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La joven que denuncia abusos de dos guardias civiles: “Es un infierno y no poder esclarecerlo es lo peor”

Fachada de la Audiencia Provincial de Madrid

Alberto Pozas

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“Esto es un infierno. No recordar y no poder esclarecerlo es lo peor”. Con estas palabras se dirigió este miércoles a la Audiencia Provincial de Madrid una joven mallorquina que denuncia haber sido víctima de abusos sexuales en grupo por parte de tres hombres - dos de ellos, agentes de la Guardia Civil - en un piso de la capital en 2018, tal y como reveló elDiario.es. La primera sesión del juicio ha escuchado a la víctima relatar cómo lo poco que recuerda viene en “flashes” y que, a la mañana siguiente, supone que “algo había pasado”. “Lo noté en el cuerpo, lo noté en mi vagina”, aseguró en la vista de esta mañana para explicar por qué terminó denunciando. Los tres acusados han protagonizado una declaración con muy pocas fisuras en la que, según su relato, todo ocurrió pero fue consentido.

Víctima y acusados han relatado cómo se conocieron de fiesta en el barrio madrileño de La Latina en marzo de 2018, cómo pidieron unas cervezas en un bar donde coincidieron con unos estadounidenses y cómo esa misma noche estuvieron en el piso de uno de los chicos. También cómo, ya de madrugada, ellos llevaron a la chica, originaria de Palma, en taxi a la casa de un buen amigo donde se alojaba esa noche. Pero hasta ahí las coincidencias: ellos afirman que ella estaba consciente y lúcida cuando decidieron ir al piso de uno de ellos y cuando, después de jugar a “verdad o atrevimiento”, mantuvo relaciones sexuales con los tres a la vez. Ella, sin embargo, afirma que no recuerda nada desde que consumió esa cerveza en el bar y que, desde luego, no consintió ningún tipo de relación sexual que, además, tampoco recuerda.

Con voz ahogada y con su imagen protegida por un biombo, la joven ha explicado a la sección 23ª de la Audiencia de Madrid que conoció a los chicos de bares por La Latina, que uno mintió y dijo que se llamaba Jorge cuando no es verdad, y que ella misma pagó una cerveza en el último bar en que estuvieron. Habló en inglés con un chico estadounidense sobre que quería ir a vivir al extranjero y, a partir de entonces, casi nada. “No recuerdo ni decidir salir de ese bar, lo que tengo son flashes, no recuerdo ni caminar ni ir en taxi”, ha dicho al tribunal.

Esos “flashes” son, por ejemplo, estar “tumbada en una cama y ver a dos desnudos”, estar “en el baño”, en “un taxi” y ya, finalmente, despertarse al día siguiente. Su estado no era el de una borrachera normal, según cuenta. “Como si no pudiera hacer nada, ni tomar ninguna decisión”, ha relatado. Y cuando se despierta, según su testimonio, se da cuenta de que algo no va bien. “Tengo una sensación aterradora, dolor en el vientre y en la vagina, no me acordaba pero una mujer lo sabe”, explica.

Según ha relatado al tribunal, primero habló con su amigo de Madrid y después, una vez de vuelta en Baleares, trasladó sus temores a su médico de cabecera. Fue llevada a urgencias y rechazó ser vista por un médico forense, según ha dicho, porque le explicaron que eso implicaba que tenía que denunciar y ella quería asegurarse antes. “Estaba en shock. Es una responsabilidad poner una denuncia y quería esclarecer lo que había pasado”, explica. Finalmente, denunció los hechos en la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de Madrid y, poco tiempo después, volvió a cruzarse con los supuestos abusadores en una discoteca de Palma. Allí fueron detenidos.

