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Así desafían los estereotipos los niños que practican gimnasia rítmica: “Sufren más insultos de lo que la gente imagina”

Eneko Lambea practicando gimnasia rítmica.

Mamen Hidalgo

Eneko empezó a hacer gimnasia rítmica al tiempo que aprendía a andar. Así lo recuerda su madre, Anabel, que no vio en ello una diferencia sino una forma de potenciar el desarrollo psicomotor. “Nació creando, utilizando los espacios y haciendo malabares con todo lo que tenía en las manos. También tenía una pelota porque su padre es entrenador de fútbol, pero nunca le llamó la atención”. 15 años después, Eneko Lambea es uno de los gimnastas de más talento en la rítmica española: oro en la Copa de España, campeón nacional y representante de España en la primera cita internacional masculina. Una referencia para otros niños que refleja felicidad sobre el tapiz, pero también el sufrimiento fuera de él por la presión de un entorno de desigualdad que parte de la asociación de su deporte a las mujeres.

Aunque su familia trató de aislarle de comentarios, insultos y situaciones que pudieran afectarle, el joven vizcaíno ha tenido momentos críticos. “Como todos los niños que han elegido este camino”, apunta Anabel a eldiario.es. “Todas las familias tenemos historias comunes y lo único que queremos es que las siguientes generaciones puedan practicar la gimnasia en igualdad”.

Para Eneko el proceso de incorporación a un deporte que a priori le excluía fue muy natural. En su barrio estaba el Sakoneta, uno de los mejores clubes, donde también entrenaba su hermana. Con apenas dos años las entrenadoras vieron potencial en él y crearon un grupo de iniciación. A los cuatro ya tenía una importante dedicación, y fue entonces cuando el entorno se volvió hostil.

“Empezamos a filtrar comentarios tipo 'a estos padres habría que darles un par de hostias para que saquen a su hijo de ahí' o 'se le pasaba la tontería con un par de tortas' o 'por culpa de ese niño a mi hijo le está gustando esto'. Infinidad de cosas hemos tenido que aguantar. Intentamos que no le llegasen a él, pero qué tontería, le acabarían llegando. De 'eres un maricón' o 'eres una nena'… para arriba”. El momento más difícil llegó a los 13 años, con la explosión de hormonas –como lo define su madre–. “No quiso dejar la gimnasia, pero sí le afectaban los comentarios que escuchaba. Con ayuda externa hemos conseguido sacarlo de ahí y ahora lo tiene muy claro. Él es gimnasia”.

Según datos de la Federación de Gimnasia, en el primer campeonato de España individual en 2012 participaron 15 gimnastas. Siete años después han sido 67 los participantes, a los que hay que sumar los 34 de la nueva Copa de España. Entre los que se han incorporado recientemente está Ismael Gómez, campeón benjamín en pelota y subcampeón en la clasificación general. Perteneciente al C.D.Húecar de Cuenca, su padre Rubén se asombra con la evolución de la gimnasia rítmica masculina en solo tres temporadas, desde que se inició con siete años.

“En este poco tiempo ya hay otros dos niños de cinco y seis años que siguen sus pasos en el club y a nivel nacional hay una enorme diferencia. Cuando empezamos había dos o tres campeonatos en toda la temporada y ahora tenemos diez o doce salidas cada año”. Como todos los niños que se sumergen en este deporte, Ismael también ha pasado momentos difíciles, especialmente en el colegio. “La gimnasia rítmica masculina es complicada. No está bien vista para un hombre y ha sufrido más insultos de lo que la gente se imagina. El chaval ha tenido muy malos momentos. Sus amigas lo adoran y lo quieren, pero los niños no lo ven tan bien”.

Sobre el tapiz se aíslan de esos comentarios y se transforman. “Eneko ahí es feliz, es su vía de escape. Pero fuera es otra historia”, dice su madre. “Ha tenido que sacar fuerza para entrenar porque los niños dicen verdaderas brutalidades cuando son pequeños, lo que escuchan en casa, y luego crecen y hay un boom donde el hombre es hombre, la mujer es mujer, y hay machitos y princesitas. No sabemos gestionar las diferencias porque no hay educación en las casas y en el cole. Luego poco a poco van madurando. Ahora algunos de los compañeros a los que llama 'machitos', los del fútbol, también le admiran”.

Necesidad de referentes

Según los datos del Consejo Superior de Deportes, en España hay 3.966 hombres federados en la gimnasia de 41.897, pero al no existir el equipo nacional masculino, es difícil cuantificar cifras concretas sobre la rítmica como especialidad masculina. En su afán por crecer, saben que el apoyo entre ellos es esencial, que cualquier gesto o comentario ayuda a los más pequeños. Los mayores son conscientes de que pueden suponer un referente como lo fue para Eneko el valenciano Álvaro Prada, quien le animó a seguir durante una competición.

