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España incumple sus objetivos sobre reciclaje de neumáticos usados

Incendio en el cementerio de neumáticos de Seseña / Ayto.

Raúl Rejón

Han tenido que arder miles de toneladas de neumáticos en un cementerio ilegal de Seseña (Toledo) para llamar la atención sobre el destino que se les da a las ruedas fuera de servicio, un volumen que superó las 220.000 toneladas en 2014. Acumularlos sin más no es una opción. Ni siquiera es legal. La ley obliga a darles un nuevo uso. Sin embargo, España está incumpliendo los objetivos de su Plan Nacional de Residuos y quema aproximadamente la mitad de los neumáticos usados para producir energía, sobre todo en fábricas de cemento, en lugar de reciclarlos. El plan establece un objetivo límite del 20% para la incineración.

¿Quiénes son los responsables legales de los neumáticos viejos? Los productores y distribuidores son los que deben “hacerse cargo de los residuos derivados: su recogida y gestión”. Actualmente existen dos sistemas de recuperación al que se adhieren las empresas: Signus y TNU. Ambos aplican una tarifa por encargarse de los neumáticos que, a la postre, paga el consumidor en el precio de la rueda.

El documento sobre residuos aprobado por el Gobierno en 2008 abarca hasta 2015 y especifica que la cantidad de neumáticos destinados a la “valorización energética”, es decir, a incinerarse como combustible, no debería superar el 20% del total. En 2013 se quemaron unas 100.000 toneladas, cerca del 50% de lo recogido, según las memorias de Signus y TNU.

La incineración libera una alta cantidad de sustancias tóxicas como se está comprobando en Seseña: desde partículas en suspensión hasta dióxidos de azufre y nitrógeno, dioxinas o hidrocarburos aromáticos… “Las fábricas de cemento no están especialmente preparadas para filtrar todas estas sustancias e impedir que lleguen al aire”, es la queja de los grupos ecologistas.

La potencia tóxica de la incineración de los neumáticos queda comprobada con el caso del fuego del cementerio de Seseña donde la combustión de 70.000 toneladas de gomas derivará en unas 7.900 toneladas de partículas en suspensión o 1.400 de compuestos químicos nocivos. Solo en los días del incendio se emanarán tantos hidrocarburos aromáticos como en un año en España.

Una vez que en 2005 se prohibió por ley deshacerse sin más de las ruedas usadas, la estrategia nacional ha subrayado la importancia de darle otros usos a los neumáticos una vez se retiran del servicio. En primer lugar, el recauchutado: “Una actividad de primerísima importancia porque previene la generación del residuo”, explica el documento. Se trata de preparar el neumático para volver a rodar. En 2004 se recauchutó el 12% del volumen total. En 2013, se quedó en el 11%. En 2014, el sistema Signus contabilizó 4.800 toneladas de ruedas revividas: un 2,5% de lo que recogió este circuito.

Los neumáticos triturados también son reutilizables como material para la fabricación de carreteras, pistas deportivas, parques infantiles o césped artificial. El Plan de Residuos pide que esta recuperación, que llama “valorización material”, llegue al 55% de las ruedas retiradas del circuito automovilístico. Lógicamente, si la proporción enviada a los crematorios es grande, la reciclada decae: está en un tercio, aproximadamente.

Bomba de relojería tóxica

Los registros oficiales contabilizan “0%” de neumáticos usados enviados a vertederos. Las acumulaciones de gomas como la que arde en Toledo son piratas. Pero no son una mancha de caucho que pase desapercibida. Sin embargo, y a pesar del riesgo para la salud y el medio ambiente que suponen, “no están inventariados y como es un desdoro para las comunidades autónomas pues no hay un registro”, explica Pago Segura, de Ecologistas en Acción, quien asegura que “nos llega un goteo constante de denuncias”.

Tras el fuego de Seseña, ahora han saltado a la palestra cementerios de neumáticos de diferentes tamaños. En Castellanos de Villiquera (Salamanca) se acumulan unas 1.400 toneladas que la Junta de Castilla y León ha dicho esta semana que se ocupará de retirar. En la provincia de Cuenca existen otros dos: uno en Cervera del Llano de 70 toneladas y otro en Chillarón de Cuenca de entre 10 y 20 toneladas y 3.000 m. Del primero, la Junta de Castilla-La Mancha ha dicho hace un par de días que ayudará al municipio a vaciarlo. Tiene unos 16 años.

También ha aflorado un vertedero de cauchos en la localidad coruñesa de Fene. Unas 90.000 ruedas acumuladas en una finca y una nave desde hace una década. En Fuerteventura, en Puerto del Rosario, hay apilados otros 200.000 neumáticos aunque el Cabildo asegura que no existe riesgo de incendio. Hace menos de un año, un incendio carbonizó 12.000 toneladas de ruedas en León durante 15 días. En ese caso, a la contaminación del aire se le sumó la del agua del terreno.

En todos estos casos, la acumulación de neumáticos se realizó durante años. Y su presencia se ha alargado otro tanto. “En no pocas ocasiones, se utilizan escombreras para soltar los neumáticos sin control”, afirma Segura.

Y, a partir de ahí, se multiplica el riesgo de abandono e incendio. Y con el fuego, la catástrofe ambiental. El Gobierno de Castilla-La Mancha ha dicho, tras permitir el regreso a sus casas de los vecinos evacuados, que el medidor colocado está dando “estándares de normalidad”. El mismo mensaje enviado por el consejero de Medio Ambiente de Madrid, Jaime González Taboada, que ha hablado de parámetros “normales”.

“La contaminación química está ahí, aunque no se mida, está afectando a los vecinos de la zona más cercana y viajando con el viento a ciudades más alejadas”, rematan los ecologistas.

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