Carlos Fernández, el ingeniero republicano que levantó la Cruz del Valle de los Caídos
Carlos Fernández era amigo de Lorca, republicano, intelectual. Y levantó también la Cruz del Valle de los Caídos. El vaivén biográfico del ingeniero le evitó el exilio y la depuración profesional. Sorteó la represión franquista en la España de posguerra a través del apoyo del que sería el constructor de cabecera del franquismo, Félix Huarte.
Carlos Fernández Casado (Logroño, 1904–Madrid, 1988) pasó así de construir refugios antiaéreos en la guerra civil –para salvar el bombardeo fascista a Madrid– a ser un reconocido especialista en la dictadura de Francisco Franco. Multitud de puentes y obras llevan su firma por todo el país.
Fernández Casado ya era un referente de la ingeniería civil durante la II República. Y trabajaba para el fundador de Huarte y Cía. (germen de la actual OHL), el mismo empresario que acabó edificando el Valle de los Caídos y fue su aval ante el naciente franquismo, para el que diseñó la estructura de la Cruz que corona el mausoleo de Cuelgamuros tras los innumerables problemas de cálculo que acumulaba la obra.
Una historia de la que no queda rastro en la biografía del ingeniero en la empresa que fundó con su propio nombre, la oficina de proyectos Carlos Fernández Casado SL. Franco y la gigantesca cruz del complejo arquitectónico donde reposa la momia del dictador están borrados del perfil del ingeniero republicano, que no quiso estar vinculado al régimen.
“Aclaraciones” de la familia del ingeniero republicano
“Mi único choque con Féliz Huarte fue con motivo de la obra de la Cruz de Cuelgamuros, pero fue verdaderamente fuerte y violento”, relataría Carlos Fernández, según recoge el libro La verdadera historia del Valle de los Caidos (1976), de Daniel Sueiro. El ingeniero republicano no quería participar. “Yo había intervenido en el planteamiento de la estructura y proceso constructivo correspondiente, pero al llegar la construcción le comuniqué mi decisión de no dirigirla”, contó.
“Mi padre”, subraya Leonardo Fernández Troyano (81 años), “siempre se manifestó absolutamente contrario a la dictadura de Franco”. Como ejemplo, cita: “Nunca fue a actos oficiales ni siquiera a las inauguraciones de sus propios puentes”. Y “su manifestación mayor de oposición” al franquismo “fue su negativa a hacer el proyecto de la estructura de la Cruz de los Caídos, el mayor símbolo del Régimen”. Participar en un monumento “a mayor gloria de Franco” era “incompatible con sus ideas”.
Pero llegó un momento en que “la cruz gigantesca se caía” y, ante la insistencia del constructor, “mi abuelo calculó la Cruz de Cuelgamuros”, escribe en Revista Contexto una nieta del “ingeniero depurado”, Ritama Muñoz Rojas. “Lo hizo para salvar vidas humanas, y puso dos condiciones: que jamás apareciera su nombre vinculado a semejante edificación y no cobrar nada por ello”, aclara en el artículo.
“La época más amarga que vivió mi padre fue la posguerra, los 'Años Triunfales' según el lenguaje oficial de aquel momento”, refiere Leonardo. El ingeniero republicano sufrió un “expediente de depuración en el cuerpo de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos” y “todos los caminos profesionales que intentó se le fueron cerrando”. Barajó el “exilio” como salida ante un “problema de supervivencia”. El rescate de Félix Huarte fue “fundamental”, apunta. El empresario actuó con “coraje” y “generosidad” en “aquel ambiente” de naciente franquismo. Como escribió el propio Carlos Fernández, “si en esa dirección se me hubieran cerrado las puertas, hubiera tenido que emigrar”.
Lorca, Ortega y Gasset y el “ingeniero humanista”
Carlos Fernández era precoz, inteligente y brillante, dicen. Y la etapa republicana puso en punto de ebullición su inquietud intelectual. Vinculado a la Institución Libre de Enseñanza. Formó parte del grupo 'Gallo', un movimiento vanguardista. Fue discípulo de José Ortega y Gasset, de Xavier Zubiri y de Fernando Giner de los Ríos, tío de su mujer, Ritama Troyano de los Ríos.
