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'Sinkie', 'job sharing' o 'trabacaciones': palabras simpáticas que enmascaran la precariedad

Trabajar en vacaciones no es sacrificarse para no perder el puesto, sino hacer "trabacaciones" / Pexels

Jesús Travieso

Puede que hacer 'nesting' parezca un gran plan para el fin de semana. También estar de 'trabacaciones', para así no volver agobiado a la oficina. O practicar el 'wardrobing' y así renovar permanentemente el armario, así como ejercer el 'job sharing' para compartir un puesto de trabajo y un sueldo. Estos términos y el discurso que las envuelve, que se mimetizan con las tendencias del lenguaje en Internet, representan también situaciones que la sociedad va asumiendo con las dificultades de la crisis económica. Una realidad poco amable: muchas veces esas palabras enmascaran situaciones de precariedad y desigualdad provocadas por la situación de los últimos 10 años.

Y es que el 'nesting' puede ser una elección, pero también que sea la consecuencia de no salir los fines de semana por no tener dinero. Las 'trabacaciones' implica trabajar durante las vacaciones por temor a no cumplir con las exigencias que marca un jefe o por miedo a un despido. El 'wardrobing' es comprar ropa por necesidad y devolverla por la misma razón, mientras que el 'job sharing' es “tener dos cabezas por el precio de una”; es decir, cobrar la mitad por hacer un trabajo para el que son necesarias dos personas.

De dónde vienen

¿Por qué surgen estos términos? Y, aún más relevante, ¿por qué se presentan como oportunidades cuando en realidad definen prácticas poco gratificantes? “Hay un discurso de emprendedor muy fuerte que lanza un mensaje moral, que coincide con el de que el trabajador debe responsabilizarse más, e intensificar su actividad”, señala Carlos Fernández, profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid.

Para Fernández, dichas palabras forman parte de un “discurso ideológico” que plantea “un cambio de modelo”. “La idea que transmiten es que ”como no hay muchos empleos, usted búsquese la vida“”, señala el profesor, que recuerda que la situación con estas prácticas no es exclusiva de España. Además, apunta a que alguno de estos términos, como el 'job sharing', provienen de sectores como el management y el márketing. “Puede que a este mensaje se sume la autoayuda, pero veo difícil que la gente que haga esto lo asuma con entusiasmo”, aclara el profesor.

Polémica con los 'sinkies'

Las críticas recientes a estos términos están provocadas por la aparición de otro que recuerda a éstos, los 'sinkies' (Single income, no Kids; es decir, parejas con un solo sueldo y sin hijos). La palabra surge de un informe de Cáritas Europa, y lo que pretende es señalar un fenómeno preocupante: el de las parejas jóvenes sin recursos suficientes que no pueden tener hijos por esa razón. En redes sociales se ha rechazado la existencia del 'sinkie' al meterlo en el mismo saco. “Cuando parece que la crisis remite, hay necesidad de poner sobre la mesa problemas que perduran, y se recurre a términos más propios del márketing”, cuenta Kiko Lorenzo, coordinador del equipo de Estudios de Cáritas España.

Lorenzo admite que existe el riesgo de que un concepto como 'sinkies' puede dar “la sensación de que te permite comprender un fenómeno complejo” y que éste parezca “novedoso, cuando no lo es”. “Es uno de los riesgos socioeconómicos, no el único, pero tiene que ver con darle visibilidad. En ocasiones se busca poner sobre la mesa un tema que no siempre interesa”, explica. En cuanto a los términos que resumen la precariedad, destaca que “determinadas terminologías quieren retrotraernos a otras épocas, no hablando de derechos”.

El papel del 'management'

Se suele vincular el nacimiento de estos conceptos a sectores de la empresa, los emprendedores y las escuelas de negocios. El que está claramente vinculado a este mundo es el 'job sharing'. Para Ceferí Soler, profesor del Departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade, en esta práctica entran “personas que están muy bien preparadas, con criterio y posible independencia para no estar enganchados al mismo contrato y/o empresa”.

Según Soler, esta situación ofrece “independencia”, ya que “con menos dinero, más tiempo para mí”. “El valor diferencial de tener tiempo disponible es impagable, y con este modelo es una realidad cierta y posible”, defiende. E insiste en que esta práctica permite “tener una vida más completa, ya que el trabajo supone 65.000 horas de ella. Por ejemplo, realizar acciones de cooperación puede llenar de satisfacción a aquellas personas que sienten este punto de impulso vital”.

Otros términos y su vínculo con los “millennials”

La lista de conceptos de este tipo no se queda en los anteriores. Hay otros igual de llamativos, y que presentan como normal que una persona no tenga un estándar de bienestar suficiente.

El 'friganismo', que viene del inglés 'freeganism' al sumar “free” (gratis) y “vegan” (vegano), es una de las estrellas. Se trata de rebuscar en la basura para poder comer. Aunque hay quien lo define como “tendencia sostenible”, ni se considera una respuesta a una falta de los medios necesarios para subsistir. A esta se puede sumar el 'coliving', que es compartir piso con muchas personas al no poder permitirte algo más cómodo.

Cobrar de otra manera y no quejarse

También hay discursos que comparten con las palabras previas la misma intención. Por ejemplo, el de “salario emocional”, que insiste en esa idea de que “el dinero no lo es todo”. Este sueldo 'moderno' implicaría flexibilidad de horarios, posibilidad de conciliar o el buen ambiente en la oficina. Es decir, ofrecer como algo extra algo que debería formar parte de la columna vertebral de cualquier empresa.

Si hay quien no lo ve así, para cambiar su percepción puede practicar el “mes sin quejarse”. Esta iniciativa surgió en Internet, y fue ideada por dos amigos que tienen puestos de responsabilidad en sus empresas. Según ellos, “si tenemos comida, casa, familia, amigos...¿no deberíamos ser felices?”.

Los millennials, víctimas

Los que experimentan estas situaciones de forma mayoritaria son los millennials. Ser la generación que accedía al mercado laboral justo cuando estallaba la crisis económica tiene sus costes: tendrán menos bienestar que los que les precedieron, según una investigación de The Guardian.

Pero que estén obligados a hacer 'nesting', a coger 'trabacaciones' o incluso a practicar el 'wardrobing' no ha impedido que se les considere como el colectivo “más consentido de la historia” o que no aporta nada al mundo. Según un millonario, que no puedan comprar casa se lo han buscado por comprar demasiados aguacates. Lo que no dijo es si el 'friganismo' les puede salvar.

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