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Arrimadas tiene prisa por colocar a Ciudadanos en la órbita del PP, pero la esfinge gallega tiene otros planes

Arrimadas en la rueda de prensa con las cámaras de los fotógrafos en la mesa.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Ahora se habla mucho del poliamor, pero no hay que ser un mojigato para saber que en la política española resulta una aventura muy complicada. Por distintas razones, Pablo Casado e Inés Arrimadas están poniendo las bases para una relación seria y duradera. Nada de una sucesión de encuentros rápidos en paradores de Catalunya, Euskadi y Galicia, y cada uno se paga lo suyo. El gran obstáculo para que culmine este amor romántico en la derecha es la esfinge gallega que les mira a distancia con algo de desdén. Casado dice que si fuera por él irían hasta el final. Lástima que no sea del todo libre.

A Alberto Núñez Feijóo le va mejor siendo soltero. Para sus elecciones, no necesita una pareja estable. Viene de un 47,5% en las elecciones de 2016, cuando lo único que puede decir Ciudadanos es que superó al PACMA. A cambio de ese hipotético 3,3% de entonces de Cs, Feijóo no te da ni un beso en la mejilla. 

El líder del PP gallego está tan convencido de que le irá mejor solo que hasta deja reducidas a la mínima expresión a las siglas de su partido en el primer cartel electoral. Junto al eslogan “Galicia é moito”, aparece un primer plano de su cara. Por abajo, la palabra Galicia y al lado las siglas que hay que ver con lupa. Si no las buscas, no las encuentras.

Casado y Arrimadas se reunieron el martes en el Congreso para impulsar candidaturas conjuntas en las autonómicas de este año. Tenían tanta prisa que no dejaron entrar a los fotógrafos a la sala. Estos pusieron las cámaras sobre la mesa en las ruedas de prensa posteriores en señal de protesta. La portavoz de Cs anunció que ya tienen un acuerdo perfilado para el País Vasco –Alfonso Alonso no ha podido ponerse tan estupendo como Feijóo–, aunque “el escollo” continúa estando en el noroeste.

“Cuál es el problema para el PP de hacer una coalición en Galicia cuando el candidato es Feijóo y el liderazgo del PP es indiscutible”, dijo. También comentó que las siglas del PP no se iban a perder. No ha debido de ver el cartel de Feijóo en el que las siglas son lo que menos importa. “Los tres territorios comparten una amenaza nacionalista grave”, alertó Arrimadas, que ha decidido que la mejor forma de vender la idea es advertir de una situación alarmante que justifica la formación de un frente nacional, perdón, constitucionalista. 

El argumento del botón nuclear no impresiona nada al presidente de la Xunta. “He dedicado mi vida política para que el nacionalismo no sea la ideología mayoritaria en Galicia, y de momento lo hemos conseguido”, había dicho unas horas antes.

En la rueda de prensa, Teodoro García Egea se mostró muy contento con la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo con Ciudadanos. Eso convalida a la perfección el discurso de Casado de unir a las derechas bajo su control. Nunca hay que frenar a un adversario que se lanza a tus brazos, en especial si el precio a pagar es reducido. “Hay una sintonía total entre los objetivos del Partido Popular y Pablo Casado y los de Inés Arrimadas y Ciudadanos. Ahora hay que pactar los mecanismos”, comentó. 

Todo suena bastante poco alentador para Ciudadanos, que lleva camino con Arrimadas de pasar a ser un satélite del PP. Tenía la opción de hacer valer su ventaja en Catalunya sobre el Partido Popular y Feijóo le obliga a regalarla a cambio de muy poco. Por eso, Arrimadas no se atrevió a plantear en público un ultimátum que no está en condiciones de respaldar. Sí dijo que llamará a Feijóo, como si eso fuera su arma secreta. A ver si el presidente de la Xunta tiene tiempo para cogerle el teléfono.

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