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Y el cine se quedó vacío

Noche de estreno de películas en los Cines Yelmo Ideal de Madrid. Foto: E. C. (CC-SA)

Elena Cabrera

“El sector del cine es anticíclico, cuando hay crisis es cuando se comporta mejor”. Lo dijo en 2009 José Battle, alto directivo de Cinesa/UCI, el primer circuito nacional por espectadores. Pero, como tantas otras cosas que se dijeron en 2009 sobre la crisis, esta tampoco se ha ajustado a la realidad. En estos días, la cadena de cines Yelmo, una de las cuatro más importantes en España que recoge el 14 por ciento del sector, está negociando un ERE con sus trabajadores.

No obstante, 2009 fue el peor año de los últimos once si nos fijamos en nuestros cines. Vimos cómo cerraban los de barrio, los de las capitales, los cines en versión original e incluso las salas históricas de Fuencarral o la Gran Vía madrileña. Ese año ya solo quedaban 851, según datos del Ministerio de Cultura. Durante la década vimos cómo se cerraban más de 400 salas.

En 2011, esos lugares oscuros donde la ficción se sueña de manera colectiva, habían crecido tímidamente, con 17 salas más.

Pero podemos fijarnos en otro dato que nos aporta también el Ministerio: el número de salas no dejó de crecer hasta el año 2007 para luego caer, muy poco. Hoy tenemos 420 cines menos que en el año 2000 pero 1.450 salas más. Es decir, cerraron los grandes cines de una sola pantalla y se impuso el modelo del multicine, esencialmente en el centro comercial. Esta idea la trajo a España, por cierto, José Battle, en 1987. 25 años después se sigue amortizando el nuevo aliento que supuso la instauración del sistema americano de los multiplex.

Peli o hamburguesa

“Desde enero de 2011, Yelmo ha acumulado unas pérdidas de 10 millones de euros” explica Alfonso de la Rica, portavoz de esta cadena propietaria de emblemáticas salas como los cines en versión original Ideal, en Madrid. La empresa “prevé unas pérdidas superiores a las del ejercicio anterior, provocadas por el descenso de espectadores”. El abandono de las salas ha originado un “descenso de los ingresos y pérdida del margen de beneficio”. ¿Dónde están los espectadores? De la Rica recuerda “la piratería” ya que “que los contenidos se distribuyan gratuitamente ha afectado mucho”, el impacto de la subida del IVA del 8 al 21 por ciento, y el bolsillo: “la entrada de cine nos parece a todos un artículo de lujo, que no lo es, si lo piensas cuesta lo mismo que un menú del McDonald’s”.

Un reciente estudio de Facua llama la atención sobre la subida de la entrada al cine. Ver una película cuesta este año un 9 por ciento más de lo que costaba en 2011. Redondeando y como media, pagamos por el cine entre 7 y 8 euros cuando en 2004 nos costaba entre 4 y 5 euros. Y, lo que es más llamativo, una proyección en 3D cuesta un 30 por ciento más que la misma película en 2D. La asociación de consumidores alerta que los cines no siempre anuncian cuándo una película fue rodada originalmente en 3D o no, lo que hace muy diferente la experiencia.

Borja de Benito, de la federación de exhibidores, FECE, analiza que “el sector lleva años haciendo frente a la competencia desleal que supone la piratería, asumiendo altas inversiones para hacer frente al proceso obligado de digitalización de los cines, y viviendo una caída constante de espectadores única en nuestro país, ya que mientras en los últimos años en España cae la asistencia a salas de cine, en los principales países de Europa sube. A todo lo anterior hay que añadir la reciente subida del IVA en el precio de las entradas de cine, que complica aún más la situación de las salas de cine”.

Butacas frías

Hasta que no acabe el año, FECE no hará su valoración del impacto de la subida del IVA pero la adelantan como, obviamente, “negativa”. En su contablidad de espectadores en el mes de septiembre, desde la subida del impuesto, Rentrak ya ha visto que hay 300.000 espectadores huidos con respecto al mismo mes del año anterior. La Unión de Asociaciones Empresariales de la Industria Cultural Española (UAEICE), constituida este verano, vaticina que la subida del IVA se traducirá en una pérdida de 43 millones de espectadores, una destrucción de 4.226 empleos directos y el cierre del 20 por ciento de las empresas. Ese 21 por ciento tributario nos hace merecedores del premio al IVA cultural más alto de todos los países de la zona euro.

Empleados y ex empleados de los Yelmo con los que ha hablado este medio coinciden en opinar lo que puntualiza un trabajador con años de experiencia y conocedor del día a día del trabajo en el cine, que prefiere no dar su nombre: “influye mucho más [que la piratería] una mala gestión en los últimos años. Esto unido a un pésimo trato en los últimos tiempos a los empleados, con casos de acoso y conductas desleales de la empresa, saltándose acuerdos firmados con el comité nos han llevado a una huelga”.

