En el cine suele haber protagonistas y antagonistas, la representación de intereses contrapuestos, el conflicto. Los protagonistas suelen tener características muy determinadas en dos vertientes, el típico héroe guapo y fornido que se adentra en los peligros sin despeinarse y luego está el tipo de héroe por accidente, aquella persona normal que se convierte en héroe por las circunstancias, haciendo cosas que ni el mismo pensaba que era capaz de hacer.
En el otro lado de la balanza están los “malos”. Aquellos que tienen unos intereses distintos a los nuestros y que en muchas ocasiones son outsiders de la sociedad que los rechazó de algún modo. Es muy curioso que en muchas ocasiones estos outsiders son personas con discapacidad, un trauma en algún momento de la vida y todo se tuerce.
Es aquí cuando se empieza a asociar, de algún modo, a la discapacidad como parte del mal. En numerosas ocasiones nos encontramos a los “malos” de las películas con alguna enfermedad o trastorno mental, principalmente psicópatas. Esto hace que la imagen que se tienen de estas personas sea directamente la de unos asesinos despiadados y no de lo que realmente son, personas con problemas que se pueden tratar y paliar de algún modo bajo tratamiento psiquiátrico. Luego están los personajes que sufrieron una transformación. Se me ocurre, por ejemplo, la parada de los monstruos, que sirvió de inspiración al trabajo de Diane Arbus, o personajes como Norman Bates, Frankenstein, el Capitán Garfio, Freddy Kruegger, Max, el malo del inspector Gadget… todos ellos, y muchos más que no estoy enumerando, configuran un imaginario que asocia directamente discapacidad a algo malo. Y cuando no es así siempre se trata de superpoderes.
Es muy fácil vivir en una lógica maniquea, donde todo está muy claro y los buenos son los buenos y los malos son los malos. Y sobre todo es muy fácil poner a los malos en la tesitura de ser feos, o ya, directamente, con discapacidad. Porque así esta lógica funciona estupendamente. Es más fácil rechazar a alguien diferente que a un igual y eso hace que la discapacidad, a la larga, sea vista como algo negativo socialmente y no debería ser así.
La discapacidad es una mierda, sí, todos lo sabemos, sobre todo para quien la sufre, pero ya es suficiente castigo como para que se asocie la discapacidad a la maldad. Porque el imaginario colectivo es importante, es importante que haya roles de todo tipo y que las personas con discapacidad lo asuman con naturalidad. Es decir, está bien que haya malos con discapacidad, pero sería mejor que hubiera buenos con discapacidad, y no necesariamente superhéroes, o mejor aún, que hubiera personajes “intrascendentes” dentro de las películas, que tuvieran una discapacidad y no se hablara de ello en ningún momento.
¿Os imagináis cómo sería que hubiera personajes con discapacidad en los que en ningún momento de la película, o serie, se hablara de ello como argumento? Sería la bomba. Al igual que no se habla de los hombres por ser hombres, o de las mujeres por ser mujeres, esto quizá menos, deberían existir personajes con discapacidad de los que no se hablar sobre ese tema. Todo tenemos nuestras mierdas… las personas con discapacidad no íbamos a ser distintos. ;)