El nuevo PP de Feijóo medirá sus fuerzas y su relación con Vox el 19 de junio en Andalucía
19 de junio. Juan Manuel Moreno terminó de deshojar este lunes la margarita del adelanto electoral en Andalucía, tras meses amagando con convocar a las urnas. Su primera idea fue la de anunciar la fecha de los comicios justo después de los celebrados en Castilla y León el pasado mes de febrero, pero el insuficiente resultado de Alfonso Fernández Mañueco asustó al PP, que esperaba un mayor apoyo ciudadano, próximo a la mayoría absoluta. No fue así, Vox se confirmó como imprescindible para la gobernabilidad de la región y Moreno desaceleró. Unos días después estalló la guerra final en el PP y Pablo Casado acabó cediendo el control a Alberto Núñez Feijóo, quien afrontará en Andalucía su primer reto electoral como presidente del PP.
“Se trata de una decisión muy meditada, muy reflexionada y muy difícil de tomar. Mi deseo es que estas elecciones cuenten con la mayor participación posible, y la fecha de junio es la mejor”, anunció Moreno Bonilla pasadas las 20.30 horas de este lunes, a través de una declaración institucional televisada y sin preguntas de la prensa.
Las elecciones que estarán marcadas por el resultado de la ultraderecha. El PP gobierna Andalucía en coalición con Ciudadanos después de perder las elecciones de diciembre de 2018. Aquellos comicios los ganó el PSOE y solo la irrupción de Vox con 12 diputados permitió el vuelco hacia la derecha en una comunidad que ha sido un histórico granero de votos para la izquierda. Pero el pasado otoño Moreno perdió su mayoría parlamentaria al no lograr contentar a la ultraderecha en todas sus peticiones, lo que ha dejado a la comunidad sin Presupuestos para 2022 y sumida en la ingobernabilidad, tal y como han reconocido el propio presidente y sus consejeros.
La paradoja a la que se enfrenta Moreno, y con él Feijóo, es la misma que enfrentó Mañueco: dejar de depender de Ciudadanos, y relativamente de Vox, para acabar plenamente en manos de la ultraderecha. Para el presidente del PP nacional, además, se trata del primer test electoral desde que fue encumbrado en el reciente congreso extraordinario, celebrado precisamente en Sevilla y sin abordar un debate ideológico que el PP rehúye desde 2017.
La ausencia de ponencias ha dejado sin respuesta precisamente una de las preguntas que surgieron en las elecciones andaluzas de 2018: cómo se relaciona el PP con Vox. En el entorno de Feijóo aseguran que no quieren que su presidencia se defina por su relación con otros partidos. De hecho, el dirigente gallego se ha esforzado en separarse de lo ocurrido en Castilla y León, el primer lugar donde la ultraderecha ha accedido a un Gobierno de la mano de la derecha desde la restauración de la democracia.
El presidente del PP se ausentó tanto de la sesión de investidura como del acto oficial de toma de posesión de Mañueco. A ambos actos sí asistió Santiago Abascal. De hecho, durante la toma de posesión se conoció que el presidente de Vox y el del PP ya habían intercambiado algunos mensajes telefónicos protocolarios cuando Feijóo fue elegido. Abascal aseguró este fin de semana en una entrevista en El Confidencial que existen “contactos” con su homólogo del PP. Y el propio Feijóo ha confirmado este lunes en OkDiario su intención de reunirse con Abascal, aunque sin ofrecer ningún detalle más.
Feijóo ha intentado situar lo ocurrido en Castilla y León como una herencia del mandato de Pablo Casado. Fue durante la presidencia del palentino cuando el presidente autonómico rompió con Ciudadanos y adelantó los comicios. También la campaña se produjo bajo el control de Casado. Incluso el mandato que recibió Mañueco para negociar sin que se excluyera a Vox ocurrió antes del congreso de Sevilla.
Pero Vox estiró las negociaciones y el acuerdo no se firmó hasta entrado el mes de abril, ya con Feijóo formalmente elegido presidente del PP. Además, varias semanas antes el gallego recibió el mandato de los barones del partido para erigirse en presidente, con el apoyo explícito de Casado, a finales de febrero.
La ausencia de un debate interno sobre cómo debe relacionarse el PP con Vox da lugar a cábalas. Y obliga a Feijóo a desmarcarse discursivamente de la ultraderecha mientras muchos de los gobiernos autonómicos y municipales de su partido dependen de ellos. Entre ellas, Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña ha defendido lo que ella misma ha definido como una “coalición” con Vox.
Un caso curioso se ha producido este domingo, cuando Feijóo felicitó al presidente francés, Emmanuel Macron, por su reelección tras derrotar a la candidata de la ultraderecha, Marine Le Pen. Pero Macron no pertenece a la familia política del PP, sino a la liberal. De hecho, el partido hermano francés del PP, Los Republicanos, cayó en la primera ronda sin llegar al 5% de los votos. En Francia, además, existe una amplia tradición de cordón sanitario a la extrema derecha, que nunca ha logrado gobernar precisamente por las alianzas entre los partidos que defienden los valores republicanos de Libertad, Igualdad y Fraternidad que, normalmente, se ha traducido en reclamar el voto para el enemigo político antes que permitir un triunfo ultra.
Mientras Feijóo felicitaba a Macron, sus socios en España saludaban el resultado de Marine Le Pen, el mejor de la ultraderecha en la historia de Francia.
Defensa de Ciudadanos
Moreno ha defendido hasta la extenuación su acuerdo con Ciudadanos y ha querido proteger a sus consejeros del hundimiento del partido que hoy lidera Inés Arrimadas. Desde el derrumbe de noviembre de 2019, cuando Albert Rivera pasó de 52 a 10 diputados y tuvo que dimitir, Ciudadanos se ha desfondado en Catalunya (de 36 escaños y primera fuerza a seis, y penúltima), en Madrid (de cogobernar a desaparecer) o Castilla y León, donde solo ha salvado el escaño Francisco Igea. Su lugar como vicepresidente lo ha pasado a ocupar Juan García-Gallardo merced a la negociación con Kiko Méndez-Monasterio, mano derecha de Santiago Abascal.
El presidente invitó expresamente a su vicepresidente y líder de Ciudadanos en la comunidad, Juan Marín, al congreso del PP andaluz que lo reeligió al frente del partido en la región.
Una de las primeras decisiones que adoptó Feijóo al llegar al liderazgo del PP fue detener la opa hostil abierta por la antigua dirección. El ex secretario general, Teodoro García Egea, contrató al ex secretario de Organización de Rivera, Fran Hervías, para dirigir el fichaje de cargos medios de Ciudadanos con la intención de acabar de derrumbar el partido de Arrimadas.
Egea ya no es el número dos, Hervías está en el paro y Feijóo quiere reconducir las relaciones con Ciudadanos. Pero las encuestas siguen empecinadas en señalar que el partido que una vez soñó con liderar la derecha española puede desaparecer también en Andalucía. O quedar en una representación testimonial. En ese caso, el más probable según los sondeos, Feijóo no podrá seguir obviando el debate sobre la relación con Vox.
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