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Cuatro diferencias entre el Gobierno que el PSOE dará a Rajoy y la gran coalición alemana

Rajoy y Merkel junto al socialdemócrata alemán, Martin Schulz.

Fátima Caballero / Irene Castro

La decisión del PSOE de permitir que gobierne Mariano Rajoy es inédita en la democracia española. Nunca los dos partidos que se han alternado en el Gobierno central han apoyado al otro, sino que socialistas y PP lograban sacar adelante el gobierno gracias al apoyo de los partidos minoritarios.

La irrupción de Podemos y Ciudadanos ha cambiado ese escenario. El viraje del PSOE a la abstención ha servido a los de Pablo Iglesias para acusar a su rival de sumarse a la “gran coalición”, en referencia al acuerdo entre el CDU de Merkel y el SPD en Alemania, mientras que la gestora sostiene que hará “oposición firme”. ¿Cuáles son las diferencias entre la decisión del PSOE y la de sus homólogos alemanes?

“La primera distinción es que uno es un acuerdo de gobierno y el otro es para permitir la investidura”, apunta el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid, Lluís Orriols. La gran coalición alemana entre los conservadores y los socialistas se produjo en 2013 tras una negociación entre la líder del partido Unión Cristiano Demócrata, Angela Merkel y el partido socialdemócrata (SPD) de Sigmar Gabriel.

Habían pasado dos meses desde las elecciones en las que el partido conservador obtuvo 311 diputados y el 41,5% de los votos y los socialistas 193 escaños y el 25,7%. Merkel se quedó a cinco escaños de la mayoría absoluta y llegó a un acuerdo con los socialistas mediante un pacto programático de 184 páginas y la cesión de ministerios.

Pero esta no era la primera vez: en 2005, el CDU y el SPD ya formaron una coalición de gobierno. Como señala Orriols, “el nivel de involucración es distinto, dejas de ser oposición para ser gobernante”.

Mariano Rajoy y el líder provisional del PSOE, Javier Fernández, no se han sentado para acordar líneas programáticas. Lo que ha aprobado este domingo el Comité Federal del PSOE ha sido investir presidente a Rajoy, sin condiciones, para que pueda formar Gobierno. Con la abstención de los socialistas en segunda votación, el PSOE no se compromete a respaldar ninguna de las medidas que el futuro Ejecutivo del PP lleve al Parlamento.

Numerosos dirigentes que han apostado por la abstención han defendido que desde el Parlamento se puede hacer oposición y que se buscará la mayoría en el Congreso para tumbar leyes que han adoptado los conservadores durante estos últimos cuatro años de Gobierno, como la Lomce o la ley mordaza. “Lo importante no es solo lo que es, sino lo que acaba aparentando ante la opinión pública”, apunta el politólogo de Piedras de Papel.

El voto con el que el Grupo Socialista hará presidente a Mariano Rajoy y el que los socialistas alemanes emplearon para investir a Merkel es otra de las diferencias. El PSOE votará en contra de Mariano Rajoy en la primera votación y se abstendrá en la segunda. De esta manera, el Partido Popular podrá formar gobierno después de obtener una mayoría simple en la segunda votación del debate de investidura con más votos a favor que en contra. En el caso alemán, hubo una clara mayoría absoluta a favor del Gabinete de Angela Merkel en el Parlamento. Los demás partidos, como los verdes y Die Linke, votaron en contra o se abstuvieron.

En el tipo de votación radica otra de las distinciones entre ambos procesos. En España el voto en la investidura es público por llamamiento, mientras que en Alemania es secreto. 23 diputados de los dos partidos que firmaron el acuerdo, probablemente la mayoría del SPD, rechazaron la gran coalición.

La Constitución alemana prevé el voto en conciencia por lo que el SPD no amenazó con sanciones. Lo mismo sucede en España, donde el “mandato imperativo” de los partidos está prohibido, pero la gestora apela al sometimiento de los diputados a las decisiones de los órganos internos para que se abstengan. El PSC y varios parlamentarios ya han amenazado con mantener el rechazo a Rajoy aunque sean sancionados.

El SPD recibió el aval de los militantes

La segunda vez que los socialistas alemanes apostaron por gobernar con Merkel, tras las elecciones de septiembre de 2013, decidieron consultar a las bases. El acuerdo se produjo después de que el candidato del SPD, Peer Streinbrück, dimitiera a pesar de que había mejorado el número de representantes en el Bundestag y que tenía la posibilidad de gobernar si lograba un acuerdo de izquierdas con Die Linke y los verdes.

Pero Merkel estaba a cinco escaños de la mayoría absoluta y sacaba al segundo partido 118 diputados y 15,8 puntos (Rajoy tiene 52 más que los socialistas y les aventaja en once puntos). Esa diferencia llevó a Sigmar Gabriel –que se hizo con el liderazgo del partido– a plantear un acuerdo con los conservadores que sometió a la votación de los militantes.

Fue la primera vez que se tomaba esa decisión y las bases apoyaron a la dirección con un 76% de los votos en favor del acuerdo. 256.643 votaron sí, frente a 80.921 votos contrarios Hubo también 32.000 votos nulos.

En 2005, la primera vez que Merkel llegó al poder gracias a la gran coalición, la decisión fue en los despachos y los afiliados no tuvieron nada que decir.

El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, ha desoído a los dirigentes –incluidos algunos miembros de la dirección provisional– que reclamaban una consulta a las bases argumentando que la democracia representativa del Comité Federal era suficiente. “No hemos alcanzado un acuerdo programático que puedan aceptar o rechazar los militantes”, esgrime una dirigente próxima a la gestora.

¿Habrá castigo al PSOE?

El temor de los dirigentes del PSOE que se oponen a la abstención es que quede “desdibujado” como alternativa y se hunda electoralmente. Como explica Orriols, “se va a producir una batalla de relatos en la que el PSOE tratará de defender su papel de oposición y Podemos mostrará la complicidad entre PSOE y PP”.

Tras la primera gran coalición en Alemania, los socialdemócratas se hundieron: pasaron del 34,2% de los votos en 2005 al 23% cuatro años después. En 2009, Merkel pactó con los liberales dejando fuera del gobierno a los socialistas, que en las siguientes elecciones federales aumentaron en 47 escaños su representación mientras que los liberales desaparecieron. Merkel creció ocho puntos entre 2009 y 2013.

“No hay una ley general que castigue a los participantes en coaliciones”, explica Orriols: “Si no tienes una amenaza es más fácil salir indemne”. El profesor y colaborador de Piedras de Papel admite que el problema para los socialistas es la competencia que tiene por la izquierda con Unidos Podemos frente a la inexistencia de un “rival” fuerte para el SPD.

“A corto plazo, con el PSOE dividido y absteniéndose, es difícil pensar que esto no le acarree coste electoral”, analiza Orriols, que considera que la “evolución electoral” de los socialistas dependerá en buena medida de cómo lleve a cabo la renovación del liderazgo y la “recomposición”. “Un partido roto no se percibe con buenos ojos”, concluye.

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