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El PP está vacunado contra sí mismo

Manuel Sánchez

Me quito el sombrero y hago una reverencia. De admiración sincera. De reconocimiento a una gran labor del actual Gobierno: lo aguanta todo. Impertérrito, casi inmune, infranqueable.

A veces hago el ejercicio de pensar en qué situación estaríamos en este país si el presidente del Gobierno fuese José Luis Rodríguez Zapatero en las actuales circunstancias en las que está el actual Ejecutivo del PP, y sólo se me ocurre pensar que, menos mal, no es así.

Sólo imaginar que el gerente del PSOE lleva un listado a un juez donde Zapatero aparece como perceptor de sobresueldos, al igual que toda la cúpula de su partido durante muchos años. O pensar que se descubre que el “amigo íntimo” de Felipe González presidía una caja de ahorros que hundió, en buena medida, para hacer todo tipo de favores y apaños al entorno del expresidente. O llegar a saber que había una trama de financiación ilegal del PSOE que llevaba funcionando durante lustros con suculentos beneficios económicos para el partido y en sus aledaños. Estoy convencido de que, con el expresidente socialista, este país estaría al borde del precipicio.

Y si a eso se le une que Zapatero hubiera subido la luz no sé cuántas veces ya, que hubiera dinamitado las ayudas a los dependientes, las becas, los derechos de los trabajadores o que estuviera tramitando una ley para que nadie salga a la calle a levantar la voz, con casi seis millones de parados a la espalda, no tengo ninguna duda de que el país estaría incendiado.

En ese escenario, las movilizaciones del 15M, de las mareas, serían un juego de niños para lo que estaría pasando, con peticiones constantes de dimisión inmediata del presidente y convocatoria urgente de elecciones anticipadas todos los días.

Pero, afortunadamente, nuestro Gobierno lo aguanta todo. No pasa nada. Un diputado socialista se lamentaba en los pasillos del Congreso de esta circunstancia: “No sé cómo lo consiguen, será por los medios de comunicación o por lo que sea, pero todo les sale gratis”.

Aunque, pese a los lloros del diputado, no es menos cierto que la oposición también tiene buena parte de culpa de que el Gobierno, ante escándalos de tanta magnitud, se pasee por el Congreso hasta sacando pecho. Pero esa es otra historia.

Lo que está probado en esta mitad de legislatura es que, aunque al Ejecutivo del PP le caiga un viernes la bomba atómica encima del Consejo de Ministros, Mariano Rajoy saldrá sacudiéndose la caspa de la hombrera de la chaqueta, hará una declaración sin preguntas o eligiendo a quién pregunta, y no pasará nada más. El PP está vacunado contra sí mismo.

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