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Dirigentes de UPyD desatan las luchas internas por el poder en el partido

La portavoz de UPyD, Rosa Díez. / Europa Press

Carmen Moraga

“Falta de democracia interna”, “autoritarismo”, “divismo”, “decepción”… Son acusaciones en las que un grupo de dirigentes de UPyD de Cantabria y del País Vasco han coincidido esta semana antes de abandonar abruptamente la formación que lidera Rosa Díez.

La historia se repite, porque desde su nacimiento en 2007 han sido numerosas las deserciones que ha habido en un partido al que en estos momentos todas las encuestas auguran, junto a IU, un espectacular aumento electoral, sobre todo en las próximas generales, en las que podría ver triplicados los 5 escaños que actualmente tiene en el Congreso de los Diputados. Precisamente ese crecimiento potencial es el que ha provocado el recrudecimiento de las luchas por el poder y el control interno del partido.

“No me extraña nada. Y si los conoces, menos. En UPyD, al que discrepa o le marginan y se va, o le echan”, asegura Valia Merino, el exmilitante madrileño que se enfrentó a Rosa Díez en el I Congreso que organizó el partido en 2009 y del que la exdirigente del PSOE salió triunfante y sin oposición interna. De hecho, el propio Merino fue expedientado a raíz de las acusaciones que vertió contra Díez y el nuevo equipo dirigente, en el que se encontraba entonces el presidente del Foro de Ermua, Mikel Buesa, cofundador del partido y número dos de la lista por Madrid en las primeras elecciones generales a las que se presentaba el partido magenta.

Pero Buesa duró poco. En julio de 2009 también dio plantón a Rosa Díez, a la que acusó de ejercer “un control férreo y autoritario” del partido. Junto a Buesa -que ha terminado en la Plataforma Reconversión, creada por el eurodiputado del PP Alejo Vidal-Quadras, y con vista a concurrir a las europeas-, se marchó un nutrido grupo de militantes madrileños igual de desencantados que él con los modos de ejercer el mando de la dirección regional y nacional. Fue la primera gran crisis de UPyD. Entonces, Díez admitió que, como cualquier formación política joven, el partido estaba sufriendo lo que llamó “crisis de crecimiento”.

Seis años después de su creación la situación es distinta. La formación cuenta con 152 concejales en toda España; 10 representantes en los Parlamentos autonómicos y 5 diputados en el Congreso. Y según todas las encuestas sus perspectivas electorales son muy buenas. Incluso podría convertirse en la llave de la gobernabilidad en la próxima legislatura si se confirma el desplome de los dos grandes partidos.

Precisamente, estas buenas perspectivas de futuro han recrudecido las luchas internas provocando nuevas crisis en la formación. Esta vez las deserciones se han producido en varias comunidades, entre ellas el País Vasco, en donde un grupo de militantes encabezados por el historiador Nicolás de Miguel ha entregado sus carnés decepcionados con la dirección del partido en Euskadi. De Miguel, que había encabezado la lista de las municipales al Ayuntamiento de San Sebastián, explicó en declaraciones al diario El País, que se iba “porque he descubierto un aparato sectario que no sólo no admite ni el debate ni las críticas internas, sino que margina a quien discrepa”. “Las ideas se están transformando en ocurrencias y si discrepas te demonizan”, aseguró además el historiador.

Se da la circunstancia de que dos meses antes también habían dado la ‘espantá’ los cabezas de cartel a las municipales en Vitoria, Carlos Sevillano, y al Congreso y a la diputación foral de Álava, Fernando García.

La peleas por el control de los 'aparatos' también han afectado a Cantabria y a Galicia. En Cantabria las deserciones han dejado diezmado al partido. Han abandonado sus cargos ocho de los nueve miembros del Consejo Local de Santander y ha habido bajas en importantes municipios como Camargo, Santoña, Torrelavega, Solares y Piélagos.

Pero en lo que unos y otros coinciden es en denunciar que UPyD “aparenta lo que no es”. Algunos de los exmilitantes cántabros incluso han llegado a asegurar que “es una gran mentira, una estafa intelectual”. “Poco a poco hemos ido descubriendo que UPyD es un proyecto personal de Rosa Díez para auparse, ella y su entorno, tanto en Madrid como en provincias. Y cualquier cosa que atente contra eso, la van a liquidar. Lo han hecho en Valencia, en el País Vasco, en Asturias y ahora está pasando aquí”, afirmó a la prensa local el portavoz de los críticos, Juam Ramón Carrancio.

Con esta percepción de Rosa Díez coincide Valia Merino, retirado de la vida política y dedicado en la actualidad a su negocio privado, una empresa consultora de tecnología. Merino considera que la portavoz de UPyD ha terminado “endiosada” y peca de “divismo”. “El partido hace todo lo que antes criticaba del resto de los partidos pero utilizando más mano dura”. Asegura además que no se conoce “ni la mitad de lo que ocurre dentro. Algún día empezarán a salir cosas”, afirma sin dar detalles, mientras vaticina: “subirá como la espuma pero para bajar dentro de unos años de la misma manera”.

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