Esta huelga se produce en los cines Yelmo de Madrid el 12 y 13 de octubre, convocada por CCOO y secundada por UGT, coincidiendo con el estreno de Lo imposible de JA Bayona este viernes y con una retransmisión de una ópera desde el Metropolitan de Nueva York el sábado. Uno de los motivos de esta huelga es el de forzar a la empresa a que respete un acuerdo con los trabajadores de Madrid que obliga a indemnizar con 45 días un despedido ajeno al cierre de un centro, en lugar de los 20 de la reforma laboral. “Va a ser difícil que esos acuerdos aguanten” dice el portavoz de la empresa, “pues supondrían pérdidas adicionales y destruirían la empresa. Yelmo no puede hacer otra cosa que respetar la huelga y esperar que la interrupción del servicio sea solo parcial”. Los clientes afectados podrán volver al cine durante los días siguientes a un precio reducido y los que hubieran comprado entradas para ver la ópera se les reintegrará el importe a partir del 15 de octubre.

Negocios arriesgados

Muchos apuntan que en la debacle de Yelmo influye el aparente fracaso de Youzee, sistema de cine online de pago participada en un 75 por ciento por Yelmo y dirigida, como la cadena, por Fernando Evole, hijo del fundador de la compañía. Desde la empresa aseguran que “el impacto de Youzee no afecta en Yelmo”.

El portavoz de la compañía, designado como único interlocutor para informar a los medios sobre el ERE, valora que “Yelmo no es de las empresas que peor lo han hecho” y aún así, está en esta situación. Y apunta que “Cinesa puede estar en una situación peor”. Los despidos y los cierres serán dos medidas entre otras, como revisar los contratos de alquiler, para reducir costes y evitar entrar en concurso de acreedores.

Yelmo es un buen ejemplo de lo que está pasando en todas las cadenas de exhibición: desciende el número de espectadores pero no el número de salas, como reflejan los números del Ministerio y como puede comprobar cualquier espectador que vaya a ver una película fuera del fin de semana de estreno: se siente como si estuviera en un pase privado.

Según fuentes del colectivo de trabajadores de Yelmo, la empresa ha propuesto al Comité de Empresa el cierre de seis cines (Alcorcón, Oviedo, Valencia, Albacete, Roquetas y Alicante) que se llevarían por delante 256 puestos de trabajo, incluyendo en esa cifra recortes en la mayor parte de las salas, lo que supone eliminar a 4 o 5 empleados por cada cine.

¡Foco!

En un pase de El caballero oscuro en los Ideal, este verano, la película se proyectaba desenfocada y el audio se escuchaba mal. Algunas personas del público se levantaron del asiento mirando hacia el haz de luz de la cabina, silbando y reclamando un arreglo. No pasó nada durante largos minutos. Nadie parecía escuchar los pitidos. ¿Dónde estaba el operador de cabina? Despedido, cinco meses atrás. Ahora, solo con uno de los tres que había en los Ideal, reconvertido de proyeccionista en Responsable Técnico de Proyección Digital (RTPD).

La reconversión digital ocasiona en los cines grandes deudas con los bancos para conseguir la financiación necesaria así como el ajuste de la masa laboral. Un operador de cabina proyectaba las cintas. Uno reconvertido en RTPD asume además labores de gerencia y no se dedica en exclusiva a cuidar de la proyección. Cuando el técnico no está porque ha cumplido su jornada laboral pero el cine sigue funcionando, los otros encargados se ocupan de las máquinas. “El problema es que les falta experiencia y en muchos casos vocación”, explica un trabajador de Yelmo. “Las nuevas máquinas digitales tienen sus ventajas por el ahorro en transporte, almacenamiento y que las películas no se desgastan, pero son máquinas y son siempre susceptibles de fallos, algunos que ya se tenían como desenfoques y desencuadres y otros nuevos como problemas de software. La diferencia es que antes había un operario exclusivamente dedicado a solucionar problemas de proyección y ahora no lo hay, y el más preparado no está siempre disponible”.

El sector del cine tiene muchos frentes abiertos. El de qué hacer con ese lugar en el que vemos y comentamos las películas entre todos, que hoy es un espacio físico pero mañana podría ser un lugar virtual, es solo uno de ellos. Los aficionados al cine que se quedan en casa, la deuda por las inversiones de la digitalización, el IVA, los recortes del Gobierno en subvenciones y las fallidas inversiones para cubrir la brecha digital están fundiendo a negro las pantallas de las salas.

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