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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Rajoy elude su responsabilidad en el caso Bárcenas: “Le apoyé, creí en su inocencia y me equivoqué”

Rajoy cita a Bárcenas hasta catorce veces en el pleno del Congreso

Luz Sanchis

“Le apoyé, creí en su inocencia y me equivoqué. Y este ha sido todo mi papel en esta historia”. El presidente del Gobierno y del PP ha reducido así su participación en el caso Bárcenas a un problema de ingenuidad y buena fe. Mariano Rajoy ha asegurado que creyó en la honradez de su tesorero hasta que el hallazgo de la fortuna en Suiza hizo que se le cayera la venda de los ojos.

En su primer turno de palabra, Rajoy ha nombrado varias veces a Luis Bárcenas, pero no ha dado ninguna explicación sobre por qué siguió en contacto con él, le envió mensajes de ánimo y le pidió que fuera “fuerte”. Tampoco sobre las donaciones al PP de importantes empresarios que aparecen en la contabilidad de Génova aportada al juez. Ni sobre el trato de favor dispensado a Bárcenas, que disfrutó de un sueldo mensual hasta el mes de enero. En todo su discurso, el presidente no ofreció ninguna explicación que justificase las acusaciones de su extesorero.

La táctica de Rajoy ha recordado a aquel mensaje del rey de “lo siento mucho, no volverá a ocurrir”. Pero no ha entrado en ningún detalle más allá de insistir en que en el PP no hay contabilidad en negro ni se han pagado sueldos en billetes. Otra cosa, dijo, es que las retribuciones se hayan declarado a Hacienda: “Eso es ya una responsabilidad individual”.

Rajoy ha intentado convencer a los ciudadanos de que creyó en la inocencia de Bárcenas como hubiera hecho con cualquiera. En su repaso de los hechos, ha insistido en que durante los últimos años nunca vio motivos para desconfiar de Bárcenas y sí “un acoso injusto”. Hasta que el juez y el imputado confirmaron el dinero en Suiza. En ese momento, ha dicho el presidente, comprendió la “deslealtad” de Bárcenas con el partido que le había confiado sus cuentas.

Para curarse en salud, Rajoy ha dado por hecho que sus palabras no convencerían a los que ya creen saber la verdad: “¿Qué se les puede decir a los que anuncian que reclamarán mi dimisión diga lo que diga? ¿De qué sirve decirles nada?”. Aun así, el presidente se ha crecido intentando convencer de que acudía a la Cámara porque él quería y no porque la presión fuera insoportable.

“A los que presumen de haberme traído aquí ante la presión de una moción de censura, les diré que presumen en balde”, se ha ufanado el presidente, como si su petición de comparecencia no hubiera sido obligada. Lo que le llevó a presentarla, ha dicho, es frenar la mala imagen del país “que algunos cultivan” y desmentir “mentiras, manipulaciones e insinuaciones maliciosas”. Entre ellas, que él haya cobrado dinero negro mientras fue ministro o que esa fuera la práctica habitual en su partido. “Ni a mí, ni a mi partido se nos podrá atribuir ninguna actividad ilícita”, ha zanjado.

Para justificar que el caso se dirima en los tribunales y no en el Parlamento, Rajoy ha salpicado su discurso con varias frases de Rubalcaba rematadas con un machacón “fin de cita”. Todo para insistir en que la carga de la prueba corresponde a quien acusa en una democracia y que no le preocupan “los ataques de sinceridad” de Bárcenas.

“Los que ven delitos con la misma facilidad que antes veían brotes verdes y prefieren no esperar a que se conozca la verdad porque les inquieta el riesgo de que la verdad no les guste, nos les convenga o no tengan tiempo político para conocerla”, le ha espetado al líder de la oposición.

En su opinión, las confesiones del extesorero son la defensa lógica de quien está imputado y miente para defenderse mientras la Justicia funciona sin ningún tipo de presión: “Ni se ha producido, ni se está produciendo ni se producirá ningún tipo de indicación, sugerencia o presión. Haremos todo lo que haga falta para contribuir a que la verdad se aclare cuanto antes”.

Rubalcaba: “No han hecho más que mentir”

Cuando ha llegado el turno a Alfredo Pérez Rubalcaba, el líder de los socialistas ha repasado cronológicamente los hechos para subrayar cómo el PP ha ido variando sus explicaciones para ganar tiempo. “No han hecho más que mentir una y otra vez”, le ha dicho mientras en los bancos del PP se desataba la bronca. “¿Cuándo pasó de ser intachable a ser un delincuente?”, le ha preguntado.

Como se esperaba, Rubalcaba ha concedido toda la importancia a los intercambios de SMS y los ha definido como los mensajes “de un socio a otro socio que le puede poner en apuros”. “La sombra de Bárcenas es ya su sombra”, ha afirmado solemnemente.

El socialista ha demostrado que de poco sirve que el presidente niegue la contabilidad en negro del PP si Bárcenas ha confirmado ante el juez que él fue el autor de los papeles publicados después de haberlo negado al principio. Y le ha negado toda credibilidad para gobernar al país y pedir a los ciudadanos que hagan sacrificios por la crisis y paguen sus impuestos. La moción de censura sigue viva y así lo ha anunciado Rubalcaba como forma de presión y ante posibles nuevas revelaciones.

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