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La Carlos III de Madrid ofrece créditos a sus estudiantes a cambio de labores por las que antes pagaban a becarios

La Universidad Carlos III de Madrid.

Daniel Sánchez Caballero / Nando Ochando

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Serían trabajadores, como asegura la Inspección de Trabajo, o no, según defiende la Universidad Carlos III, pero la UC3M está notando el cierre del programa de becas extracurriculares (las que no están relacionadas con los estudios). Reducción de horarios de atención a la comunidad universitaria, ralentización de los servicios e incluso la supresión de alguna prestación menor son algunas de las consecuencias que ya están sufriendo los campus.

A principios de año y tras varias visitas a los diferentes campus del centro, la Inspección de Trabajo dictaminó que la UC3M lleva al menos cuatro años utilizando las becas extracurriculares que da a estudiantes para hacer labores estructurales que, según la inspección, debería realizar personal laboral. El organismo impuso un pago de 1,5 millones de euros a la universidad y cambió motu proprio el grupo de cotización a la Seguridad Social de los (supuestos) becarios y becarias. La demanda afecta a casi 600 estudiantes, cerca de 300 estaban en activo en el momento de las visitas de la inspección.

La universidad se afana en buscar soluciones a esta ausencia sobrevenida de 270 personas en labores sobre todo administrativas (los becarios ejercían junto a los funcionarios en servicios de atención a estudiantes, profesores, bibliotecas, el servicio informático, etc.). La última ocurrencia de la universidad ha sorprendido a empleados y estudiantes. Esta semana, el departamento de Centro de Orientación de Estudiantes de la UC3M –el mismo que gestionaba las (¿falsas?) becas– ha enviado un email a todos los estudiantes en el que busca voluntarios y voluntarias para hacer la labor que hasta ahora hacían cobrando por horas los becarios en eventos como la Feria de Educación Aula o a las jornadas de puertas abiertas de la universidad.

¿Trabajar por tres créditos?

A cambio de esta labor, la universidad ofrece tres créditos optativos. Los créditos ECTS son el estándar con el que se mide el trabajo en la Universidad. Cada uno equivale a entre 25 y 30 de trabajo. Una asignatura estándar otorga seis créditos y un grado de cuatro años tiene 240 créditos. Por si los tres créditos parecen insuficientes, la universidad añade que “esta experiencia puede mejorar tus habilidades transversales”.

“Es una oferta rara”, comentan fuentes sindicales del centro, dado que los créditos optativos deberían provenir de una asignatura, no de pasar un día enseñando las virtudes de estudiar en la UC3M a estudiantes de Secundaria. Este diario ha preguntado a la universidad por esta oferta y por cómo está afectando la ausencia de estudiantes en las tareas administrativas, pero no ha obtenido respuesta.

“A los que estáis pensando en ser voluntarios, os recomiendo que no vayáis a Aula”, escribía en Twitter Ricardo Ruiz, exbecario de la universidad y con experiencia en ese evento. “Hay momentos en los que no das abasto de la cantidad de gente que hay. Solo merece la pena ir si se cobra, porque es un trabajo”, asegura.

La reacción de la universidad ante el varapalo de la Inspección fue cerrar el programa de becas extracurriculares con carácter inmediato. Se acabaron los becarios. Y para no ser trabajadores su ausencia se está notando por todo el campus, según explican empleados del centro y los propios estudiantes.

Ha sido ahora, al dar comienzo el segundo cuatrimestre académico hace apenas una semana, cuando los servicios que antes disponían de becarios se han visto afectados. Las plazas ocupadas anteriormente por estudiantes no han sido sustituidas desde inicio de año por empleados regulares después de la resolución de Inspección de Trabajo.

En la mayoría de los casos es el Personal de Administración y Servicios (PAS) quien está asumiendo las labores de las que antes se hacían cargo los estudiantes acogidos a las becas extracurriculares en cuestión. A pesar del mayor volumen de trabajo “se intenta no dejar de dar servicio”, comenta una de las funcionarias consultadas, “para no perjudicar al usuario”.

Gran cantidad de departamentos en la UC3M han estado echando mano de este tipo de becas durante los últimos años y ahora han tenido que redistribuir tareas entre los miembros del equipo contratado. Es el caso de la biblioteca, donde se originó este conflicto laboral con una estudiante. Las funcionarias han asumido las tareas de las que se ocupaban los becarios y han tenido que suprimir algunos servicios de apoyo a la investigación. El escaneo de documentos y la edición de material audiovisual de la biblioteca se ha convertido en “autoservicio” y ahora los investigadores tienen dos opciones: o lo hacen ellos o esperan a que alguien tenga un rato. “No dicen que ya no lo hagan, pero tampoco cuándo lo harán”, explica un profesor.

El servicio de audiovisuales, encargado de instalar micrófonos y de la asistencia en las salas multimedia, ha suprimido su servicio por la tarde. En informática, que tenía más becarios que funcionarios, eran los estudiantes quienes acudían en primera instancia a arreglar problemas técnicos, labor que ya no podrán hacer.

La Delegación de Estudiantes ha tenido que interrumpir su atención al estudiante, que dependía de un alumno becado. A raíz de esto, el alquiler de taquillas gestionado por los representantes del alumnado se ha suspendido temporalmente, igual que otras gestiones, como resolución de dudas académicas y administrativas, de las que antes dependía el alumno con beca. “Estas tareas se repartirán entre los y las delegadas como buenamente podamos hasta que la universidad ofrezca una solución”, aseguran desde la Delegación de Estudiantes.

De momento, y dado que la UC3M está en opacidad informativa (este diario ha escrito tres veces pidiendo información, ninguna de ellas ha obtenido respuesta), todo son incógnitas de cara al futuro. La actuación del centro, cerrando el programa de becas extracurriculares, apunta a la no conformidad con el acta de Trabajo, por lo que lo más probable es que la situación acabe en un juzgado.

La UC3M no está sola en esta situación. La Inspección de Trabajo ha detectado que los campus son terreno sembrado para los falsos becarios –según su interpretación– y ha aumentado las visitas a las universidades. La Pompeu Fabra de Barcelona (UPF), la Politècnica de Barcelona (UPC) o la Autónoma de Madrid (UAM) han sufrido la visita de los inspectores.

La UAM fue denunciada antes del pasado verano y emprendió la vía judicial. En aquel caso, una juez de primera instancia dio la razón a la universidad: sus becarios no son trabajadores y el programa cumple con la normativa vigente. El caso está a la espera de que Trabajo y las defensas de los becarios presenten sus anunciados recursos. De la resolución de este caso y del de la UC3M puede depender todo el sistema de becas extracurriculares de la universidad. En 2013, último año del que hay datos completos en el Ministerio de Universidades, había 7.000 estudiantes ocupando una de estas becas en toda España.

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