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Nuevos envíos de amenazas de muerte con balas sacuden la recta final de la campaña

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, destinatarias de las cartas interceptadas

Irene Castro / Fátima Caballero

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La campaña electoral de las elecciones madrileñas se rompió el pasado viernes y desde entonces va a sobresalto diario. La crispación tras la sacudida originada por los sobres con balas remitidos el pasado jueves al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias; al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; y la directora de la Guardia Civil, María Gámez, que Vox se negó a condenar explícitamente e incluso puso en duda no ha dejado de crecer. Desde entonces la campaña en el aire: sin debates a la vista, las propuestas han quedado enterradas y solo gira en torno a la violencia con cruces de reproches entre los bloques. Cuando faltan seis días para que los madrileños acudan a las urnas, la interceptación de nuevas amenazas, esta vez dirigidas de nuevo a la Dirección del instituto armado y a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, han añadido otro punto de tensión.

La última alerta saltaba este martes, cuando el ambiente ya era irrespirable entre los partidos: los sistemas de seguridad de Correos han identificado sendos envíos con proyectiles dirigidos a la candidata del PP –en el caso del paquete localizado en el centro de distribución en Sant Cugat que contenía dos proyectiles– y a la dirección general de la Guardia Civil –que ha desatado las alarmas en el Centro de Tratamiento Automatizado (CTA) de Vallecas con cuatro balas en su interior–, según ha informado Moncloa.

“El Gobierno condena con rotundidad estos hechos y traslada su solidaridad tanto a la presidenta de Madrid como a la directora general de la Guardia Civil y a las instituciones que ambas representan”, señalaba el comunicado difundido al filo de las 23.00 horas –el primero que la Secretaría de Estado de Comunicación emite sobre este asunto desde que el jueves se conocieran las primeras amenazas–.

La recepción de los primeros paquetes con balas dirigidos a Iglesias, Marlaska y Gámez –a las que se sumó una navaja ensangrentada dirigida a la ministra Reyes Maroto, aunque con un origen diferente, según las pesquisas policiales que detuvieron a un hombre con una enfermedad mental– han derivado en la más anómala de las campañas, debido a la negativa de la extrema derecha a solidarizarse con los amenazados. La izquierda se plantó ante Vox por la actitud de la candidata, Rocío Monasterio, de negarse a condenarlas expresamente más allá de una denuncia genérica de la violencia e incluso acusando al Gobierno de coalición de urdir un “montaje”. PSOE y Unidas Podemos han hecho desde entonces un frente común contra la extrema derecha y han planteado las elecciones madrileñas en el dilema “democracia o fascismo”. Más Madrid también ha señalado al discurso de odio que difunde Vox como culpable de la radicalización que está detrás de las amenazas.

Mientras Interior ha decidido poner escolta a los candidatos que no la tenían o reforzarla en el caso de los que sí, el PP reclamaba a las fuerzas progresistas que dejaran de “sobreactuar” desde el convencimiento de que estaban aprovechando para movilizar al electorado de izquierdas. Los conservadores sostenían, además, que dar publicidad a ese tipo de acciones generan un efecto llamada al que ahora atribuyen los nuevos envíos. Una vez que trascendió la investigación iniciada por los Mossos sobre la amenaza a Ayuso, que ha adelantado El Confidencial, la presidenta madrileña ha improvisado una entrevista en Trece TV para llamar a la “serenidad”. “Estas cosas hay que aceptarlas con serenidad y dándole la importancia que merecen, que es ninguna. Esta gente busca que hablemos de ellos y no les voy a dar el gusto”, ha asegurado.

Unas horas antes, en un mitin en Leganés, la candidata del PP se había referido a las amenazas de muerte que han recibido varios miembros del Gobierno para censurar precisamente que se estén haciendo públicas y defender que eso solo produce un “efecto llamada”. Para ilustrarlo, la dirigente madrileña recordó la agresión que sufrió el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy cuando fue golpeado por un menor en Pontevedra en un mitin de la calle. “Lo único que hizo fue pedir serenidad”, dijo Ayuso. Aquel episodio fue protagonizado por un familiar cercano con problemas psicológicos.

