Si el Papa hace efectiva su dimisión el 28 de febrero, la Iglesia Católica se enfrentará a un nuevo cónclave en marzo para elegir al nuevo pontífice. Mientras tanto, se dará un período de “sede vacante” en la que los católicos, como sucede cuando un pontífice fallece, no tendrán Papa. La diferencia es que ahora la institución puede ahorrarse el período de luto