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La interminable guerra interna de las derechas en Asturias sacude a Ciudadanos

El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón (2i), conversa con dos diputadas durante el debate sobre el estado de la región, este lunes en Oviedo. EFE/Paco Paredes

Javier Martínez Mansilla

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Asturias es la única comunidad autónoma en la que, en sus casi cuarenta años de autonomía, ha gobernado el PSOE durante 35 y donde además su Parlamento regional acoge a cuatro formaciones diferentes de la derecha (o centro derecha). Mucho antes de que irrumpiese Vox e incluso de la aparición de Ciudadanos, la derecha ya se había partido en Asturias, con la escisión del PP propiciada por quien fue su hombre fuerte en la región: el exministro Francisco Álvarez Cascos.

En estos momentos en el Principado gobierna desde 2019 el PSOE de Adrián Barbón, que cuenta con 20 diputados frente a los 10 del Partido Popular liderado por Teresa Mallada. Ciudadanos le sigue con cinco diputados y cuatro Podemos, mientras que Izquierda Unida, Vox y Foro Asturias, cuentan con dos escaños cada uno en la Junta General del Principado. 

Entre los obstáculos para alcanzar el poder en Asturias, los partidos conservadores sufren las consecuencias de una sucesión de guerras internas, que les persiguen prácticamente desde la Transición. La actual crisis de Ciudadanos es el último episodio.

El comunicado de Ciudadanos

“Ciudadanos está en un periodo de autodestrucción”, sostiene Xuan Cándano, fundador de la revista Atlántica. “Durante la última campaña, ya había división dentro del partido”, añade. Dos parlamentarios de la formación naranja, Laura Pérez Macho y Armando Fernández Bartolomé, presentaron esta semana un comunicado que abriría una grieta profunda en un partido que ya empezaba a resquebrajarse en 2019.

A través de su escrito, los diputados criticaban una serie de “hechos y declaraciones públicas” en Asturias vinculados con el proceso “para disolver su formación en el PP”. Un proceso dirigido por “el ex secretario de Organización de Ciudadanos, Francisco Hervías”, como reza el escrito. A su entender, la dirección nacional, encabezada por Inés Arrimadas, debía clarificar su postura y compromiso con el proyecto original del partido.

La dirección regional, liderada por Ignacio Cuesta, debía, según los firmantes del comunicado, abandonar las respuestas ambiguas ante los rumores que vinculaban su futuro al del Partido Popular. “Basta de tonterías”, sentenciaba Arrimadas en una entrevista para la COPE. “Nacho Cuesta, como la mayoría de la gente, se queda en Ciudadanos”, añadió. De esta manera, la líder de la formación trataba de apagar un incendio interno que lleva soltando chispas desde las últimas elecciones autonómicas.

Pactar con el PP o pactar con el PSOE

En la cúpula de Ciudadanos Asturias existe una división y dos corrientes enfrentadas. Por un lado, el sector que tiene como objetivo “ser el partido progresista bisagra que propone ideas transformadoras en una región en decadencia socioeconómica y demográfica”, como lo defiende la ex portavoz de la junta de Ciudadanos, Laura Pérez Macho. En castellano raso, atraer al PSOE hacia el centro y, sobre todo, “evitar que pacte con Podemos”, en palabras de la diputada. 

El otro bando, en el que se encuentra el actual líder de la formación, Ignacio Cuesta, tiene como “principal proyecto en Asturias el pacto con el PP de Canteli en Oviedo, un ala popular muy conservadora”. Así lo explica Pérez Macho, en una entrevista para elDiario.es. Para este sector del partido, el éxito electoral en el Principado iría ligado al desempeño de las concejalías en la capital y a su alianza con el PP.

De esta forma, Ignacio Cuesta y Laura Pérez simbolizan las dos caras enfrentadas de un partido cuya ruptura se encuadra en diciembre de 2019, “tras la intervención de la votación de presupuestos por parte de la Gestora de Madrid”, como explica Laura Pérez. Abstenerse o votar en contra del PSOE fue el debate interno que le costaría el cargo de portavoz parlamentaria del grupo a Laura Pérez. Tras el último comunicado, firmado junto a Armando Fernández Bartolomé, ha querido mostrar su preocupación ante las posibles consecuencias en la región de la “operación Hervías”, esa opa lanzada por quien fuera mano derecha de Albert Rivera para llevarse a cargos del partido a Ciudadanos.

Un capítulo más de las guerras intestinas que históricamente afronta la derecha asturiana y de las que se ha beneficiado, sobre todo, el partido socialista.

Desde los bancos de la izquierda observan con atención las sucesivas crisis de las distintas derechas. “Aquí, el principal problema de esta corriente es que está en una región donde tiene muy difícil gobernar”, considera Daniel Ripa, secretario general de Podemos Asturies. “En torno al 55% de los votos se mueven siempre en la rama de la izquierda. Además, la opinión pública también está muy ligada al movimiento progresista”, analiza Ripa. 

La primera escisión

En Asturias “los resultados dan lugar a un monopartidismo imperfecto”. De esta forma describía en 1983 Pedro de Silva, presidente socialista del Principado, la situación política que marcaría el futuro de la región. Dentro de las cuatro décadas de autonomía del Principado de Asturias, solo ha habido dos breves momentos en los que la derecha superó a la izquierda en las urnas.