“También el expresidente José María Aznar, que sufrió cuatro veces atentados de ETA, y cuando salió del coche tras uno en Madrid también pidió serenidad”, añadió. E insistió: “Los líderes al pueblo le piden serenidad porque el pueblo a los líderes le pide serenidad, calma, tranquilidad, unión. Si hay algo que no quieren los líderes es darle alas a los violentos porque si hay algo que buscan los violentos es notoriedad y publicidad”. Ayuso ha sido más crítica con la actitud del resto de dirigentes amenazados que con la decisión de Vox de sembrar dudas sobre el envío de esos paquetes e incluso deslizar la tesis de un montaje por parte del Gobierno, como hizo el propio Abascal en un mitin la pasada semana.

En medio de ese clima, Ángel Gabilondo había pedido al resto de fuerzas hacer un “cordón sanitario” a la extrema derecha y a su política de “odio”. Ayuso le contestó reclamándole el apoyo para ser investida para no depender así de Vox, una propuesta que el socialista cortó de raíz: “En el Gobierno de Madrid no queremos ni a Vox ni a las ideas de Vox que blanquea y extiende Ayuso”. Pablo Iglesias se preguntó este martes por qué la monarquía no ha condenado todavía la violencia fascista. Desde Ciudadanos, Bal, ofreció bonificaciones fiscales a quien tuviese seguros privados de salud. Y Mónica García saludó las encuestas que la sitúan tras la estela del PSOE: “Vamos a por la presidencia”. El carrusel de declaraciones fue lo más parecido a una jornada de campaña electoral. Pero a última hora volvieron a aparecer sobres con balas y ya solo hubo tiempo para los comunicados de condena.

La oleada de condenas por las nuevas amenazas no tardó en producirse durante la noche del martes. Además de la manifestada oficialmente por Moncloa, Pedro Sánchez se ha pronunciado a través de Twitter: “Las amenazas a Isabel Díaz-Ayuso y, de nuevo, a María Gámez son amenazas a todos nosotros y nosotras. Ni tolerantes ni cómplices con la violencia y la propagación del odio. Los demócratas no vamos a consentirlo. Nuestra condena sin paliativos y la mayor repulsa contra estos actos”.

También Iglesias, al que la presidenta madrileña ha acusado de “fomentar la violencia”, ha denunciado lo ocurrido: “Frente a la violencia no hay ”peros“ ni excusas, ni balones fuera. Nuestra más absoluta condena”. “Es la persona que más ha contemporizado con la violencia –aseguraba horas antes Ayuso–. Ese clima de tensión y de miedo a él le gusta, disfruta con él”, añadía la presidenta madrileña sobre Iglesias, al que responsabilizaba del clima de crispación.

“Estos comportamientos no caben en democracia”, ha afirmado, por su parte, la candidata de Más Madrid, Mónica García, tras expresar su apoyo a Díaz Ayuso y su condena por las amenazas.

También el aspirante de Ciudadanos, Edmundo Bal, trasladó todo el apoyo a Ayuso. “Espero que nadie le reste importancia: yo la rechazo con la misma firmeza que las dirigidas a otros partidos”, agregó el diputado. En el momento de redactar esta información, Vox aseguró que condena todas las amenazas, pero sigue esperando la de la izquierda a las agresiones que sufrieron en Vallecas.

En la recta final de la campaña no parece que nada vaya a cambiar mientras en los cuarteles generales de los partidos miran –con más o menos preocupación– las tendencias electorales y el marco impuesto es el de la confrontación total mientras el proceso de vacunación continúa y los contagios en la Comunidad de Madrid siguen muy por encima de la media nacional.

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