“Ahora es él quien se acerca a los pequeños”, relata su madre. “Cuando eres bueno en un deporte tienes que utilizarlo para mejorar la sociedad, y hacerlo fuera del tapiz. En casa lo hablamos. Trabajamos para que sea un buen deportista pero también para cambiar cosas. Tenemos mucho camino por delante, hay tanto que hacer por la igualdad… Todos los padres que estamos con niños en la gimnasia tenemos estos problemas. Sabemos que tenemos que hacer que los que vengan después lo tengan más fácil. Como hizo Rubén Orihuela, el primer federado, que se partió la cara por dar a conocer este deporte. Eneko no es consciente de que sea un referente. Me dice 'mamá, pero qué les voy a decir yo'. Pero sabe que puede marcar su trayectoria. Tomamos el relevo de Rubén”.

Rubén Orihuela se lanzó a la gimnasia rítmica hace veinte años, cuando nadie imaginaba que un niño pudiera practicarla. Lo hizo de forma inconsciente. “Tuve la suerte de ser un ignorante”, comenta. Tenía 11 años y realmente no sabía que los chicos no la practicaban, que no existía. “Simplemente pensaba que donde yo entrenaba no había niños pero que si mejoraba algún día me encontraría con otros. Con el tiempo te das cuenta y entonces vienen las dificultades. Era un sueño, pero era muy complicado tener un sueño cuando no puedes ver que alguien lo ha hecho, no puedes tener referentes. Te gustaría volar, vale, pero ¿has visto a alguien volar alguna vez?”

Entrenador desde 2010 y especialmente desde su retirada en 2018, Rubén Orihuela trata de aconsejar y ayudar. “Cuando te reúnes con ellos o te escriben, miras atrás. Recuerdo cómo viví ese momento en el que me está preguntando, por el que está pasando, y pienso en qué puedo colaborar”. Lo hace también en su gimnasio, donde ya hay algún niño. “Estos chicos son muy valientes solo con el hecho de ir cada día, compartir espacio con tantísimas niñas y todo lo que repercute por detrás… Aunque tenga solo uno o dos niños llenan el espacio. Es muy diferente, aman lo que hacen. Hay muchas niñas que hacen gimnasia porque sus padres les apuntan porque es lo que toca, porque es lo normal y después ya ves si le gusta. El niño que decide hacer gimnasia está teniendo una lucha tremenda en su vida, y sabes que va a dar todo en cada entrenamiento”.

Los gimnastas se fijan en España

Pese a las carencias y la lentitud con la que ha crecido, España es ya un referente para gimnastas masculinos de todo el mundo. La Federación Internacional –muy influenciada por las potencias de Rusia o Japón– no concibe que los hombres puedan practicar esta especialidad. Gimnastas de Italia, Francia o Sudamérica toman España como referencia. “Vivimos un poco al margen de lo que dicen”, explica Anabel. “Este año ha sido el primer torneo en Ámsterdam y han ido Eneko, Álvaro y Javier con otros dos chicos franceses. Conocemos que hay alguno en Grecia, en Estados Unidos… pero tienen muy poca posibilidad de desarrollarse. Nosotros estamos mal, porque también hay voces discordantes y mucho miedo al cambio, pero nada que ver con lo que vemos fuera”.

En ese camino, Rubén Orihuela, primer federado, fue esencial. “Hay países ahora que se encuentran exactamente igual que cuando empecé yo”, dice. “Tienen un solo niño intentando cambiar las normas. Hay un movimiento, hay gimnastas en todo el mundo tratando de romper esos moldes. Se ponen en contacto con entrenadores y gimnastas de aquí para ver cómo pueden hacerlo. Su camino va a ser más corto que el que pude tener yo, porque una cosa es iniciar el movimiento y otra es sumarse a él”.

Para cambiar la percepción social sobre su participación en la gimnasia conocen dos vías: visibilidad y educación. La primera es la sensación de que lo que no sale en televisión no existe. La segunda, que mientras se siga imponiendo el fútbol para ellos, habrá pocos cambios. “Hay que empezar desde los colegios, donde esos profesores pasan tantísimas horas con los niños”, dice Rubén. “Crecemos con lo que vamos escuchando día a día. Si desde el colegio ya te dicen que los niños juegan al fútbol y las niñas hacen ballet, vamos a seguir de la misma forma. Es muy complicado cambiar esto, tenemos que pensar que estamos en una disciplina que ha cambiado sus normas por completo, que es un movimiento importante”, recalca. “La gimnasia, pese a las licencias, es minoritaria. Y dentro de eso lo chicos aún más. Son lo último de lo último”, recalca Anabel. “Para cambiar esto tiene que cambiar la sociedad, pero si hacemos ruido conseguiremos que dejemos de ver como ‘machorra’ a una chica por jugar al rugby o ‘amariconado’ a un niño porque hace gimnasia”.

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