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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Otras voces: ¿Los sordos quieren hijos sordos?

Olga Fernández

Olga Fernández responde al post que Raúl Gay publicó el 5 de septiembrepublicó el 5 de septiembre

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La historia de dos mujeres lesbianas (¡guau!), sordas (¡reguau!), que quieren ser madres (¡requeteguau!) y buscan un donante sordo (¡requeterrequeteguau!) le puso a la prensa en bandeja un buen caramelito. Yo conozco otra pareja de lesbianas, una sorda y otra oyente, que están haciendo justo lo contrario: intentar minimizar las posibilidades de que el hijo que van a buscar sea sordo. Pero no salen en la prensa. Y la historia de mi marido (sordo) y yo (oyente), que hace seis años, cuando decidimos ser padres, no nos hicimos ningún estudio para saber qué posibilidades teníamos de engendrar un hijo sordo, ni solicitamos que me hicieran la amniocentesis (no lo “buscamos”, pero tampoco nos preocupamos de “evitarlo”). O la de otra amiga sorda, que se alegró mucho cuando su hijo nació sordo como ella, porque le sentía más cercano. O la de otra pareja, ambos sordos, que no quisieron operar a su hija para colocarle un implante coclear y que pudiera oír, pero no deseaban para ella el bajo nivel lectoescritor que ellos poseían.

No me valen las generalizaciones ni las aproximaciones. No tenemos datos para responder a preguntas como si los sordos (la mayoría) quieren hijos sordos, si se sienten Sordos (con mayúsculas) o simplemente personas, si entre las personas (¿Sordas o sordas simplemente?) existe un mayor porcentaje de personas LGTB (suena muy bonito pero permitidme que lo dude; aunque como no tengo datos que demuestren lo contrario, tampoco insistiré en el asunto). Tampoco me vale el tengo un primo sordo, un vecino, un alumno, un marido o me encontré en la playa este verano con una persona sorda. Yo conozco muchas personas sordas, no podría contarlas. Pero no me atrevo a decir lo que piensan, sienten, desean o lo que significa la sordera o la maternidad para todas ellas. Puedo hablar de Pepe, Marisa o Luis y elucubrar, si queréis, pero no generalizar fomentando mitos y tópicos que no son reales.

Creo que la comunidad sorda, la cultura que se crea a su alrededor, la identidad sorda, son conceptos que surgen en torno a múltiples factores. Compartir una manera de percibir y aprehender el mundo, una lengua, una característica (la falta de una capacidad), el sentimiento a lo largo de la historia de sentirse discriminado, aislado e, incluso, reprimido, etc. Pero ha habido mucho de manipulación y de mito también en todo esto. ¿Quién pertenece a esta comunidad? ¿Solo los sordos signantes? ¿Todos los sordos? ¿Los que llevan prótesis y cuando se las quitan siguen sin oír no pertenecen a ella? ¿Solo quien se sienta perteneciente a esa comunidad? Y los oyentes, ¿podemos compartir el sentimiento de pertenencia, aunque oigamos? ¿Y es excluyente el sentimiento de pertenencia? ¿No puedo sentirme Sordo, a la vez que satánico y de Carabanchel?

Yo sí pienso que la sordera conlleva problemas y dificultades en el desarrollo. No es solo la falta de la capacidad de oír. Esta falta de capacidad impide la adquisición de la lengua oral. Y esta adquisición es determinante para el desarrollo de otros procesos cognitivos, principalmente en el aprendizaje de la lectura. Si no fuera por esto, sería suficiente con facilitar la adquisición de la lengua de signos a todos los niños sordos y asegurarse de su uso en el resto de la sociedad o a través de intérpretes. Pero, como dice una amiga, no vale solo con mover las manitas.

Por otro lado, fuera mitos. Muchos sordos actualmente pueden hablar, y no de forma precaria, oír a Mozart, a Beethoven y el Aserejé. Cada vez están menos condenados a relacionarse solo con sordos (porque oyen y saben hablar, porque se extiende el uso de la LSE, las nuevas tecnologías, el mundo de la imagen, etc.). El gueto ya no existe.

No juzgo a Sharon y Candance por su sentimiento de pertenencia. Simplemente pienso que la sordera no se disfruta. Se disfruta de la vida siendo sordo, que es distinto. Siendo sordas son felices. Supongo que sus hijos sordos también serán felices, aunque podrían haber sido felices también siendo oyentes. O les irá fatal en la vida y no lo serán, oyendo o sin oír. Es imposible ser tan decisivos en el devenir y en las decisiones vitales de nuestros hijos.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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