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Feijóo ataca a Abascal tras la crisis por los pactos con Vox mientras asume un Gobierno de coalición con la extrema derecha

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, este domingo en un acto de precampaña en Toledo.

Aitor Riveiro

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Quedan tres semanas para las elecciones del 23 de julio y las encuestas ya son el alimento fundamental en el desayuno de los candidatos a la Moncloa. Y los sondeos de este lunes no han sido del agrado de Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP sigue en cabeza de las estimaciones, pero todas las publicadas ayer señalaron una caída en votos y escaños, e incluso la suma con Vox empieza a rozar los límites de la mayoría absoluta. En la resaca de la crisis por los pactos con la ultraderecha, Feijóo ha retomado la estrategia de arremeter contra su líder, Santiago Abascal, al mismo tiempo que su partido negocia con la extrema derecha en varios territorios, fundamentalmente Murcia, que celebra su debate de investidura esta misma semana. Pero la novedad este lunes fue que por primera vez Feijóo ha asumido públicamente que sus opciones de gobernar pasan por pactar con la extrema derecha una coalición.

En el PP confiaban en zanjar el enfrentamiento abierto con Vox en Extremadura, que al final tuvo que reconducir la dirección nacional cuando Feijóo giró de estrategia y dejó sola a María Guardiola en el rechazo a un Ejecutivo autonómico conjunto con la extrema derecha. Los diez días de ruido atronador terminaron cuando en la planta séptima del número 13 de la madrileña calle de Génova algunas cuentas empezaron a no salir. La repetición electoral extremeña, a la que no había miedo, de repente se convirtió en anatema

“Toca hablar de Sánchez”, fue la orden que recibió Guardiola de la cúpula del PP. Ella hizo su parte: asumió una coalición, se tragó sus palabras (según lo ha descrito el presidente andaluz Juan Manuel Moreno este mismo lunes) y firmó con Vox. “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”, dijo ella. A la misma hora, Feijóo seguía haciendo campaña hacia el 23J con un argumento insólito ese día: “Sin palabra no hay política”

Pero la crisis está lejos de zanjarse, pese a los intentos de Génova. Esta misma semana se celebra el debate de investidura de Fernando López Miras en Murcia, pero de momento no hay acuerdo cerrado con Vox, que se empeña en entrar sí o sí en el Gobierno autonómico después de lo que para ellos fue una traición: el pacto del PP con unos tránsfugas de su propio partido en la moción de censura de 2021.

Con el Gobierno de López Miras en el aire, y el de Jorge Azcón en Aragón cocinándose “despacio y sin hacer ruido”, este lunes Feijóo fue entrevistado de nuevo en Telecinco por Ana Rosa Quintana. “Sus votantes toman notas”, advirtió el líder del PP a la extrema derecha. “Si Vox está dispuesto a votar en contra para que no gobierne el PP [en Murcia], está a favor de que se quede el 'sanchismo”, apuntó. 

Pero Feijóo no solo piensa en Murcia. De hecho, María Guardiola dejó claro en una carta a la militancia el porqué de su giro: “El objetivo es llevar a Feijóo a la Moncloa”. Y en Génova tienen ya claro que el ruido en su relación con Vox les penaliza entre la derecha, pero el acercamiento a la extrema derecha impide al PP ampliar su base hacia el centro, su objetivo declarado.

En ese juego de equilibrios, Feijóo ha optado este lunes por la estrategia de palo y zanahoria. El candidato gallego no soltó la presa en toda la entrevista en Telecinco: “Los de Vox tienen que pensar que su bajada en las encuestas debe de ser porque no están de acuerdo en que Vox garantice el 'sanchismo' en localidades y comunidades autónomas”.

Vox no regalará “ni un voto”

“Si Abascal vota con el ‘sanchismo’, tendrá que explicarlo”, concluyó. Feijóo hablaba de Murcia, pero elevó el tiro al presidente de Vox, con quien negoció personalmente en una conversación telefónica la paz en Extremadura.

La respuesta de Vox fue casi inmediata. Su secretario general, Ignacio Garriga, aseguró en una rueda de prensa que su partido no regalará “ni un voto”. El portavoz ultra en el Parlament de Catalunya aseguró que sus motivos son puramente ideológicos: “Después de tener uno de los peores presidentes que hemos tenido, el señor Zapatero, el PP consiguió una mayoría absoluta. Y no sirvió para nada. Imagínense lo que pueden ser 150 o 160 diputados del PP. No servirán para nada. Nuestro compromiso es protagonizar un cambio y derribar todo lo que ha hecho la izquierda”.

