Felipe VI cierra el grifo de los condes, duques y marqueses
Desde su proclamación ante las Cortes Generales, en junio de 2014, el rey Felipe VI no ha concedido ni un solo nuevo título nobiliario. Es más, ha despojado a una duquesa –la más alta distinción nobiliaria–. Su hermana, Cristina de Borbón, dejó de ser duquesa de Palma en junio de 2015 tras su imputación en el 'caso Nóos'.
Su predecesor, Juan Carlos I, concedió una media de seis en el mismo periodo de reinado: un total de 47 mientras fue monarca. Entre ellos, los ducados de Franco y el señorío de Meirás a la hija y a la viuda del dictador Francisco Franco justo después de su coronación.
Además concedió distinciones de nobleza a altos cargos del régimen franquista como Carlos Arias Navarro, Torcuato Fernández Miranda y Juan Antonio Samaranch. También los empresarios, muchos de ellos muy cercanos al monarca, recibieron marquesados que heredarán ad infinitum sus descendientes.
Por ejemplo, el presidente de OHL Juan Miguel Villar Mir, marqués de su apellido, o Javier Benjumea (Abengoa), marqués de la Puebla de Cazalla. La banca también fue honrada por el exmonarca: el banquero Alfonso Escámez se convirtió en marqués y la mujer de Emilio Botín en marquesa, como José Ángel Sánchez Asiaín (BBVA) o los editores del Grupo Planeta (José Manuel Lara) y Abc (Guillermo Luca de Tena). En 2011, Juan Carlos I creó el Marquesado de Del Bosque para el seleccionador español de fútbol. El último año de su reinado creó el Marquesado de Crémenes para al dueño de la empresa de limpieza y servicios Eulen.
Actualmente, existen en España más de 2.700 títulos nobiliarios activos, según información de la base de datos de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España, el órgano que agrupa a la nobleza española.
La posesión de títulos de nobleza no supone ningún privilegio legal ni económico. La última prebenda para los propietarios de marquesados, ducados o condados fue suprimido en 1984: el derecho a pasaporte diplomático dedicado a los Grandes de España, la mayor dignidad de la nobleza española.
Los propietarios de los títulos nobiliarios deben pagar impuestos por su transmisión o rehabilitación –entre 777 euros y 6.834, según el parentesco y el título–. El único beneficio público que mantienen es la distinción de “Excelencia” en el caso de los Grandes de España o de “Ilustrísimo” en el resto de títulos nobiliarios.
Si se paga, se hereda, por eso muchos hijos, nietos y familiares de militares del régimen de Francisco Franco viven hoy con la distinción: antes de que lo hiciera el rey Juan Carlos, el propio dictador agració con condados y marquesados a 15 cercanos, entre ellos, dos de los autores intelectuales del golpe de Estado de 1936: Emilio Mola y Gonzalo Queipo de Llano. Carlos Arias Navarro, conocido como ‘El Carnicerito de Málaga’ por sus artes represivas durante la Guerra Civil española, recibió un marquesado. Sus descendientes son ahora quienes gozan de la distinción.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha denunciado estas distinciones por ser una situación “incomprensible” y ha pedido su retirada. El último ministro de Justicia con Zapatero, Francisco Caamaño, paralizó la transmisión de los títulos nobiliarios concedidos por Francisco Franco a sus herederos. Un veto momentáneo que terminó con el desbloqueo del ministro Gallardón, como publicó en su día Voz Populi.
Hasta 2006 solo podían heredar los títulos los hombres. Desde la “ley sobre igualdad del hombre y la mujer” aprobada por el gobierno de Zapatero, y que tuvo el apoyo del PP, hereda el primogénito, sea hombre o mujer. Los nobles le llaman la Ley Ágatha. “Es una ley fraudulenta porque impone un efecto retroactivo para beneficiar a una persona en concreto, Ágatha Ruiz de la Prada, que quería el título de su tío”, opina Javier Timmermans, experto en derecho nobiliario y marqués de Villapuente de la Peña.
Se refiere a que la norma, que entró en vigor el 20 de noviembre de 2006, abrió un periodo ventana de retroactividad hasta 2005 para las mujeres que tuvieran puesta una demanda para reclamar un título (caso de De la Prada). “Esta ley fue idea del PP, todos lo sabemos, y luego la recuperó Zapatero”, dice Timmermans. La retroactividad permitió que títulos ya heredados cambiaran de mano.
“La ley ha generado litigios, unos 100, pero sobre todo ha generado enfrentamientos en las familias”, dice este marqués. “Los nobles estamos de acuerdo en la igualdad, pero deberían haber empezado por la Corona, donde el heredero sigue siendo el varón”, añade Timmermans.
Respecto a la actitud del nuevo Rey con los títulos, señala que es una noticia positiva que no esté dando, porque “deben reconocer la excelencia, y algunos de los que dio el rey Juan Carlos son de mérito más dudoso”.