La denunciante ha tenido que parar varias veces su declaración, con la voz ahogada y con la presidenta del tribunal dándole tiempo y pidiendo calma. Una presidenta del tribunal que ha cortado los intentos de todas las partes de hacer preguntas tendenciosas. “No puede hacer las preguntas así, sugiere las respuestas”, ha dicho por ejemplo a la fiscal al principio del interrogatorio. Y ha cortado también los intentos de la defensa de plantear como contradicciones la declaración actual de la víctima con la que prestó ante la UFAM en primera instancia. “La declaración que vale es la del juzgado de instrucción, la de la UFAM no está ratificada”, ha zanjado la magistrada.

“Como ya ha dicho mi amigo”

El relato de los tres acusados, dos de ellos recién llegados a la Guardia Civil cuando ocurrieron los hechos, es el que aporta la existencia de las relaciones sexuales pero con la etiqueta del pleno consentimiento. Tres declaraciones coincidentes entre ellas en las que los acusados han dirigido al tribunal frases para demostrar que llevan diciendo lo mismo desde que comparecieron por primera vez. “Como ya ha dicho mi amigo” o “como ya dije ante la Policía” han sido frases repetidas al menos una decena de veces. En su versión, ella estaba “en perfecto estado”, fue la que “estableció los límites” de la relación en todo momento e, incluso, bromeó al final. “Me siento como una actriz porno”, han dicho todos que dijo ella.

Según su versión, la joven accedió a ir a casa de uno de ellos a seguir bebiendo y participó activamente en el juego de “atrevimiento o verdad” que llevó , alegan ellos, a que espontáneamente ella terminara manteniendo relaciones sexuales con los tres a la vez en una habitación. Ella, ha dicho uno de los acusados, “estaba perfecta, ningún signo de la más mínima embriaguez, ella decidía qué quería hacer y tomaba la batuta de la relación, estaba disfrutando de lo que hacía”. En el taxi, según la versión de los chicos, ella incluso estaba cariñosa con el acusado con quien más “feeling” había tenido. Después ellos volvieron al centro de Madrid y siguieron de fiesta. Al día siguiente, incluso, mantuvieron otra relación sexual múltiple con otras mujeres.

Hasta este punto, por tanto, el tribunal cuenta con testimonios con pocos puntos en común: la falta de memoria de la joven y los acusados que aportan un abanico inagotable de detalles exculpatorios sobre los que ella nada tiene que decir porque, según su versión, no se acuerda. Ha comparecido un testigo, amigo de ellos y compañero de piso que estuvo un rato, para avalar su versión con apenas unas pocas divergencias: que ella fue llevada en volandas por uno de los acusados y no “a caballito”, como ha dicho él. Ha llegado a afirmar que, en el piso, “todos se movían con libertad de movimientos y andando” pero que ella “no estaba bebida” cuando participaron en el juego.

“Estaba como ausente”

Donde la versión de los acusados no puede entrar es en qué pasó cuando dejaron a la joven en casa de su amigo, a más de 10 kilómetros de distancia, antes de volver de fiesta a La Latina casi a las tres de la madrugada. Y ha sido su amigo, que ha testificado, quien ha corroborado su versión sobre qué ocurrió después: ella llegó a casa mucho más tarde de lo que habían acordado y “estaba como ausente, no estaba, ella consiguió hablar pero no consiguió decir más que una o dos palabras”. Después se fue a la cama y no volvieron a hablar, ya por teléfono, hasta el día siguiente.

“No recordaba nada o casi nada, se notaba que estaba preocupada”, ha explicado el testigo por videoconferencia. También ha sido preguntado por los mensajes que cruzaron esa noche, que ella no recuerda y que, según él, estaban escritos de una manera extraña para ser su amiga. “Cuando conoces cómo escribe una persona, conoces cuándo escribe diferente”, ha dicho. Esos mensajes, fueron anteriores y posteriores a los hechos. Ellos afirman que dejaron a la joven en perfecto estado pero su amigo explicó que llegó despeinada y con las medias rotas. Lo que incluso el testigo de la defensa ha defendido que es una “carrera” que todos vieron a lo largo de la noche pero ninguno sabe de dónde salió, mientras que ella afirma que recuerda haber escuchado el sonido de cómo sus medias eran rasgadas.

