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El debate sobre los vuelos privados desatado por Mbappé: ¿es la hora de que los futbolistas viajen en tren?

Momento en el que Kylian Mbappé se ríe de la pregunta sobre usar un transporte más sostenible.

Marta Borraz / Cristina Armunia Berges

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Estallaron de la risa ante una propuesta tan seria en medio de la crisis climática como cambiar los aviones por trenes para trayectos cortos. Las imágenes del jugador del París Saint Germain (PSG) Kylian Mbappé y su entrenador, Christophe Galtier, han dado la vuelta al mundo y han desatado una ola de reacciones en Francia que ha puesto el foco en el desproporcionado papel que juegan los aviones privados, usados habitualmente por deportistas y celebridades, en la contaminación global. Un debate capitaneado por el país vecino que aún no ha llegado a España, donde los clubes de fútbol también suelen hacer uso de la aviación.

La polémica nació en una rueda de prensa el pasado lunes, cuando un periodista preguntó a los miembros del PSG por qué el equipo había utilizado un avión para disputar un partido y trasladarse de París a Nantes, separadas por unos 380 kilómetros. Ni el delantero ni Galtier pudieron contener la risa mientras este último respondía irónicamente. “Estamos viendo si podemos ir en carro a vela”, espetó. La pregunta llegó a raíz de un comentario del director de TGV, la empresa que gestiona la alta velocidad en Francia, que ofreció al equipo el tren, mucho menos contaminante, para un trayecto que está “a menos de dos horas” en este tipo de ferrocarril. 

Las reacciones no se han hecho esperar en el país. No solo las organizaciones y grupos ecologistas han criticado la mofa de Mbappé y su técnico, también ha indignado a varios miembros del Gobierno francés. La primera ministra, Élisabeth Borne, ha llamado a los futbolistas a “tomar plena conciencia” de la crisis climática, mientras la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, reprochó a Galtier haber dado una respuesta poco “responsable”. También la ministra de Transición Ecológica ha entrado al asunto, así como el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, que llamó a que “todos nos tomemos en serio el cambio climático”.

La cuestión se ha convertido en Francia prácticamente en un asunto de Estado porque coincide con un debate abierto en el país sobre la pertinencia de regular la aviación privada, algo de lo que se ha mostrado partidario el ministro de Transportes del país, Clément Beaune. 

Unos días antes, la ONG Attac apuntaba hacia otro jugador del PSG, el argentino Leo Messi, al que acusó de efectuar 52 vuelos con su jet privado desde el pasado junio y emitir con ello “1.502 toneladas de CO2”, “tanto como un francés en 150 años”. La cuenta de Twitter Celebrity Jets vigila los vuelos en avión privado de los famosos, sobre todo en Estados Unidos. Entre ellos, el cantante Drake, el rapero Travis Scott o el guionista Steven Spielberg y en la inmensa mayoría de ocasiones, son traslados cortos de menos de una hora.

La brecha de emisiones

Desplazarse de esta forma es una de las fuentes de emisiones de CO2 que más desigualdad esconde: son un pequeño grupo de personas las que contribuyen al cambio climático con la expulsión de gran cantidad de gases durante sus vuelos. “En un momento de emergencia climática, por una cuestión de coherencia y ante la necesidad de reducir el consumo de combustible, la aviación privada es un despropósito que no cabe en nuestro día a día y que está justificado solo en casos muy contados”, cree Adrián Fernández, responsable de movilidad de Greenpeace.

Según un análisis de la organización Common Wealth, que aboga por una prohibición de vuelos privados a base de combustibles fósiles para 2025 –y que se sustituyan por energía eléctrica–, “un viaje estándar en avión privado dentro de la UE emite diez veces más CO2 por viajero que si se hace en un vuelo regular”. También la ONG Transport & Enviroment ha abordado el asunto en un reciente informe que concluye que solo una hora de vuelo en jet privado llega a emitir dos toneladas de CO2. Por comparar, la emisión neta por cada ciudadano en todo un año fue en España de 5,8 toneladas en 2019.

Los datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente apuntan a que el transporte representa alrededor de un cuarto del total de emisiones de la Unión Europea, la inmensa mayoría proceden del transporte por carretera (un 72%), que utiliza la mayor parte de la población. El transporte marítimo y la aviación representan el 14% y el 13% de las emisiones, respectivamente, y el ferrocarril se erige como el medio más sostenible, con un 0,4% de las emisiones.

Sin embargo, en términos relativos, la brecha de emisiones es evidente: si se tiene en cuenta el montante de emisiones por pasajero y kilómetro recorrido lanzado por unos y otros medios de transporte, alguien que viaja en avión con otras 87 personas contamina casi tres veces más que quien lo hace en coche con otro pasajero y 20 veces más que otra que usa el tren con otras 155. La agencia europea estima que, en un kilómetro, la persona que va en avión emite 285 gramos de CO2 a la atmósfera, la que va en coche expulsa 104 gramos y la que hace el trayecto en tren apenas emite 14 gramos. 



El debate abierto en Francia no parece haber aterrizado todavía en nuestro país, que la organización Transport & Environment sitúa como el quinto con mayor uso de vuelos privados de Europa. El primero es Reino Unido y el segundo el país galo. “Es un tema que no solo debería abrirse también en España, es que va a acabar llegando”, cree Fernández, que apremia a la reducción “urgente” del transporte aéreo “para conseguir los objetivos climáticos”.

