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La Fundación Franco lanza una campaña para blindar el Valle de los Caídos y la tumba del dictador

Publicación en Twitter de la Fundación Franco.

Juan Miguel Baquero

La Fundación Franco ha lanzado una campaña para “que no se toque” el Valle de los Caídos. La operación de defensa del statu quo del mausoleo de Cuelgamuros está basada en una petición en una plataforma de firmas y mensajes en redes sociales. Como complemento, sendas cartas del nieto mayor del dictador y del presidente del ente franquista. Todo, como respuesta a la intención anunciada por el Gobierno de España de sacar a Franco de su tumba.

“Según las últimas informaciones, el futuro del Valle de los Caídos y de esta fundación es muy incierto”, reconoce la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF). El envite del Ejecutivo de Pedro Sánchez estrecha el cerco al enterramiento con honores del militar golpista, a través de una exhumación rápida y low cost, y anuncia la posible ilegalización de entidades de carácter fascista.

La recogida de firmas (cerca de 35.000 en el momento de publicar esta información) está activada por el propio lobby que ensalza al dictador. Solicita “ayuda” a simpatizantes y nostálgicos del franquismo para preservar el “monumento a la reconciliación de los españoles”. La petición reclama “paz a los muertos, empezando por Francisco Franco” para “que las cenizas de unos muertos no puedan envilecer de nuevo la concordia entre los españoles”.

“¡Háblame, mi capitán!”, titula su misiva el presidente de la FNFF, el general de división retirado Juan Chicharro. “Sí, sé que me oyes”, arranca el escrito apelando al golpista muerto y embalsamado en 1975. El militar vende un discurso de radical tono guerracivilista: “aquí están ya mi Capitán”, dice. “Ya los proyectiles rozan nuestras cabezas y vislumbramos la artillería” desde una posición “que es atacada por todos los flancos con una saña digna de una jauría de perros enrabietada”.

Discurso 'guerracivilista' y la izquierda como ISIS

“Bregamos” desde la Fundación Franco por aquello “por lo que vosotros supisteis defender con tanta gloria y gallardía” en la guerra de España, explica al dictador en un texto publicado por El Correo de Madrid. El “combate” es ahora contra “un Gobierno que tapa sus debilidades con la ignominia”. Esta “mísera caterva de gente llena de odio”, escribe Chicharro, “no pudieron contigo en vida y ahora pretenden ensañarse contigo después de muerto”.

Por su parte, el nieto del dictador e hijo de Carmen Franco, Francisco Franco Martínez-Bordiú, también ha escrito una carta dirigida al presidente del Gobierno y que publica La Razón. “Permítame que le dé un consejo”, dice a Pedro Sánchez: “deje de hacer tonterías”, en alusión al “anuncio de desenterrar a mi abuelo” y resignificar el Valle de los Caídos. Admite además haber enviado una solicitud al abad del Valle de los Caídos para que interceda por los intereses de la familia Franco.

En un discurso atado a la apología de la dictadura, Martínez-Bordiú incide en lugares comunes del franquismo sociológico, desde Cuelgamuros como espacio erigido por Franco para unir a “los dos bandos” a la “sectaria” ley de Memoria Histórica como paradigma de la “obsesión totalitaria de la izquierda más extrema”. Un empeño que ejemplifica en la eliminación de simbología franquista: “no puedo dejar de asociarlo a la destrucción del ISIS”, asocia.

“Cuanto más seamos, más fuerza tendremos”, alega la Fundación Franco en una petición que reclama al Gobierno español: “Respetad a los muertos. No a la profanación del Valle de los Caídos”. “Pedimos y exigimos respeto a los españoles que murieron por una causa que ellos creyeron tan noble como para morir por ella y que hoy son escarnecidos por el odio, la indignidad y la revancha”, dicen.

Cuelgamuros, el “Arlington español”

En redes sociales, la Fundación Franco se ha sumado al hashtag #ElValleNoSeToca que en plena polémica competía en inferioridad numérica con #QuéHaríasConElCadáverDeFranco. La sociedad franquista reincide en los mensajes lanzados desde sus perfiles oficiales en que el Valle de los Caídos es “la mayor expresión de la reconciliación y paz entre españoles”. Y que tocar a Franco significa romper este acuerdo entre vencedores y derrotados de la guerra civil.

“No es solo derribar la tumba del general Franco. Con el Valle de los Caídos se busca derribar un ejercicio de reconciliación entre las dos Españas”, escriben. El Arlington español“ (en referencia al cementerio nacional en EEUU) ampara ”bajo su Cruz a los muertos de uno y otro bando“, apuntan, tirando de falsa equidistancia.

“Nunca nos hemos opuesto ni nos opondremos en esta Fundación a que se dé digna sepultura a todos los caídos de uno y otro bando en nuestra Guerra Civil”, añaden. Porque el conjunto monumental construido con trabajo esclavo supone, en su opinión, un legado “que el Generalísimo (sic) llevó a cabo y que permitió dejar a su fallecimiento una España unida, próspera, en paz y reconciliada”.

Para reforzar esta idea de Cuelgamuros como lugar de “paz para los muertos de uno y otro bando”, la Fundación Franco tira de una carta apostólica escrita en 1960 por el papa Juan XXIII. En el “amplísimo templo”, escribía el pontífice, “se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española”.

“Esta obra, única y monumental, cuyo nombre es Santa Cruz del Valle de los Caídos, la ha hecho construir Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España”, destacaba Juan XXIII. Un mausoleo, subraya ahora la Fundación Franco, “diseñado por Juan de Ávalos, vasco, de izquierdas, exiliado y republicano”.

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