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Activistas denuncian persecuciones y disparos tras una acción de liberación de conejos en una granja de Barcelona

La activista sufrió cortes de cristal en la cara que, denuncia, fueron producidos por disparos tras la acción animalista en una granja de conejos en Gurb (Barcelona)

Dani Cabezas

Activistas de la organización por los derechos de los animales Direct Action Everywhere (DxE) han denunciado en comisaría agresiones e incluso un disparo por parte de ganaderos tras acceder a una explotación de conejos en la localidad de Gurb (Barcelona), de donde liberaron a 16 de estos animales el pasado domingo.

Este lunes, una activista por los derechos de los animales, residente en Barcelona, compartía en su cuenta de Instagram un vídeo en el que mostraba su rostro ensangrentado y el cristal del coche en el que viajaba hecho añicos tras, presuntamente, haber recibido un disparo con una escopeta desde otro vehículo después de haber abandonado la explotación ganadera.

En conversación con eldiario.es tras pasar por comisaría, cuenta el motivo que les llevó a la granja. “Nos preocupaba el estado de los animales: teníamos vídeos de conejos muertos en las jaulas, tirados por el suelo… Fuimos para exponer la situación, porque es ilegal. Entiendo que lo que hicimos nosotros también lo es, pero si no lo exponemos nadie va a saber lo que ocurre ahí dentro. Sabemos que entrar en una propiedad privada es un crimen, pero eso no les da derecho a intentar matarnos”, asevera.

Pese a conocer los riesgos que conllevaba acceder al recinto, los activistas no esperaban ese nivel de violencia. “Desde el primer momento el granjero se mostró extremadamente agresivo”, relata. “Tenía un palo de hierro y golpeó con él a varios activistas. A otros los agarró del pelo. Tratamos de explicarle que no estábamos contra él, sino que habíamos ido para asegurarnos de que los animales estaban en buenas condiciones”. La situación se fue tensando con la aparición de más ganaderos, y la policía no tardó en llegar. “Tras conversar con los agentes nos fuimos sin ningún problema, pero en ese momento llegaron un montón de granjeros de la zona en unos 15 coches. Ahí empezaron los problemas”.

Los activistas subieron a los vehículos para tratar de protegerse de las amenazas y zarandeos de los ganaderos, tras lo que comenzó una persecución. “Un coche nos siguió a gran velocidad por la autopista durante casi una hora, hasta Barcelona”, recuerda. “Tomamos una salida para intentar dejarlos atrás, pero acabamos en una calle sin salida y nos rodearon. Empezaron a llegar más y más coches, cinco o seis. Se bajaron unos 20 granjeros y empezaron a golpear las ventanas y amenazarnos de muerte. Estábamos temblando. La policía tardó una hora en llegar, y finalmente las cosas se tranquilizaron. Les pedimos a los agentes que nos escoltaran, pero nos dijeron que no había motivos para preocuparse. En ese momento salimos a la autopista, y en cinco minutos llegó otro coche, se puso a nuestra altura y nos dispararon. Afortunadamente yo estaba en el asiento contrario: la ventana explotó en mi cara y empecé a sangrar abundantemente. En ese momento pensé que iba a morir, porque ya no tenía una ventana para protegerme. Si me llegan a disparar otra vez, me matan”. Tras los hechos, se desplazó a Urgencias, donde fue atendida de las heridas.

Horas después de los hechos, la noticia del rescate llegaba a los medios de comunicación. En todos ellos se hablaba de los momentos de tensión vividos entre ganaderos y activistas, pero sin mencionar la violencia extrema que denuncian y el resto de activistas ni el presunto disparo. En declaraciones a el diario El País, el alcalde de Gurb, Josep Casassas (ERC), restó importancia a lo ocurrido asegurando que “hubo alguna palabra subida de tono, pero no fue a más”. Pese a ello, el Ayuntamiento de la localidad se ha sumado a la demanda contra los activistas, presentándose como acusación popular. “No entramos a discutir los ideales. Entendemos que son totalmente legítimos, pero denunciamos la forma en la que se hacen estas acciones”, explicó Casassas al citado diario.

“No me sorprende la actitud del alcalde”, apunta. “Forma parte de una estrategia que pasa por quitar gravedad a la situación, porque tras lo ocurrido durante los últimos meses la situación está muy tensa en Catalunya. Están dispuestos a hacer cualquier cosa para pararnos, pero personalmente creo que es importante no dejarnos amedrentar. Es fundamental que sigamos haciendo lo que sabemos que es correcto”, concluye.

Como recuerda, la acción de la granja de Gurb tiene lugar tras varios meses especialmente intensos en las explotaciones ganaderas catalanas. En abril, 126 activistas de la organización francesa 269 Libération Animale se encadenaron durante más de diez horas en el matadero de Friselva de Riudellots de la Selva, el más grande de Girona, de donde liberaron siete cerdos. En julio, miembros del colectivo Meat the Victims accedieron a otra explotación en Sant Antoni de Vilamajor (Barcelona) para grabar imágenes del maltrato animal que se produce tras sus muros. Una serie de hechos que se tradujeron en la divulgación de un documento por parte de la Generalitat de Catalunya en el que se amenazaba a los activistas con cuantiosas sanciones de entre 6.000 y 100.000 euros.

“Los activistas son los que están actuando como investigadores”, denuncia Orlando, otro de los participantes en la acción de Gurb. “Cada vez que descubrimos crueldad animal en las explotaciones ganaderas y se lo comunicamos a las autoridades, nos derivan de uno a otro departamento. Se desentienden y no quieren hacer nada al respecto. Nosotros documentamos la crueldad, pero ninguna granja recibe una multa ni es siquiera investigada, pese a que incumplen flagrantemente la ley de bienestar animal”. Lo acontecido en Gurb es señal, en opinión de Orlando, “de que están asustados y se están volviendo más y más violentos. Pero como decía Gandhi, primero te ignoran, después se ríen de ti y luego te atacan. Entonces ganas”.

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