiciones, de personajes turbios, de villanos, de héroes que no lo son, de princesas que tampoco lo son. A mí me encanta como espectador. Otra cosa es la gravedad de lo ocurrido, claro.

Hay un momento, al final del libro, en el que se centra en el relato de hechos que contienen los autos de archivos de las investigaciones contra el rey, que concluyen que no se puede actuar contra él por su inviolabilidad, pero recogen algunos delitos. ¿Tiene la sensación de que hemos tenido al frente de la Jefatura del Estado a un presunto delincuente que se ha librado únicamente por esa inviolabilidad?

En este caso, no sé si la palabra presunto está correctamente aplicada, porque él mismo, con esas regularizaciones fiscales que hace, está confirmando los delitos fiscales que ha cometido. La propia decisión de Felipe VI en pleno confinamiento, cuando castiga al padre por las fundaciones opacas, de alguna manera también se está cargando la presunción de inocencia de su propio padre. Y desde la Casa Real. Sin embargo, esos hechos, que están probados y que son demoledores, a mí me parece que han pasado también muy desapercibidos y que se han intentado distorsionar. Cuando se cerraron las investigaciones, algunos miembros del PP y de Vox decían incluso que había que pedirle perdón al rey emérito por las acusaciones que se le habían hecho, porque las investigaciones habían demostrado que era inocente. No, las investigaciones no han demostrado que sea inocente. Han demostrado que los delitos o han prescrito o no se le puede juzgar porque es inviolable.

En el libro también habla de la protección a la figura del rey Juan Carlos durante todos estos años. Comentaba el papel de la derecha, pero aquí también es importante el papel de una parte de la izquierda. ¿Qué opina de la actuación del PSOE durante la última década?

El PSOE jamás ha permitido, junto al PP, aunque en su caso va en el ADN, que se abriera una comisión de investigación en el Congreso. El PSOE siempre ha blindado y ha protegido a la Corona. Juan Carlos empieza a dejar de ser el rey ejemplar que había prometido en su coronación en la época de Felipe González. Y luego fueron Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba los que le instaron o recomendaron que abdicara. Y hoy día el PSOE, con Pedro Sánchez, sigue haciendo lo mismo. Ahora mismo existe una protección de la figura de Felipe para no abrir ningún debate sobre la Corona, que al menos hubiera existido si el PSOE realmente hubiera querido.

Esa protección sobre Felipe VI también ha sido periodística, como lo fue también con Juan Carlos I. ¿Cree que se ha pasado de defender al padre a hacerlo exactamente igual con el hijo?

Totalmente. No hay más que ver los medios con ocasión de la jura de la Constitución de Leonor, las pocas voces críticas que plantearan otras alternativas, otro debate, otra realidad al margen de la oficial. Parece como que en la Casa Real hubieran celebrado unas primarias en las que se ha elegido un nuevo líder, cuando lo que ha llegado es el heredero que llevaba bajo el mismo techo 40 años. Esa protección yo la veo. Hay una idea que se repite mucho en algunos medios también, no solo para proteger a Felipe, sino incluso para para salvar un poco a Juan Carlos, que es que fue un gran rey y un hombre vulgar: el gran rey de la Transición que en su época de vejez fue un hombre más vulgar. Esa idea creo que también es falsa, pero también ayuda a proteger a Felipe: cuanto menos dañina sea la imagen del padre, mejor le viene a Felipe y a la Corona.

En el libro plantea de hecho la idea de que Felipe VI es casi un rey de transición entre Juan Carlos y Leonor. ¿Piensa que si Leonor llega a reinar la monarquía habrá conseguido salvarse?

Es un plazo muy largo, porque a Felipe VI le quedan muchos años de vida, aunque luego igual llegue a abdicar cuando sea mayor, como ha hecho el padre para que la hija no envejezca en el banquillo. Pero sí creo que esta etapa de Felipe como rey es una etapa de capear el temporal, de intentar hacerlo lo mejor posible, de intentar ser lo más ejemplares, o parecerlo. Y el objetivo es que Leonor llegue al trono, porque será una nueva época. Es de una nueva generación y es mujer, lo que ayudará mucho también simbólicamente. Juan Carlos hará años que habrá muerto y entonces sí estarán probablemente olvidados todos esos escándalos. Pero claro, todo eso es si no suceden nuevas cosas, si no se enciende un debate que ahora mismo no existe.

Como dice, ahora no hay ese debate sobre la monarquía. ¿No tiene la sensación de que se ha pasado página sin más?

Estoy de acuerdo con eso. Da la sensación de que toda la etapa de Juan Carlos está amortizada, de que fue la gota que colmó el vaso de una época de casos de corrupción que dejaron incluso de escandalizar y que todo eso ha pasado. Sin embargo, sí que hay una división de opiniones entre la gente. Durante la jura de la Constitución de Leonor 'Hola' hizo una encuesta que daba unos datos muy significativos. Preguntaba si Leonor contribuye a acercar la corona a los jóvenes: el 43% decía que no, el 47% que sí. Otra pregunta decía si debería tener mayor presencia pública: el 40% que no, el 44% que sí. Esa encuesta a mí me demuestra una diferencia de opiniones. ¿Por qué digo esto? Porque aunque ahora mismo es verdad que no existe ese debate, que se da por olvidado o amortizado, creo que puede estar latente por esa diferencia de opiniones que hay y que en algún momento se puede desatar. Tampoco nadie hubiera dicho que antes del 15 M iba a pasar todo lo que pasó en pocas semanas, ¿no? Pues con esto yo tengo la misma sensación. Ahora mismo no está el debate ahí, no parece que vaya a estar próximamente, pero no significa que no pueda suceder algo que lo desate.

Ese debate lo puede desatar alguna nueva información sobre el rey emérito, ¿tiene la esperanza de que en algún momento llegaremos a saberlo todo o cree que esto no va a ir más allá?

Creo que no lo llegaremos a saber todo, pero lo que sabemos ya es mucho para retratar al personaje. En los casos que hemos conocido hay uno muy llamativo que es el de las tarjetas black, que usaban algunos miembros de su familia con un dinero que venía de un empresario mexicano. Entre las personas que la usaba estaba la reina Sofía, lo que supone cruzar una línea roja muy fuerte. Ya no es solo Juan Carlos, sino también la reina Sofía. Con lo cual, ya solo con las cosas que se han demostrado, que son hechos probados, que han salido en las investigaciones, son muy llamativas. Y a partir de ahí el resto es calcularla en la cuantía de lo que ha ganado el rey emérito estos años, si son mil millones o 100. Pero es igual de escandaloso. Quizá sepamos si se ha hecho diez o tres veces más rico, o las contraprestaciones por esos pagos, pero la del delito y el comportamiento está más que demostrado.

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