El pasado regresa para ofrecernos la Segunda Guerra Fría
El restaurante de la zona de prensa en la cumbre de la OTAN ofrecía este martes ensaladilla rusa (“potatoes salad Russian style” en la traducción al inglés) como una de las opciones de primer plato por un precio de ocho euros. Esa era la única alternativa de distensión hacia Moscú en la cumbre de Madrid que ha sido calificada de “histórica”, aunque sólo sea porque sirve como punto de inicio para la Segunda Guerra Fría que nos acompañará durante años. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo llamó “un mundo más peligroso e impredecible”. Lo que quiere decir que en esta cumbre se hablará de guerra y de prepararse para la guerra.
Las salas de Ifema donde se celebra el cónclave están decoradas con grandes fotos de lugares de España. Hay una que chirría un poco y que está colocada en la zona reservada a los líderes. Se trata de una reproducción del cuadro 'El abrazo', de Juan Genovés, al que se suele considerar un símbolo de la Transición o de la reconciliación. Habrá que echarle algo de imaginación para pensar que se quiere definir con esa imagen la cumbre de la organización de defensa –es decir, militar– más poderosa del planeta.
El encuentro internacional es una reunión de gobiernos que miran con cautela lo que piensan sus respectivas opiniones públicas para saber hasta dónde pueden llegar en la respuesta a guerra. La decisión de Vladímir Putin de invadir Ucrania ha recibido un rechazo masivo en toda Europa. Además, ha provocado una cadena de consecuencias económicas con una espiral inflacionista en Europa y EEUU y algo peor en África, Asia y Latinoamérica, donde decenas de millones de personas se enfrentan al espectro del hambre.
Una encuesta reciente encargada por el 'think tank' Consejo de Relaciones Exteriores revela que sólo una tercera parte de los europeos apoya la idea de un incremento del gasto militar. Polonia, Suecia, Alemania y Finlandia son los únicos países en que el apoyo al aumento del gasto en defensa supera a los contrarios si eso supone de forma inevitable un descenso del gasto social, por ejemplo en sanidad y educación. El rechazo es evidente en España –un 51% se opone al aumento– y aún mayor en Italia con un 63%.
Los gobiernos ya han tomado la decisión por ellos. Stoltenberg anunció esta semana que la fuerza de despliegue rápido en los países de la OTAN en el flanco oriental aumentará de 40.000 soldados a 300.000. La idea es que esas tropas estén asentadas en países como Alemania y Polonia, pero su objetivo será estar preparadas ante cualquier amenaza rusa a Letonia, Estonia y Lituania, países tan pequeños que podrían ser invadidos y ocupados en cuestión de días. Multiplicar por siete esa presencia militar supondrá un evidente aumento del gasto militar.
El martes fue el día previo al inicio real de la cumbre. Tenía una importancia clave para Pedro Sánchez al permitirle lo que pretende siempre cualquier presidente del Gobierno en España: una reunión personal con el presidente de EEUU. El recibimiento fue de los que superan el orden normal del protocolo. Felipe VI se trasladó a la base militar de Torrejón para recibir a Joe Biden al pie de la escalerilla del Air Force One. Le saludó, habló con él unos segundos y se volvió a Zarzuela. A los presidentes de EEUU les atraen los reyes europeos y el monarca español tuvo su reunión después con Biden.
El premio gordo político era para Sánchez, que se reunió con él en Moncloa. Antes de que empezara, ya se sabía que EEUU pretende aumentar de cuatro a seis los destructores desplegados en la base de Rota. La VI Flota del Mediterráneo es siempre un puntal básico del despliegue naval de EEUU en el exterior. El punto de fricción con Rusia está en el Este europeo, pero la confrontación se producirá en muchos otros puntos del planeta.
Todo lo que sea que EEUU y la OTAN miren también hacia el sur será una buena noticia para el Gobierno de Sánchez, que lo utilizará para destacar que la cumbre ha sido un éxito para España. La Alianza no va a cambiar sus tratados e incluir a Ceuta y Melilla entre los lugares que serían defendidos de forma automática por todos sus miembros. Lo que sí puede hacer es defender la “integridad territorial” de todos sus miembros, un aspecto que no puede obviar tras la invasión de Ucrania. De todas formas y a pesar de todos los problemas de la relación con Marruecos, ni Ceuta ni Melilla han estado en peligro de ser invadidas desde la adhesión de España a la OTAN.
En la comparecencia conjunta en Moncloa, que no rueda de prensa, Biden hizo una breve referencia a esa prioridad española: “Juntos, la Alianza está haciendo frente a las amenazas que proceden del Este y también a los desafíos del Sur”. Es la clase de frases genéricas que se incluyen en las declaraciones para complacer al anfitrión. El Gobierno confía en que el comunicado final sea más concreto.
Sánchez se deshizo en elogios ante un Biden de voz casi inaudible y que arrastraba el jet lag del viaje transatlántico. “Estamos agradecidos por la vuelta de Estados Unidos al multilateralismo”, dijo el presidente en una definición cierta por lo que se refiere al cambio desde el aislacionismo de Donald Trump, pero que está muy lejos de describir en toda su extensión la hegemonía norteamericana en el mundo occidental. Sánchez presumió de los 1.457 efectivos españoles en misiones de la Alianza y de los 592 destacados en Letonia sin prometer ningún aumento, que será probablemente inevitable en los próximos años.
Eso le sirvió para que Biden definiera a España como “socio indispensable” de la OTAN, además de elogiar a Sánchez por su “liderazgo en estos momentos de crisis”. Es lo menos que podía hacer después de que España aceptara el envío extra de dos destructores. En el plano interno, sus palabras y las imágenes servirán a Moncloa para desmentir de un plumazo la idea sostenida por el PP de que España no es un aliado fiable de EEUU o de la OTAN por culpa del Gobierno.
Putin ha resucitado a la OTAN, la Alianza que fue boicoteada por Trump y de la que Macron dijo en 2019 que estaba “en estado de muerte cerebral”. Su revitalización no se debe a nuevas ideas sobre la defensa colectiva, sino a los trágicos acontecimientos de Ucrania y a la consiguiente percepción de Rusia como “amenaza” inminente en Europa del Este. La cumbre de Madrid será el escenario donde quede plasmada la nueva estrategia. La OTAN llevaba buscando enemigos desde los años noventa para encontrar una razón para su supervivencia y al final ha vuelto a un territorio conocido para encontrarlos. El pasado ha vuelto para perseguirnos.
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