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'El hombre que quiero ser': internos de Sevilla II comparten su propia campaña contra la violencia de género

El proyecto de educación para el desarrollo GENDERMEDIAL ha culminado con una exposición de gráficas publicitarias contra la violencia machista en el marco del 25N

Sara Rojas

Sevilla —

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“El factor más importante en el camino hacia la igualdad es la educación”. Esa es la conclusión a la que ha llegado uno de los internos de la cárcel Sevilla II después de su paso por los talleres impartidos por un equipo docente multidisciplinar de la Facultad de Comunicación (FCom) de la Universidad de Sevilla, dentro del proyecto GENDERMEDIAL- Alfabetización mediática por la igualdad para hombres en prisión. Fruto de este programa pionero desarrollado entre junio y octubre es la exposición 'El hombre que quiero ser’, compuesta por carteles publicitarios diseñados por los alumnos del centro penitenciario, con el objetivo de lanzar su propia campaña de concienciación social en el marco del 25N, Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres.

La muestra, que se puede visitar en el vestíbulo de la Facultad de Comunicación hasta el 4 de diciembre, se ha inaugurado oficialmente este lunes con motivo del encuentro celebrado en la propia sede universitaria, contando con una representación de todos los agentes que se han implicado en el proyecto “voluntariamente”: profesorado, equipo directivo y de psicología de la prisión Sevilla II, así como algunos de los internos participantes, que han podido compartir sus reflexiones personales y agradecer en persona a los profesionales que han propiciado los cambios que aseguran haber experimentado durante los talleres.

Uno de ellos (cuya identidad se ha de proteger por petición expresa de los responsables del centro) ha aprovechado la cita –“os voy a abrir mi corazón”– para mostrarse como el “claro ejemplo de que las personas podemos cambiar”. Antes de inscribirse al programa de alfabetización mediática de la Facultad de Comunicación, este hombre recibió otro en prisión: el de intervención para agresores de violencia de género (PRIA). “Yo fui un agresor, pero ya no soy ese monstruo”, ha confesado, manifestándose “orgulloso” de poder garantizar hoy que ha construido una “mejor versión” de sí mismo, hasta convertirse “en una gran persona”.

“Baño de igualdad”

Precisamente, este proyecto de intervención educativa codirigido por las investigadoras Sara Rebollo Bueno y María Sánchez Ramos nació con la vocación de “tender puentes” entre la sociedad y una institución académica como es la Hispalense. Así, se acercaba a la población esa perspectiva de género que se aplica en las líneas de investigación de la Comunicación, alcanzando una “verdadera transferencia social del conocimiento”, como ha indicado la profesora María Sánchez durante el encuentro. Asimismo, esta iniciativa viene a “concienciar, prevenir y apostar por la verdadera reinserción social”, complementando desde el exterior la labor que se desempeña diariamente en el propio centro penitenciario, como ha puesto en valor Irene Rojas, la subdirectora de Tratamiento del centro penitenciario Sevilla II, que ha agradecido que la institución universitaria haya emprendido un proyecto pensando en “grandes desconocidos y, a veces, grandes olvidados”, como es la población reclusa.

Con ese afán integrador, se han celebrado un total de siete talleres formativos en los que se han abordado conceptos claves como patriarcado, machismo o violencia de género para “bajar las palabras cuerpo a tierra” y desmontar masculinidades o bulos en el periodismo, mediante el análisis de los roles de género, la representación de la mujer y el amor romántico en el cine, la publicidad y las series de televisión, según ha explicado en su intervención la doctora Sara Rebollo. De su lado, uno de los alumnos del proyecto lo ha resumido como “un baño de igualdad”, gracias al cual han podido comprobar que “la cultura, el mundo en el que vivimos, está minado de machismo y micromachismos que pasan desapercibidos”.

