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El mundo necesita recortar a la mitad el CO2 lanzado a la atmósfera en la próxima década para sortear lo peor de la crisis climática

La concentración de CO2 en la atmósfera ha batido un récord en 2018.

Raúl Rejón

Tras diez años de, casi, oídos sordos, el mundo se enfrenta a un contrarreloj cada vez más exigente. Los países deben recortar a la mitad las emisiones globales de CO la próxima década para cumplir el Acuerdo de París y limitar el calentamiento de la Tierra a 1,5ºC, según el último informe de emisiones de la ONU. Solo eso evitaría los impactos más destructivos de la crisis climática.

La cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) lanzada a la atmósfera ha crecido a un ritmo del 1,5% anual desde 2010 “a pesar de las advertencias”, explican los expertos de la ONU. De hecho, el año pasado alcanzaron un máximo histórico de 55,3 gigatoneladas. 55.000 millones de toneladas. Las economías más desarrolladas, las del G20, suponen tres cuartas partes del problema.

Este análisis del Programa para el Medio Ambiente (Pnuma) lo que hace es medir la brecha entre lo que se está emitiendo en realidad y la cantidad máxima admisible en 2030 para conseguir que la Tierra se caliente por debajo de 1,5ºC o 2ºC –los dos umbrales citados en el Acuerdo de París–. Esa brecha no ha parado de crecer, poniendo la cosa cada vez más cuesta arriba.

La situación es la siguiente: tras el récord de esas 55,3 gigatoneladas, llegar a tiempo en 2030 supone rebajar el volumen de gases de efecto invernadero liberado un 55%. Si la humanidad se conforma con el umbral de los 2ºC, el recorte se queda en el 15%. La diferencia entre un objetivo y el otro fue descrita profusamente por el Panel Internacional de Expertos (IPCC) en octubre de 2018. “Terribles consecuencias”, fue su calificación.

El ritmo de recorte calculado es pues de un 7,6% cada año desde 2020 hasta 2030. “Si se hubiera comenzado a recortar en 2010, habría bastado con un 3,3% anual”, recuerda el análisis.

Sin señales de tocar techo

Lógicamente, una cadencia creciente de emisiones ha provocado que la concentración de CO en la atmósfera haya batido un récord en 2018 al alcanzar un promedio de 407,8 partes por millón (ppm). La anterior plusmarca en épocas industriales fue de 405,5 ppm en 2017. Dos años consecutivos batiendo el techo.

La cantidad de gas invernadero acumulada vaticina una prolongación de su efecto a la hora de calentar la Tierra (origen de la alteración climática). Algunos de estos compuestos afectan durante algunos años. Otros persisten centenares de ellos. 



Según están las cosas, la previsión es que la temperatura global ascienda entre 3,4 y 3,9 ºC “trayendo un amplio espectro de impactos destructivos”, avisa el estudio.  “No hay ninguna señal de que las emisiones vayan a tocar techo en los próximos años. Cada curso que se retrase este techo implica que los recortes deberán ser más profundos y rápidos”, explica el documento.

“Necesitamos ponernos al día por los años en los que hemos estado aplazando las medidas”, subraya la directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen. “Si no, el objetivo del 1,5ºC estará fuera de alcance antes de 2030”, ha añadido.

La cumbre del clima de Madrid que se celebra entre el 2 y el 13 de diciembre inicia los últimos 12 meses antes de que los países del Acuerdo de París revisen sus planes climáticos. Los compromisos que aporta cada uno para conseguir el objetivo global sobre cambio climático.

El informe de 2019 del PNUMA avisa de que esos planes revisados tienen que conseguir cerrar la brecha. Y el camino se presenta arduo, según la revisión de los técnicos: los compromisos de los países que participan en el Acuerdo de París deben ser cinco veces más ambiciosos que lo actuales para ese objetivo ideal de 1,5º máximos.“Requerirá un gran esfuerzo y compromiso de todas las naciones del planeta”, concluye el informe a modo casi de alegato. 

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