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26M en el PSOE: las elecciones refuerzan las baronías de Vara y Page y debilitan a Díaz y Lambán frente a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez y Emiliano García-Page en un acto en Albacete.

Irene Castro

Atrás quedó la guerra entre los barones del PSOE y Pedro Sánchez cuando se impuso holgadamente frente a Susana Díaz hace ya dos años. El líder socialista preparó entonces unos estatutos que le daban todo el poder –y reforzaban a la militancia– limitando la capacidad de acción de los líderes territoriales. En este tiempo ha tenido con ellos pequeñas asperezas en las que los dirigentes territoriales tenían todas las de perder ante el incuestionable liderazgo de Sánchez. El resultado del fin de ciclo electoral refuerza ahora a algunos barones que estuvieron enfrente de Sánchez a la vez que ha debilitado a la expresidenta andaluza, Susana Díaz y a Javier Lambán, cuya continuidad en el poder está en el aire en Aragón.

La creencia de que los tiempos de las mayorías absolutas pasaron a mejor vida se ha demostrado ser falsa en importantes municipios, pero también en comunidades autónomas. Los artífices del éxito en el segundo caso han sido Emiliano García-Page, en Castilla-La Mancha, y Guillermo Fernández Vara, en Extremadura. Ambos presidentes podrán escapar de la consigna de que ganaron las elecciones por el subidón de Pedro Sánchez, ya que ambos mejoraron los resultados de las generales, lo que refuerza su posición no solo institucional sino también orgánica en el partido.

El extremeño consiguió el 46,73% de las papeletas el 26M, lo que supuso un incremento de 37.000 votos respecto a los que cosechó Sánchez un mes antes. En el caso de García-Page, que obtuvo 475.368 sufragios –el 44,11%–, con lo que 'ganó' por 91.834 votos al hoy presidente en funciones. La primera consecuencia para ambos presidentes es que escapan del control de Ferraz ya que no tendrán que llegar a acuerdos con otras fuerzas para quedarse en el poder. La dirección socialista pretendía inducirles a pactar con Podemos mientras que ambos tenían como preferencia a Ciudadanos.

Aunque los dos barones habían optado por la vía de la negociación y el pacto con Ferraz a diferencia de la actitud mostrada por Díaz a la hora de confeccionar las listas –en el caso de Fernández Vara se integró en el sanchismo nada más cerrarse la batalla en las urnas de las primarias–, se sitúan ahora en una posición de mayor poder interno. Además, se garantizan cuatro años de manos libres respecto al Gobierno de Sánchez, con quien García-Page ha sido especialmente crítico por la política respecto a Catalunya.

En el lado opuesto están la expresidenta andaluza y Javier Lambán, que de momento sigue en funciones en Aragón y no tiene garantizado repetir como presidente. Ambos responsabilizaron a Sánchez del resultado de las elecciones andaluzas por su posición en Catalunya. Pero las urnas han demostrado que no fue un factor determinante porque al presidente no le ha pasado factura en esos territorios. Sánchez logró en las generales cerca de medio millón más de votos que Díaz el pasado diciembre. Esa es la principal baza de Ferraz, que tiene claro que tarde o temprano la reemplazará al frente de la federación andaluza. De nada servirá la mejora de los resultados en las municipales: ella no era cabeza de cartel, será el argumento de la dirección federal.

El caso del dirigente aragonés es más complicado porque aún tiene posibilidades de mantener el Gobierno. Lambán mejoró exponencialmente sus resultados de 2015, pero perdió más de 35.000 votos –alrededor de un punto porcentual– con respecto a las generales del pasado 28 de abril. La decisión sobre su futuro la tiene Ciudadanos, que es llave de Gobierno tanto para el PP como para el PSOE, aunque en el caso de un acuerdo de derechas requiere de Vox y el PAR.

Sin embargo, la respuesta del partido regionalista ha sido negarse a un pacto de esas características por su incompatibilidad con Vox, lo que otorga a Lambán más posibilidades de repetir como presidente de Aragón.

Lambán es uno de los barones que más recelo despierta en Ferraz, porque ha sido uno de los más críticos incluso tras la derrota de Díaz en las primarias. La dirección socialista no oculta que su gran prioridad es que Luis Tudanca, sanchista desde el principio, se haga con el poder de la Junta de Castilla y León por primera vez en 32 años de gobiernos del PP. “Estoy convencido”, expresó este jueves el secretario de Organización, José Luis Ábalos, que unos días antes reconoció que en Aragón ha habido más alternancia en el poder, aunque dijo que “lo normal” es que Lambán sea presidente por el gran crecimiento que obtuvo en las urnas respecto a 2015.

Otro de los barones que sale reforzado es el asturiano Adrián Barbón, también sanchista, y muy próximo a la vicesecretaria general del partido, Adriana Lastra. Enfrentados ambos con el presidente en funciones del Principado, Javier Fernández, que fue quien pilotó la gestora que condujo al PSOE a la abstención en la investidura de Mariano Rajoy y al congreso en el que los barones daban por muerto a Sánchez y finalmente venció, el resultado también se mide en esos términos. Barbón ha obtenido 185.422 votos –35,25%– frente a los 143.851 –26,45%– de Fernández hace cuatro años. El candidato socialista se ha quedado a tres escaños de la mayoría absoluta con seis diputados más que esta legislatura.

Francina Armengol, que fue la única presidenta que se mantuvo fiel a Sánchez cuando los demás querían sustituirle, revalidará el cargo sin problemas. Además, la riojana Concha Andreu refuerza la posición de la pequeña federación con la presidencia. También Gonzalo Caballero, que esta vez no se la jugaba, ha obtenido un gran resultado en Galicia, donde los socialistas pisaron los talones al PP en las municipales en un territorio gobernado con mayoría absoluta por Alberto Núñez Feijóo. Además, van camino de recuperar importantes alcaldías en Santiago, A Coruña y Ferrol, arrebatándoselas a las mareas.

La victoria del 26M que fue una fiesta en la mayoría de los territorios quedó empañada, sin embargo, en Ferraz, donde la suma de las derechas en la Comunidad y el Ayuntamiento –los socialistas empeoraron mucho su resultado con Pepu Hernández– amargó la noche. A la espera de lo que suceda finalmente con Ángel Gabilondo, que se ha puesto en contacto con los grupos para intentar ser presidente, Ferraz ha salido en defensa del secretario general, José Manuel Franco, que también reivindica la mejora de los resultados a nivel regional. Las campañas de Gabilondo y Hernández se pilotaron desde Ferraz, pero en la convulsa federación madrileña ya hay quien mide si las espadas pueden volver a ponerse en alto.

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