Por la tarde, en un foro organizado por La Razón, Feijóo intentó rebajar la afrenta al líder de Vox: “Abascal tiene más antigüedad en mi partido que yo, aunque ha decidido marcharse. Abascal tiene una cultura orgánica que probablemente otros miembros de su partido no tengan. Tiene una vocación de interés general y probablemente algunos de su partido no han pertenecido a partidos que han sido determinantes en la construcción de la transición y la democracia española”.

Feijóo siguió: “No puedo creer que Vox siga votando con el PSOE en contra de presidentes del PP que han ganado las elecciones. Es un error que pagarán en las urnas, el electorado no va a consentir que por unos sillones en unas consejerías se vote a favor del 'sanchismo”.

“Las previsiones demoscópicas parecen arrojar que la discusión no está tanto en quién puede ser presidente, sino con qué fórmula va a gobernar”, dijo Feijóo en La Razón. Y concluyó: “No pactar en contra de principios innegociables como la violencia machista o la protección del medio ambiente. Estos principios están y estarán en nuestros gobiernos”.

También tuvo tiempo de acusar a Garriga de intentarle “chantajear”. El líder del PP no quiere que le relacionen con Vox, mucho menos con su presidente. Hay apenas un par de fotos de Feijóo junto a Abascal (por protocolo en actos oficiales), y el rechazo del candidato de la derecha a los debates a cuatro planteados por RTVE y el grupo Prisa tiene su origen, precisamente, en que no se establezca una elección por bloques el 23J. 

En Génova no quieren que en plena campaña se construya un marco comunicativo en el que se presente una única disyuntiva en las urnas: Pedro Sánchez con Yolanda Díaz frente a Feijóo con Abascal. En esto también se esforzó el líder del PP ante Ana Rosa Quintana, quien acusó al PSOE casi de obligarle a gobernar con Vox.

“Si el PSOE tuviere algún interés en que Vox no esté en el Gobierno, haría lo mismo que nosotros en Barcelona, Vitoria, o la Diputación de Gipuzkoa”, dijo en referencia a la votación en estas plazas para dejar fuera, respectivamente, a ERC y EH Bildu. “Es el PSOE el que facilita las coaliciones con Vox cuando no deja gobernar al PP ni ganando”, añadió.

Pero Feijóo terminó por pasarse de frenada al decir: “Le he dado más alcaldías y diputaciones al PSOE que he pactado con Vox”. El mapa de la composición de los ayuntamientos tras las elecciones del 28 de mayo muestra un escenario opuesto.


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Feijóo teme un “empate” y asume gobernar con Vox

Feijóo también mostró en Telecinco claramente dónde está el principal riesgo para sus intenciones el 23 de julio: que Sumar alcance la tercera posición y la división del voto entre PP y Vox les penalice en el reparto de escaños en las provincias medianas.

“Si dividimos la derecha entre Vox y el PP, empatamos”, le confesó a Ana Rosa. Feijóo explicó que unir el voto en las provincias de cuatro diputados permite ir a un reparto “3-1” con el PSOE, y en las de tres, ir a un “2-1”. Pero insistió: “Si dividimos [el voto], iremos a empate”.

¿Empate entre quiénes? No lo especificó y no hubo repregunta. Pero también este lunes Feijóo ha dejado dicho algo a lo que se había resistido hasta ahora, al menos en público: que no tiene inconveniente en gobernar España en coalición con Vox.

El líder del PP había jugado al despiste con este asunto. Los dirigentes del partido, en privado, sí han dejado más o menos claro que no tiene intención de dejar escapar la Moncloa por mucho que eso suponga gobernar con la extrema derecha. Pero este lunes en una entrevista en El Mundo lo asumió él mismo, en primera persona y con una única salvedad: que lo acabe necesitando.

“Si le tengo que pedir a Vox el sí, lo lógico es que forme parte de mi Gobierno”, dijo en el periódico de Unidad Editorial. Feijóo insistió en la idea: “Si necesitamos a Vox, estamos dispuestos a buscar encajes, pero cuando no necesitamos a Vox no queremos gobernar con ellos”.

Ya no es el 12%, tener más o menos votos que la izquierda, ser primera o tercera fuerza ni la renuncia a los “principios” que defendió el portavoz, Borja Sémper. A 20 días vista de las elecciones generales en las que Feijóo se juega todo, ha definido las reglas para sus acuerdos con la ultraderecha. Basta con que la necesite para que acabe entrando en el Consejo de Ministros.

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