La primera ocasión llegó en 1995 con el PP de Sergio Marqués. Su victoria sería poco más que un espejismo puesto que el enfrentamiento interno no tardaría en aparecer. En aquella ocasión con el entonces secretario general del Partido Popular y vicepresidente del gobierno de José María Aznar, Francisco Álvarez-Cascos. “Desde el inicio de la democracia en la derecha ha habido disputas internas por cuestiones personales y por caudillismo”, considera Xuan Cándano. Esta terminaría con la expulsión de Marqués del partido, para convertirse en líder de la primera escisión del PP en Asturias: URAS (Unión Renovadora Asturiana). 

Después del paréntesis de Marqués, los socialistas retomaron el gobierno del Principado con el largo mandato de Vicente Álvarez Areces, que se prolongó hasta 2011, que coincidiría en el tiempo con el de Gabino de Lorenzo (PP), alcalde de Oviedo desde 1991 hasta 2012. Es durante ese periodo de bonanza cuando se fragua el llamado “pacto del Duernu”. Hablamos de un acuerdo no escrito del bipartidismo para repartirse el gobierno de Oviedo, la ciudad más conservadora de Asturias, y el de una región mayoritariamente progresista. Hasta que, una vez más, volvió a emerger la figura de Álvarez-Cascos.

Cascos dinamita el Pacto del Duernu

“A partir del año 2011 entra todo el sistema de la derecha en erupción”, explica Daniel Ripa. En apenas tres semanas, Mariano Rajoy dejó fuera de la candidatura de Asturias a Cascos, después de meses de enfrentamiento público. Pocos días más tarde, el que fuera secretario general y vicepresidente del Gobierno dejó la militancia en el PP después de 34 años y fundó Foro Asturias Ciudadanos. Su objetivo: convertirse en la alternativa al bipartidismo en el Principado. Y lo logró

Dos semanas después del 15-M, Cascos ganó las elecciones en Asturias apelando a un regeneracionismo y regionalismo que calaría hondo en una sociedad asturiana castigada por la crisis y hastiada de los gobiernos de siempre. El “Pacto del Duernu” había saltado por los aires. “En ese momento se plantea que la derecha pueda gobernar en Asturias”, explica el secretario general de Podemos Asturies, “una cosa novedosa hasta aquel momento”.

Sin embargo, incapaz de establecer alianzas con el PP, Cascos, en menos de un año, volvió a convocar unas elecciones que perdería frente al PSOE. Ese fue el primer tropezón de la caída en picado de Cascos y de Foro Asturias. Desde entonces, “ha habido una serie de descalabros electorales continuados”, en palabras de Adrián Pumares, portavoz parlamentario de FAC. 

Lucha interna en Foro

En estos momentos, la formación se encuentra inmersa en una cruenta guerra civil entre los partidarios de Álvarez-Cascos y los de Carmen Moriyón, actual presidenta de Foro. En 2019, Moriyón decidió expulsar al fundador de Foro y llevarlo ante los tribunales por apropiación indebida y administración desleal de los fondos del partido. 

El parlamento es el escenario más visible de esta enorme brecha que divide a Foro y a sus dos diputados electos. Por un lado, se encuentra el casquista Pedro Leal, enfrentado con su propio partido y votando por libre; y por otro, Adrián Pumares, partidario de Moriyón y diputado clave para la aprobación de la reforma del estatuto de autonomía donde se incluye la cooficialidad de la lengua asturiana.

Una propuesta apoyada por todas las fuerzas de la izquierda y rechazada por todas las de la derecha, especialmente Vox que ha lanzado una campaña con vallas publicitarias y un mensaje: “Los progres quieren imponer a un millón de asturianos una lengua que no es la suya. Cooficialidad No”. Así reza la campaña promovida por Vox Asturias, donde aparece en solitario Adrián Pumares, secretario general de Foro, con la boca tapada por una “x”.

De esta manera, el partido de extrema derecha pone el foco en el portavoz de Foro que, a diferencia de Pedro Leal, está a favor de la cooficialidad, pero ya ha puesto condiciones y precio a su voto. Entre ellas, una ley de uso que requiera la aprobación de una mayoría reforzada de tres quintas partes de la Cámara y que no incluya al asturiano como lengua vehicular. También ha exigido ayudas a la natalidad y la eliminación del impuesto de Sucesiones. 

El PP, a contracorriente

Con la vuelta de la hegemonía socialista en el Principado, primero con Javier Fernández (2012-2019) y ahora con Adrián Barbón; y la del Partido Popular, con Alfredo Canteli en la alcaldía de Oviedo, todos coinciden en que la buena sintonía entre ambos indica la renovación del “Pacto del Duernu”. “Barbón habla bien de Canteli y Canteli habla bien de Barbón”, apunta Daniel Ripa. “Sigue el equilibrio en Asturias”.

Esta balanza, sin embargo “crea tensión en una derecha acostumbrada a gobernar en muchos sitios, pero no aquí”, añade Ripa. El PP de Teresa Mallada, líder la oposición en la Junta, se enfrenta al difícil reto de revertir una corriente que arrastra inherentemente hacia la izquierda en la región. El PP cuenta con ocho alcaldías de los 78 municipios que componen el Principado, uno menos que Izquierda Unida que cuenta con 9. El PSOE gobierna en 53.

“La cosa no ha cambiado mucho a lo largo de los años y eso debería ser un motivo de reflexión y de preocupación especialmente para el Partido Popular”, considera Laura Pérez Macho. “El PP no ha sido capaz de construir un proyecto alternativo sólido en sus fundamentos e identificable por los votantes que haga frente al PSOE y que permita la competencia electoral y la alternancia en el Gobierno”, concluye la diputada de Ciudadanos. “Todo lo cual es conditio sine qua non para la salud democrática y para la mejora de las instituciones”.

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