Lo afirma así porque en el seno de la Comisión Europea se debate actualmente la imposición de una tasa que grave el queroseno, actualmente no sujeto a impuestos, para todos los vuelos dentro de la UE. Aún así, ecologistas y expertos piden mayor ambición: “El mejor uso de la aviación es no hacer uso de la aviación”, apunta el doctor en Biología e investigador del CSIC Fernando Valladares. En su opinión, este medio de transporte debe recortarse drásticamente cuanto antes hasta que llegue a utilizarse solo “como último recurso”.

El lento cambio en el fútbol español

La polémica surgida por las risas de Mbappé y el entrenador del PSG han puesto el foco en el mundo del deporte de alta competición y, en concreto, en el fútbol, un sector que frecuentemente utiliza el avión para trasladarse a disputar partidos. De hecho, la ministra de Transportes francesa utilizó una referencia futbolística justo un día antes de la rueda de prensa para hablar del asunto. Y precisamente se refirió a un equipo español, el Real Betis, al que elogió por haber alcanzado un acuerdo con Renfe para viajar en tren a sus citas fuera de casa. 

Es este, de momento, el único equipo español que ha asumido el compromiso, por el que todas las plantillas, tanto femeninas como masculinas, cuentan con descuentos para desplazarse. Con todo, según ha confirmado la empresa de transporte ferroviario a este diario, actualmente mantiene conversaciones con otros clubes de primera división para lograr acuerdos de colaboraciones similares, aunque no ha dado más detalles sobre qué equipos están buscando alternativas de transporte. 

Esto no significa que no utilicen el tren para ninguna de sus salidas, pero el del Betis supone un pacto pionero. ElDiario.es ha preguntado a más equipos de primera división sobre sus criterios de movilidad y sobre el número de partidos a los que se desplazan en avión o en tren dentro de la Península, pero no ha obtenido respuestas. A los clubes también se les ha criticado que, en muchas ocasiones, también movilicen a sus flotas de autobuses para recogerlos en los aeropuertos y llevarlos a los estadios y que recorran cientos de kilómetros vacíos para llegar a su encuentro. 

Los acuerdos con Renfe han arreciado en los últimos años, en un momento de emergencia climática sin precedentes. Según informa la empresa, mantiene en total unos 100 pactos con clubes y federaciones. En LaLiga Smartbank (Segunda División), por ejemplo, el Leganés tiene un acuerdo como el del Betis. Más allá del fútbol, en baloncesto, equipos como el Unicaja de Málaga o el Movistar Estudiantes “utilizan el tren en sus desplazamientos por la Península”, y también otros equipos de rugby y balonmano, que no especifica.

La mayoría de las federaciones españolas, como la de fútbol o la de baloncesto, así como el Consejo Superior de Deportes, utilizan Renfe para sus desplazamientos, añaden. Y también en el marco deportivo, Renfe es el transporte oficial de eventos multitudinarios como los maratones de Madrid y Málaga, y de otro tipo de entidades como la Asociación de Veteranos del Real Madrid.

La responsabilidad de los referentes

El tema de la semana en el deporte francés ha reabierto también otro debate: hasta qué punto quienes son referentes para la población deben dar ejemplo. Los expertos no tienen dudas. Valladares pide “tolerancia cero” hacia este tipo de actitudes y también una rectificación. “La sociedad se fija en ellos y no han estado a la altura con esta broma. Podrían rectificar y no lo han hecho. La mejor manera de hacerlo es cambiando su postura y su estrategia de movilización. Es decir, ir en transporte público”, señala.

Desde Greenpeace, Fernández se expresa en la misma línea. “Es algo peligroso y contraproducente. Aunque la aviación privada represente pocas emisiones respecto al total, tiene un peso muy importante porque de nada sirve pedirle a la gente que haga cambios de comportamiento si ven que quienes tienen una posición económica privilegiada, no son capaces de asumirlos y dilapidan con estos gestos cualquier mejora que podamos intentar el resto de la sociedad”, afirma. 

Por eso, organizaciones y expertos reclaman un futuro que reduzca considerablemente el uso de la aviación. Hacerla sostenible, aseguran, es un reto muy complejo. “No hay muchas más formas que usarla para las emergencias y las situaciones en las que se justifique un uso urgente del transporte”, insiste Valladares, que augura que, en muy poco tiempo, nuestro modo de hacer turismo también cambiará. 

Lo que no está claro es si la forma de movernos entre países, por ejemplo, cambiará porque se implanten sistemas de cuotas, por pura concienciación o por el encarecimiento extremo de los combustibles. “Antes de que sean impagables para mucha gente, tendríamos que encontrar la forma de que, aun pudiéndolo pagar, mucha gente deje de volar. Así de claro. Voluntariamente o por un sistema de cuotas”. 

Valladares también cree que es momento de repensar la magnitud de los aeropuertos y desechar cualquier proyecto que tenga como objetivo ampliar este tipo de instalaciones contaminantes. “En Barcelona se está pensando en la ampliación del Prat, por ejemplo, y eso es completamente fuera de su tiempo. Lo primero que hay que hacer es revisar cualquier proyecto de ampliación”, defiende.

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