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Vox pone al condenado por agredir a Pablo Iglesias a negociar el pacto de Gobierno en Castilla y León y relega a su candidato

Kiko Méndez-Monasterio, en el programa 'El gato al agua' de Intereconomía.

Laura Cornejo / Aitor Riveiro

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El candidato de Vox en Castilla y León, Juan García-Gallardo, ha asegurado en distintas ocasiones que él es quien negocia un posible pacto de Gobierno en Castilla y León. No es cierto. En la única reunión oficial que ha tenido con el Partido Popular, García-Gallardo estuvo tutorizado y prácticamente anulado por Kiko Méndez-Monasterio, copropietario de Tizona Comunicación junto con Gabriel Ariza, hijo de Julio Ariza, ex diputado del PP y dueño del Grupo Intereconomía. En la actualidad, Méndez Monasterio no tiene cargo orgánico en Vox, si bien hasta el pasado verano fue asesor parlamentario del partido y se le considera “mano derecha” del presidente, Santiago Abascal. Su presencia en la reunión pasó casi desapercibida porque cuando entraron los fotógrafos salió de la sala. Entró una vez captadas las imágenes, en las que solo aparecen García-Gallardo y el diputado por Palencia, David Hierro. Pero intervino y mucho, según fuentes del PP, y apenas dejó que García-Gallardo se pronunciase.

Méndez-Monasterio tiene en su haber, además de la autoría de varios libros, una condena en 1999. Un año antes, junto a Marcos Calero, que como él pertenecía al grupo ultraderechista Alianza por la Unidad Nacional (AUN), entonces dirigida por el líder falangista Ricardo Sáenz Ynestrillas, se enfrentó a golpes a un grupo de estudiantes en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. En concreto con miembros de la Unión de Estudiantes Progresistas y de Izquierdas, que habían retirado de un muro de la facultad un cartel anónimo que daba las gracias al dictador Augusto Pinochet “por 25 años de paz”. Entre esos estudiantes estaba el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias. Méndez-Monasterio y Calero fueron condenados por dos faltas de lesiones y amenazas y el primero tuvo que indemnizar a los agredidos con 70.000 pesetas, rebajadas a 14.000 (84,14 euros) tras un recurso por la condición de estudiantes sin ingresos de los condenados. Los condenados también tuvieron que hacer frente a la responsabilidad civil de 105.000 pesetas (631,06 euros).

No es la primera vez que García-Gallardo asume las directrices impuestas desde Madrid. En su primera rueda de prensa tras el 13F, estuvo presente el diputado, portavoz en el Congreso y vicesecretario de Exteriores de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que vigilaba muy de cerca al candidato. A la cita con los medios, que se produjo en un hotel, no acudió Santiago Abascal, pero sí estuvo en la cafetería. Tanto en esa rueda de prensa como en la que dio la semana pasada tras reunirse con el PP, se vio la mano de Méndez-Monasterio: ambas empezaron con un rapapolvo a los medios de comunicación, que, según García-Gallardo, lo han “demonizado”.

En las negociaciones, el presidente en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, no cuenta con nadie de la dirección nacional y mucho menos con asesores en el Congreso, por lo que no se sienten especialmente cómodos con la presencia de “un señor de Madrid”. Pero en algo coinciden los dos partidos y es en que no se ha abordado cómo se reparten los cargos porque “primero se negocia el programa”. Aun así, Vox sí ha dicho públicamente que quieren lo mismo “o más” que obtuvo Ciudadanos en la pasada legislatura teniendo 12 procuradores, ya que ellos han conseguido 13. Lo que Ciudadanos sacó de aquella negociación que acabó en pacto de Gobierno no fue poco: la presidencia del Parlamento autonómico, las consejerías de Transparencia, Cultura, Sanidad y Empleo, la vicepresidencia y la portavocía del Gobierno. Si en la reunión no se habló de repartos, sí se ha hecho a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, y la última vez fue el pasado lunes, cuando el PP dio por hecho que presidiría las Cortes de Castilla y León, una pieza que Vox reclama. La reacción de García-Gallardo, a través de Twitter, fue exigir a Mañueco que rectificase “radicalmente”, algo que de momento no ha conseguido.

La ronda de contactos con los grupos políticos concluyó este martes con una certeza: hay que seguir negociando. Pero los números son los que son y el PP se ha quedado a 10 escaños de la mayoría. O pacta con Vox, o convence al resto de partidos para que se abstengan o apoyen a Mañueco en una votación que consiga su investidura por mayoría simple (más síes que noes). Vox ya ha dejado claro que no apoyará a Mañueco si no entra en el Gobierno. El PSOE no ha tenido opción porque la reunión no duró ni un cuarto de hora, lo que tardó en pronunciarse la palabra corrupción, que motivó el plante del PP. Soria Ya, con tres escaños, podría llegar a algún tipo de acuerdo, pero sería el único partido minoritario que apoyaría a Mañueco, porque Podemos ya se ha descolgado con la negativa. Por Ávila se ha negado a reunirse con alguien que no sea Mañueco y Ciudadanos no quiere hacerle presidente si no se desdice de los motivos que provocaron el adelanto electoral. Mientras, Unión del Pueblo Leonés es tajante: o se plantea la escisión de León de la comunidad o no hay nada que hablar. La idea de Mañueco es hacer una segunda ronda, pero con pocas posibilidades de éxito.

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