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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Otras voces: “¿Una sudaca y un discapacitado juntos? Por los papeles, o por la pasta”

Sudaca + retrón = Papeles y pasta

Una sudaca

Hoy tenemos una voz anónima que nos recuerda que los retrones no son las únicas víctimas de los prejuicios. Los sudacas también se llevan lo suyo... y si ya se emparejan con un retrón, ni te cuento.

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Soy sudaca y hace cinco años vine a España a hacer un doctorado. ¿Por qué España? Básicamente porque había estado de estancia en el pasado y conocí a un profesor de la universidad cuyo trabajo era de interés para mi país y para mí. Además, el gobierno de mi país me otorgó una beca excelente para realizar aquí mis estudios doctorales.

El tiempo transcurrió de manera normal, pero en mi cuarto y último año de doctorado me enamoré de mi actual esposo. No fue amor a primera vista. ¡No! Lo conocí en el tercer año de doctorado. Nos encontramos casualmente un día en nuestro lugar de trabajo, cruzamos un par de frases, y la cosa quedó ahí. Sin embargo, yo me quedé con la curiosidad de saber quién era él (tal como le pasa a mucha gente con los retrones), así que lo agregué al facebook. Le escribí y, no sé cómo, pero las cosas se empezaron a dar. Quedamos para un café, pero por poco no pudimos concretar día y hora. Lo intentamos una segunda vez y el destino conspiró y nos pudimos encontrar.

En nuestra primera cita, me invitó a una proyección de cine mudo acompañado de música en directo, fuimos a cenar y luego a su casa donde se nos hicieron las tantas viendo vídeos musicales. Al final de la noche, me acompañó a coger un taxi con destino a casa. Recuerdo que, antes de vernos, le dije bromeando “deberíamos ir guapos”, así que mi señor esposo se puso sus mejores ropas esa noche. ¡Hasta se compró una camisa sólo para la ocasión!

La segunda vez quedamos para cenar de nuevo, luego fuimos a su casa y me presentó a su madre y a un par de amigos de su madre. Nos quedamos un rato platicando con ellos. A este par de amigos yo los mal-llamo “celestinos”. Mal-llamo porque ellos no fueron los causantes del enamoramiento, pero a partir de esa plática mi esposo me sedujo. ¿Cómo? Se me acercó, me pidió de beber, me tomó de la mano mientras platicaba, cruzamos miradas, sonrisas, hubo complicidad. Realmente, no le hizo falta mucho para ligar. Mi esposo, como todo retrón que se respete, sabe ligar muy bien. Y si no me creen, veánse esta pelicula.

¿Cómo creen que acabo todo esto? Pues como tiene que ser. ¡¡¡Sí señor!!! Desnudo en la cama. Resulta que luego de la conversación nos fuimos a su cuarto a ver vídeos musicales de nuevo. Ya para cuando terminamos, la suegra estaba dormida y mi esposo sin ninguna vergüenza (nunca la ha tenido, aunque él diga que sí), me pidió que lo llevara al baño. Yo, como tampoco tengo vergüenza y orinar es lo más natural del mundo, lo desnudé y lo cargué hasta el baño. Luego nos echamos a dormir. Abrazaditos.

Puedo seguir relatando cómo acabamos enamorados, pero historias de matrimonio mujer bípeda-hombre retrón hay por montones. Todo ese contenido romántico que se pueden imaginar lo hay también en nuestra historia, pero, a pesar de lo normal de todo el asunto, parece que no todo el mundo se imagina las cosas como realmente son.

Sé de buena tinta que mucha gente de mi entorno (no de mi entorno cercano, claro) comenta que estoy con un retrón porque quiero la nacionalidad española, o porque necesito dinero, o por las dos cosas. En mi opinión, esta gente, no está libre de prejuicios, ni de los estúpidos estándares de belleza. Les cuesta encontrar un amor sano y real, debido a sus exigencias y debido a que eligen ceder ante la presion social, en vez de seguir sus instintos. Aunque se sientan atraídos por un retrón, la influencia del entorno afecta su capacidad de elección. El resultado final, claro está, es que acaban eligiendo mal.

Curiosamente, cuando afrontas a esta gente que piensa que siempre que una sudaca está con un retrón es por razones distintas del amor, se ponen nerviosos, se sienten ofendidos, sugieren que les estás faltando el respeto y niegan pensar así. Así que además de prejuiciosos e influenciables, resulta que también son cobardes.

Por otro lado, y aunque quizás no sea muy conocido aquí en España, mi país de origen, así como también otros países de sudamérica, destina miles de euros para que sus ciudadanos realicemos el doctorado en el exterior en temas que sean prioritarios para el país. Además, a la vuelta nos garantizan cargos en puestos relacionados con nuestra formación. Es decir, nos garantizan una estabilidad laboral, cosa que actualmente no hace el gobierno español con sus ciudadanos.

Pensar que dos personas están juntas por interés es algo que siempre dice mucho de la suciedad mental de quien así lo imagina. Pero es que, ahora, en 2013, y dada la situación económica española, quizás sería más lógico pensar que mi esposo retrón es quien se ha casado conmigo por los papeles, y no yo.

Podría ser verdad... o igual se quiere quedar con las tres mansiones de mis padres (al fin y al cabo, quién no teme un desahucio en la España de hoy), o quizás está planenando vender mis órganos... o cambiarme por 12 ovejas en el próximo viaje a Marruecos... La verdad es que una mente sucia es capaz de imaginar miles de motivos oscuros detrás de cada acción.

Yo, sin embargo, creo que la hipótesis más sencilla es la correcta. Yo creo que simplemente me ama.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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