En Granada conoció también al poeta Federico García Lorca. La ciudad nazarí era su primer destino profesional como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Antes, con 14 años, ingresa en la Escuela de Caminos y en un lustro termina los estudios, en 1924, para marchar a París (Francia) y completar ingeniería de telecomunicación en un trienio. Luego hace Filosofía y Letras y, con 68 años, la carrera de Derecho.
Esta completa formación le convirtió en un “ingeniero humanista”. Un profesional que situó a España en “un lugar predominante en el mundo de la ingeniería civil”, como reseñaba en un obituario de los Informes de la Construcción de 1988 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Porque Carlos Fernández Casado era un innovador de la “cultura edificatoria”.
De Chamartín al viejo San Mamés
Fue docente en la Escuela de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, con la cátedra de Puentes de Fábrica hasta 1976. También publicó un puñado de libros, artículos y estudios de referencia sobre la historia y estética de las obras públicas. Por su trayectoria de proyectista y constructor fue elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1974.
Y alcanzó reconocimiento y premios internacionales por su contribución al desarrollo de la tecnología del hormigón. El ingeniero estudió y desarrolló las posibilidades constructivas de este material y fue pionero en la expansión en Europa del hormigón armado.
Con esta argamasa levantó sus obras iniciales. Caso de la colección de Puentes de Altura Estricta entre la década de los años 30 a los 50 o naves industriales prefabricadas. Más tarde sería uno de los introductores del hormigón pretensado en España, que emplearía en sus proyectos hasta los 80.
De su mano quedan ejemplos por todo el país. Sobre el río Manzanares, como el Nuevo Puente de Hierro (1932) y el de El Pardo (1935 y demolido tras la guerra). O pasaderos de arco sobre los ríos Tajo, Pisuerga, Odiel o en los embalses de Cubillas y de Gabriel y Galán. Y de voladizo sobre el Guadalquivir y el Ebro o presas, en Najerilla o Quéntar.
Hasta en Cuba aplicó su especialidad en los años 60 trabajando para Huarte y Cía. Con esta empresa construyó en Madrid las Torres Blancas y las de Colón, o el Ministerio del Aire y residencias sanitarias en Zaragoza, Barcelona, Gerona y Lérida.
También ganó el concurso del nuevo estadio de Chamartín del Real Madrid o el Arco de la cubierta del viejo San Mamés en Bilbao. Antes participó en otras obras emblemáticas, como la Facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad Universitaria de Madrid.
Cuelgamuros como puente a la salvación
Y fue esta relación laboral con Félix Huarte, que atravesó con éxito la etapa republicana, la que puentea los antecedentes republicanos del ingeniero. El empresario iba a ser uno de los grandes contratistas del franquismo, tenía que construir el Valle de los Caídos y confió en Fernández Casado.
“La gran Cruz que corona el risco de la Nava —con fuste de 125 metros y brazos de 46— se eleva sobre un basamento de hormigón armado de 25 metros de altura recubierto de sillería rústica; en el interior, de sección octogonal, dispone de una escalera de caracol y un ascensor”, analizaba Carlos Saguar Quer en La Cruz soñada: Concepción y construcción del Valle de los Caídos.
La estructura, calculada por los ingenieros Carlos Fernández Casado e Ignacio Vivanco Bergamín, tuvo en cuenta “vientos de hasta 340 kilómetros por hora”. Los técnicos consultaron al Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica. “La obra fue construida sin andamios, desde dentro, subiendo el material con potentes montacargas a través de un pozo perforado en la montaña”, describía el autor.
“Para mayor seguridad del complejo ensamblaje de la estructura metálica de los brazos de la Cruz se ensayó primero a tres metros del suelo, en la explanada del frente de la exedra”, según Saguar. “Todo ello se realizó en un tiempo récord, entre 1950 y 1956, y afortunadamente durante los trabajos no se produjo ningún accidente mortal”, subrayaba la obra sobre la que fue el hito del mausoleo que construyó Franco y que levantó un ingeniero de pasado republicano.
**ACTUALIZACIÓN. Este artículo ha sido completado con las puntualizaciones de la familia del ingeniero, cuya respuesta a la petición de eldiario.es ha llegado más tarde de la publicación de la primera versión del artículo.