Otro de los asuntos en el que los tres acusados han incidido una y otra vez para demostrar su inocencia es cómo entregaron voluntariamente sus teléfonos móviles y sus claves a los investigadores . “Estamos completamente convencidos de que no hemos hecho nada”, dijo uno de ellos. Ese volcado de información ha provocado que hayan tenido que dar explicaciones sobre varios asuntos almacenados en sus teléfonos móviles con mensajes haciendo alusión a los hechos. Por ejemplo, cuando el amigo y testigo compartió la noticia sobre la condena de 'La Manada' de Pamplona y expresó su preocupación.

Los tres acusados han explicado que hicieron bromas sobre la noticia, también sobre la incapacidad de dos de ellos para mantener una erección esa noche, pero han dejado claro que no se sentían identificados con los condenados por la violación de San Fermín. “Más abajo, en otro mensaje, los llamo hijos de puta”, ha destacado uno de ellos mientras acusaba a la Policía de escoger los mensajes de sus grupos fuera de contexto. “El informe policial es tendencioso y denota animadversión hacia nosotros”, ha dicho, para terminar afirmando que “es falso, miserable, ruin y mezquino la acusación de usar la sumisión química”. El amigo que ha testificado fue el que aseguró en ese grupo de WhatsApp que le “preocupaba” el caso de Pamplona, pero lo ha desvinculado de lo sucedido en Legazpi. “Todas las sentencias me preocupan, de una manera o de otra”, ha dicho.

También han tenido que contestar a por qué repartían pegatinas con el nombre de su grupo de amigos, lo que permitió a la víctima localizarles por Instagram, y si compraron equipos de video para grabar las relaciones sexuales que mantenían. Ellos han negado tajantemente que quisieran hacer eso y han explicado que sacaron la idea de unos “chavales americanos que se grababan cuando ligaban, se puso de moda y valoramos la opción de hacerlo”. Compraron incluso un equipo pero esa noche los vídeos los grabaron con sus teléfonos móviles. Los vídeos, según ellos, demuestran que la joven participó activamente en la relación y según ha dicho la acusación “contrasta con lo que dicen ustedes”.

Petición de seis años de cárcel

El juicio seguirá este jueves con más testificales, declaraciones periciales y los informes finales de las partes. Está por ver si la Fiscalía mantiene su petición de seis años de prisión para los tres acusados por abusos sexuales no consentidos y con penetración. En un primer momento, la investigación intentó dilucidar si la mujer había sido víctima de alguna sumisión química, pero la Fiscalía no hace alusión alguna en su escrito de acusación y se limita a afirmar que su incapacidad para comprender lo que pasaba venía por la ingesta de alcohol, que como ha destacado ella misma no fue excesiva.

La acusación en su escrito tampoco hace esa apreciación abiertamente y se limita a asegurar que ellos “suministraron bebidas” a la víctima y que entró en estado de embriaguez por el consumo de alcohol y “otras sustancias”. En lo que sí coinciden Fiscalía y acusación, basándose en el relato de la víctima, es en que los tres se aprovecharon de su estado para abusar de ella en grupo.

Este jueves las acusaciones se apoyarán tanto en la uniformidad del relato desde que declaró en el juzgado de instrucción, después además de que la Audiencia haya excluido su primera declaración ante la UFAM, como el testimonio de su amigo que ratifica cómo ella afirmó desde el primer momento que había pasado “algo” aunque no quisiera denunciar a los chicos desde el principio. Muchas preguntas del interrogatorio de la Fiscalía y de la acusación particular han ido dirigidas, precisamente, a demostrar que la joven no se ha inventado la acusación y que no existía ningún tipo de animadversión hacia ellos. Una animadversión tan fuerte como para emprender un proceso judicial de cuatro años que, según ha dicho ella misma, ha sido y es “un infierno”. En una de sus respuestas a la defensa, ha preguntado: “¿Cómo voy a consentir algo que no recuerdo?”.

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