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Luis Gonzalo Segura: “Me quieren meter en la cárcel cuando los corruptos son ellos”

El militar Luis Gonzalo Segura

Marimar Cabrera

El teniente del Ejército de Tierra Luis Gonzalo Segura, autor de Un paso al frente, la novela que denuncia corrupción en las Fuerzas Armadas españolas, se enfrenta ahora a una sanción de hasta medio año de privación de libertad en un centro militar por dos faltas graves que atentan contra la disciplina. Asegura que “una cárcel militar” no hará que cesen sus denuncias aunque teme perder de forma definitiva su trabajo.

El próximo viernes 13, un tribunal militar decidirá el tiempo exacto que el teniente pasará en un centro disciplinario, en Colmenar Viejo o Alcalá Meco en Madrid, por “destapar en un libro los excesos de los altos mandos, presentarlo al público, comentarlo con otros compañeros militares a la hora del café y contarlo a los medios”, explica Segura.

La novela, que ha ocupado los puestos de los más vendidos en Amazon desde su lanzamiento con más de 10.000 ejemplares, parte de denuncias que él mismo ha planteado ante la justicia. Habla de desfases presupuestarios en la compra de combustible, comida, equipos informáticos y armamento. “Es curioso, me quieren meter en la cárcel cuando los corruptos son ellos y tachan mi actitud a la hora de faltar a la disciplina, pero no a la verdad”, añade.

A través de la historia de tres militares – un oficial, un suboficial y un soldado-, el militar explica los privilegios de los altos cargos en clubes deportivos, las distinciones a aquellos que no hacen demasiado ruido y los castigos para los que, por el contrario, no comulgan con la filosofía de sus superiores. “Y eso es, precisamente, lo que me ha ocurrido”, apunta el oficial.

Un día antes de ser expedientado, el 14 de mayo, Segura mantuvo una reunión con sus superiores donde le comunicaron que había perdido su confianza. “Esa mañana me reuní con mi teniente y dos capitanes en un cuarto de baño. Allí me encontré con una mesa y cuatro sillas. Me dijeron que había perdido su confianza y que tenía 15 minutos para abandonar mi despacho”, afirma. Al día siguiente, el teniente fue cesado de sus funciones en la unidad de Pozuelo de Alarcón, en la que trabaja desde 2009.

El oficial ya sabía que escribir Un paso al frente le traería consecuencias y afirma que desde que publicó la novela ha vivido un “auténtico acoso laboral”, una situación que ha salpicado a aquellos compañeros que han apoyado su testimonio. Las fuerzas para seguir denunciando “la verdadera falta de disciplina en el Ejército”, cuyo mayor ejemplo es “la corrupción que reina en esta institución del siglo XIX” las ha encontrado en el apoyo de la Asociación Unificada de Militares Españoles y la de Tropa y Marinería de España “cuyos líderes han vivido situaciones similares”.

Está convencido de que acabará en “una cárcel militar, como todos los compañeros a los que se le ha acusado de atentar contra la disciplina”. Señala que “correrá la misma suerte” que otro cabo del Ejército de Tierra al que recientemente se le ha condenado a cinco meses de prisión por criticar la “mala gestión y maltrato” de un coronel “franquista y ladronzuelo”, en correos electrónicos que iban dirigidos al Regimiento de Artillería de Campaña.

Cree que “se buscará hasta el último resquicio” para expulsarlo del ejército y que no podrá hacer nada por evitarlo porque “no hay garantías de defensa” en la justicia militar. De ésta denuncia falta de independencia e intereses a la hora de dictar sanciones para ascender en el cargo, “una tómbola” en la que las papeletas buenas siempre las llevan los mismos. “O si no que se lo pregunten al juez militar Miguel Ayuso que calificó la Constitución de bastarda y fue exculpado”, apunta.

A la espera de que valoren su caso, afirma que se encuentra ante la posibilidad de que la sanción vaya más allá de la falta grave y le imputen un delito por el que se enfrentaría a seis años de cárcel. “Mis declaraciones han dolido porque son reales y es el propio Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra, la figura más desprestigiada en el libro, el que va a juzgarme”, concluye.

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