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La dimisión de Espinar aísla a Pablo Iglesias en su decisión de competir con Íñigo Errejón

Íñigo Errejón, Pablo Iglesias y Ramón Espinar.

Aitor Riveiro

“El partido está en shock”. La frase la pronunció el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, el viernes 18 de enero. Un día después de que Íñigo Errejón anunciara el lanzamiento de una plataforma electoral de la mano de Manuela Carmena y abriera en dos al partido. Un terremoto que coincidió con el quinto aniversario de la formación y cuyas réplicas no solo no han cesado, sino que se han extendido por toda la organización y la mantienen en vilo a cuatro meses de unas elecciones cruciales.

Las voces que piden una negociación entre Pablo Iglesias y su antigua mano derecha crecen. Y también la resistencia a hacerlo. Este viernes, 10 secretarios generales autonómicos reclamaban en Toledo “cooperar y no competir” en Madrid. Que se abriera una negociación entre los dos principales rostros de Podemos. Una petición que se ha convertido en hegemónica entre los cuadros territoriales del partido. Lo que opinan las bases es todavía un misterio.

La reunión fue convocada por el secretario general de Castilla-La Mancha, José García Molina. Un pablista reconocido que, según ha podido confirmar eldiario.es, habló con su jefe de filas largo y tendido en la tarde del jueves. Pablo Iglesias, según fuentes conocedoras de la conversación, no estaba del todo de acuerdo en la oportunidad de la reunión. Eso sí, planteó la necesidad de “hablar mucho” para intentar atajar la crisis. No fue el único secretario general autonómico afín a Iglesias que acudió a Toledo. El de Extremadura, Álvaro Jaén, también asistió.

A la cita tenía intención de acudir el líder de Madrid, Ramón Espinar, uno de los liderazgos regionales más afines a Iglesias. Algunos de los asistentes a la reunión querían, precisamente, oír al por entonces líder de Madrid. Que explicara qué había ocurrido en las interminables y, finalmente, infructuosas negociaciones entre Errejón y las direcciones autonómica y estatal.

Pero Espinar no asistió a la reunión. 15 minutos antes de la hora a la que estaba convocada la prensa para informar de la reunión, anunció en Twitter su dimisión. “Cuando no tienes margen para dirigir y no compartes el rumbo, te tienes que ir”, aseguraba a eldiario.es en una breve conversación instantes después de difundir su carta de renuncia.

En un tuit posterior, a última hora del día, Espinar recordaba un fragmento de la serie The Wire para explicar su decisión.

El anuncio de Espinar cogió a los secretarios generales en pleno debate. García Molina asegura en conversación con eldiario.es que la noticia cayó “como un mazazo”. “Es una mala noticia para nosotros. Nos tiene que hacer pensar”, apunta.

El líder castellanomanchego insiste en que los secretarios autonómicos se reunieron para reclamar “unidad y responsabilidad a todo el mundo” y cumpliendo los mandatos de los inscritos en Podemos, que han marcado la fórmula con la que el partido tiene que concurrir a las elecciones. Y concluye: “Tenemos documentos, procesos y un secretario general”.

Ese “rumbo no compartido” del que hablaba Espinar pasaba por mantener puentes tendidos con Errejón o no. Intentar reconducir la situación. Bien ahora, y organizar una candidatura conjunta en mayo, bien después de las elecciones.

Pero la decisión de la dirección estatal no tiene, de momento, fisuras. Aquel 17 de enero, Pablo Iglesias respondió a Errejón en una larga y medida carta dirigida a los inscritos del partido. En ella, había dos mensajes claros. El primero, que el cofundador del partido se situaba “fuera de Podemos” con su movimiento.

Segundo, y quizá más importante, que el partido iba a confrontar con la lista de Más Madrid a nivel autonómico y se retiraba de la carrera municipal para no competir con Carmena. Pero también para no integrarse en su candidatura y no darle apoyo logístico ni electoral.

Aunque es difícil cuantificarlo, no son pocos los que hacen números para intentar averiguar cuántos votos podría perder Carmena en una competición que hace cuatro años se decidió por un puñado de sufragios. Unos cuantos miles de votos más para la candidatura de Esperanza Aguirre (o de menos para la de Carmena) y la historia hubiera sido otra.

La reacción de Pablo Iglesias a la dimisión de Espinar y, sobre todo, a las voces internas que, cada vez con más intensidad, le piden que intente reconducir la situación en Madrid ha sido convocar al máximo órgano entre asambleas del partido.

El próximo 2 de febrero se reunirá en Madrid el Consejo Ciudadano Estatal, sin que haya trascendido de momento el objetivo de la convocatoria, más allá de debatir sobre la situación. Los golpes de efecto son marca de la casa y pocos se aventurar a anticipar qué puede ocurrir, aunque la rumorología comienza a cundir.

En duda está también si asistirán Íñigo Errejón y sus afines. El cofundador de Podemos aseguró el pasado lunes, tras dimitir como diputado nacional, que mantiene sus cargos en el partido: tanto en el Consejo Ciudadano como en el Consejo de Coordinación. Incluso ha sostenido que se considera aún el candidato de la formación.

Sin embargo, no asistió a una reunión de preparación de la campaña de mayo en la que, según informó eldiario.es, se criticó las formas con las que había anunciado un movimiento político que, por otro lado, muchos creen necesario de alguna manera para reactivar la ilusión en un partido que está alicaído en el momento con más influencia política y con más capacidad de mejorar la vida de las personas de su breve historia. Paradojas de la política.

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