El producto final de todo ese proceso “gratificante” y “enriquecedor” –tanto para profesorado como para alumnos, según han expresado unos y otros– ha sido la muestra en la que los dos grupos de 50 hombres de la prisión que han participado en el curso han podido dar forma creativa a sus aprendizajes. A este respecto, Mar Rubio, la profesora de creatividad publicitaria de la FCom que se ha encargado de acompañar a los alumnos del centro penitenciario en la fase final del proyecto, ha alabado que hayan sido capaces de no sólo “entender las ideas y asimilar el contenido”, sino también de “plasmarlo en un cartel con la finalidad de concienciar”.

Testimonios de un “cambio real”

Así pues, una vez definido el tema principal de la exposición (“el hombre que quiero ser”), fueron trabajando en materializar las ideas que querían transmitir a través de imágenes, textos y metáforas visuales que terminarían confluyendo en las gráficas publicitarias. De esta forma, volcaron lo aprendido, lo reflexionado, los cambios que habían experimentado y querían promover en el resto de la sociedad en sus propios diseños de carteles. A continuación, un grupo de alumnas voluntarias del grado de Publicidad de la facultad, recogió esos bocetos –realizados en folios por no contar con los medios técnicos necesarios para el diseño gráfico– y se encargó de digitalizarlos mediante el programa Photoshop, respetando las indicaciones y directrices marcadas por los internos.

Al término del encuentro, las estudiantes han podido felicitar personalmente a los creadores de los dibujos que llegaron hasta sus manos por el trabajo realizado. Emocionadas por haber constatado “el cambio real” que ha experimentado el colectivo, trasladan a SevillaelDiario.es la sorpresa que les causó primero ver que los bocetos “transmitían muy bien la esencia del mensaje tanto con la idea como con el color” y, después, escuchar la explicación de cada uno de ellos, para terminar de completar el sentido. “No es nada fácil demostrar que has aprendido conceptos tan complejos a través de un cartel publicitario y ellos lo han conseguido”, elogia María Amador, contando con el gesto afirmativo de sus compañeras. En nombre de todas, Lu Pan reconoce que “hemos llorado” durante las intervenciones porque “hemos podido ver que el cambio es real”.

Educación como motor del cambio

Por todo ello, esas gráficas publicitarias creadas por hombres en prisión sirven como testimonio de que se puede reeducar la mirada para empezar a ver el mundo desde otra perspectiva, como han reconocido ellos mismos. De modo que, más allá de los mensajes que lanzan los carteles (unos hablan sobre la necesidad de “creer y crear un mundo en igualdad todos juntos”, otros de la importancia de la educación como motor del cambio “desde pequeños” y otros reivindican “que la mujer no se calle y a la mínima rompa las cadenas y denuncie”), el antídoto más potente para erradicar la violencia de género y agitar conciencias son las historias de vida que han compartido sus creadores en el encuentro.

“He aprendido que el amor no es sinónimo de posesión, ni de celos ni de estar todo el rato juntos, esa idea del amor romántico es tóxica y solo conduce a ejercer violencia en cualquiera de sus formas, lo digo por experiencia”, reflexionaba en voz alta el alumno que recibió el PRIA. Aprovechando ese clima íntimo y cómplice que se ha generado en el salón de actos de la FCom, uno de los participantes seleccionados ha confesado que en un inicio decidió apuntarse al programa “por picaresca”: “Allí en prisión no tenemos aire acondicionado y pensé que donde impartiríamos el taller iba a estar más fresquito”. Pero, finalmente, descubrió que los contenidos le despertaban interés y aprendió “cosas que para mí pasaban desapercibidas sobre la igualdad y la violencia de género”.

En definitiva, la primera edición de este proyecto se ha llevado a cabo gracias al “compromiso” y la implicación del profesorado y alumnado de la Facultad de Comunicación, así como del personal del centro penitenciario y, sobre todo, de los internos que han querido ser impulsores del cambio (partiendo de que “el primer paso es darte cuenta de los errores”, como ha declarado uno de ellos), además de partícipes de un viaje hacia las profundidades de su mundo interior que han emprendido través de la educación para cuestionarse sus propios esquemas y poder así “llegar a ser el hombre que quiero ser”.

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