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'Las mamás belgas': la historia de las feministas llegadas de Europa del este que lucharon contra Franco y Hitler

'Las mamás belgas', en la plaza de Cataluña, Barcelona. |

Juan Miguel Baquero

San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) —

Mujeres, judías, feministas y comunistas. Es la foto fija de un grupo de enfermeras que lucharon contra Franco y Hitler. De 21 voluntarias internacionales unidas a la resistencia en la guerra civil española y la II Guerra Mundial  para combatir el fascismo. El retrato de unas “valerosas mujeres perdidas entre los pliegues de la literatura bélica” que rescata en el libro Las mamás belgas el periodista Sven Tuytens.

Y una fotografía, precisamente, es el punto de partida de la historia. Una imagen en blanco y negro de la plaza Catalunya de Barcelona, en la manifestación del 1 de mayo de 1937. El hotel Colón viste propaganda comunista “y una foto de Stalin”, recuerda Tuytens. El autor acababa de encontrar el hilo del que tirar para reconstruir la vida de las brigadistas internacionales que fueron enfermeras en el hospital militar de Onteniente (Valencia).

En una pequeña caja de cartón, en un armario. De ahí sale la foto con la que Sven Tuytens lleva años bregando, deshilachando el silencio que tapaba el relato de las mujeres antifascistas. En la portada de Las mamás belgas (El mono libre, 2019) siguen sonriendo, décadas después, Rosa Leibovic, Paja 'Frieda' Buchhalter, Rachel 'Ouka' Oulianetzky, Anna Korn, Feigla 'Vera' Luftig, Rachel Wacsman, Rachela Luftig, Leja 'Lya' Berger, Henia Hass, Golda Luftig y Genia Gross.

“La foto de la portada me llamó la atención. Es un lugar emblemático, la plaza  Catalunya. Se ve toda la propaganda comunista. Y este grupo de mujeres, que no son milicianos, que están vestidas casi de domingo... ¿quiénes eran?”, rememora. Tras este hallazgo ocasional ha buscado las huellas del periplo de un grupo de voluntarias que había llegado de Europa del este.

Una historia “olvidada dos veces”

“La historia de estas mujeres ha sido olvidada dos veces, por judías y por comunistas, lo tenían todo en contra. Han vivido dos guerras. Han perdido toda su juventud. Muchas no pudieron tener hijos. Y acabaron en campos concentración, por ejemplo Ravensbrük o Auschwitz”, desvela el periodista en conversación con eldiario.es.

El convento de los padres franciscanos de Onteniente se convierte en el hospital militar conocido como el belga por uno de sus impulsores, el doctor Albert Marteaux, también diputado socialista por Bruselas en su Parlamento.

El belga empezó a funcionar en abril de 1937. Y pronto comenzaron a llegar voluntarias enroladas en las Brigadas Internacionales. Entre ellas las mamás: un grupo de mujeres refugiadas en Bélgica en los años 30, de origen judío y procedentes de Polonia, Hungría, Rumanía “y parte de lo que hoy es Ucrania”.

Estas familias, “después de la I Guerra Mundial salen de sus países porque hay un nacionalismo tremendo, y con la crisis económica, todos los problemas sociales se giran sobre la población judía”, sintetiza.

La generación de las mamás belgas entra en contacto con el Partido Comunista. “Es una manera de integrarse en la nueva sociedad, como también cambian sus nombres o expresan cierto rechazo a la cultura de sus padres, en general judíos ortodoxos”, explica Tuytens. La vieja generación “pretende proteger a sus hijos de la modernidad, pero a estos jóvenes les interesa la modernidad”.

En pleno auge “de las ideas, del socialismo y el comunismo”, desde estas latitudes arranca un reguero de personas “que en verano del 37 se van a España para integrarse en las Brigadas Internacionales”. Son “grupos de amigos”, dice, “y es impresionante la cantidad de judíos que van a España a luchar contra el fascismo”.

España, inicio de la lucha antifascista

“Los voluntarios internacionales ven que España es el principio de la lucha contra el auge de los fascismo y la historia lo confirma”, resume Sven Tuytens. “Son antifascistas, y como lo han vivido en el Este y están conectados con judíos en Alemania, saben que algo está pasando y que hay que luchar”, explica.

Las protagonistas del libro “quieren ir a España porque hay una república, donde los hombres y mujeres son iguales”. Ellas, como miles de voluntarias, saben “que hay que luchar por esta sociedad, que es de ideas nuevas. Hay que defender España”, rememora. “No solo son enfermeras, son también feministas y quieren que las cosas cambien”, dice el corresponsal belga.

El peso de la historia (y los silencios)

“La foto de la portada es el primer día que están en España, en la plaza de Cataluña y al día siguiente viajan a Valencia a trabajar como enfermeras. Ninguna tiene formación ni hablan castellano. Va a ser muy duro lo que van a vivir”, relata el autor. Porque cuando llegan a Onteniente “ya hay muchos heridos y tienen que aprender sobre la marcha”.

El descubrimiento de la foto “pasó en 2014, yo llevaba cuatro años como corresponsal en España” de la radio televisión pública belga (VRT), cuenta Tuytens. Un tiempo que le sirvió “para ver que el peso de la historia era grande en España, pero me preguntaba qué eran estos silencios, qué significaban”, dice.

Y ahí enlaza con el olvido. “Todavía hay más de 100.000 personas en las fosas y la reacción de alguna gente es que me dicen que de esto no se puede hablar, porque es abrir heridas”, subraya. Uno de sus primeros trabajos en España “fue ir a Oropesa, cuando estaban sacando a siete personas de una fosa. Impresionaba. Y cómo gente del pueblo se acercaba a preguntar a los arqueólogos si habían encontrado a una persona con unas gafas, que podía ser su padre”.

De esta desmemoria oficial, que sorprende al corresponsal belga, parte un interés creciente por la denominada Memoria Histórica. “Aunque mucha información se ha perdido”, avisa. Como había ocurrido con 'las mamás belgas'.

“En otros países hicieron este trabajo, para avanzar, es la única manera. Es el miedo que percibo, que una sociedad necesita un relato común, un acuerdo, un mínimo. En Alemania hicieron este trabajo, no se pueden negar los campos de exterminio, es un delito, y punto. Y cuando no existe este relato común cualquier persona puede rellenar este vacío con lo que quiera, con problemas, y esto es grave”, advierte Sven Tuytens.

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