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Esperanza a dos años vista

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. EFE

Luz Sanchis

Madrid —

La habitual copa de Navidad que ofrece el Gobierno a los periodistas sirve para felicitar las fiestas y dejar caer comentarios aquí y allá para intentar trasladar un estado de opinión. Mariano Rajoy, su mujer y casi todo el gabinete recibieron a la prensa para extender la idea de que sí, la situación del país es pésima pero que en 2013 se quedará en mala. Todos tuvieron mucho cuidado en no pronunciar ninguna frase triunfalista, pero el presidente, Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos, Cristóbal Montoro y Fátima Báñez se esforzaron mucho en trasladar a periodistas y tertulianos que en el segundo semestre se empezará a ver todo menos negro y el color se quedará castaño oscuro.

Para una esperanza más sólida habrá que esperar a 2014.

El propósito de Rajoy para el Año Nuevo es bajarse de la montaña rusa y “gestionar el aburrimiento y la prosperidad”. De momento, lo que se asume es que Bruselas será comprensiva con el incumplimiento del déficit prometido ya que el Gobierno sigue la senda acordada.

Dos horas antes, Rajoy había vuelto a descargar todas las culpas en “la herencia recibida” durante la reunión de todos los parlamentarios de su partido en Toledo. Aunque en su discurso de investidura prometió “que en política no existe la herencia a beneficio de inventario” , ayer volvió a descargar las culpas en la gestión socialista, una excusa que los suyos también se aplican en utilizar siempre que pueden. El próximo 28 de diciembre, día de los Inocentes, el jefe del Ejecutivo hará un balance oficial, centrado en presumir de las reformas emprendidas por su Gobierno para atajar el déficit.

Además de una moderada esperanza, el Gobierno tenía mucho interés en hablar de Cataluña. En este caso, la política se adentra en el terreno de los sueños. Muy preocupados ante la negociación de CiU con ERC, Rajoy no tiene aún descartado que la investidura de Mas cuente con la abstención del PP catalán y del PSC y solo desea que el acuerdo con ERC no cuaje. Llama la atención que más de un ministro resuma las elecciones catalanas en la pérdida de escaños, como si CiU no hubiera ganado, y que, sobre la cuestión de la consulta soberanista, eche de menos a Juan José Ibarretxe: “Al fin y al cabo, él siguió lo que dice la ley, se le dijo que no y se fue”.

En plena negociación con Cataluña a través de conversaciones discretas con Josep Antoni Duran i Lleida, un ministro admitió que la reforma educativa de José Ignacio Wert está suponiendo un gran obstáculo para acercar posturas porque sus planes contra la inmersión lingüística no han llegado en el mejor momento. Con un encogimiento de hombros, confiesa que “en política, no siempre es fácil gobernar los tiempos”.

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