¿Y si la historia de la Peste Negra no fuera tan rápida como se creía? Un nuevo estudio revela cómo un cuento árabe distorsionó el relato durante siglos
Un viajero enfermo descendió de su caravana sin advertir que su cuerpo ya llevaba consigo la peste. Esa imagen de tránsito resume el avance del mal que recorrió Europa en el siglo XIV, donde las ciudades se vaciaron y las campanas repicaron sin descanso. La peste se fue extendiendo rápidamente por Europa; la gente iba muriendo en un silencio apenas roto por las plegarias. Cada paso de las caravanas multiplicó la infección y alteró la vida del continente, en una expansión tan veloz que siglos después todavía se buscan las verdaderas rutas del contagio.
Un poema medieval cambió durante siglos la lectura de la epidemia
La historia del embaucador viajero aparece en el centro del debate. El poema de Ibn al-Wardi, compuesto entre 1348 y 1349, describe a la peste como una figura que engaña y destruye a su paso. Durante generaciones se creyó que aquel texto narraba con exactitud el movimiento de la enfermedad desde Asia hasta el Mediterráneo, pero los investigadores actuales sostienen que fue una interpretación equivocada.
La obra se inspiraba en un tipo de relato moral que utilizaba la ironía para advertir sobre los límites humanos frente al infortunio. El personaje del viajero representaba la fragilidad de quienes se movían por las rutas comerciales sin entender el peligro invisible que transportaban.
Las maqāmas, pequeñas narraciones rimadas, se concebían para ser escuchadas de principio a fin en una sesión única. Su estructura ágil y su tono literario las convirtieron en un vehículo de entretenimiento y de enseñanza. Los escritores mamelucos del siglo XIV las empleaban para retratar los comportamientos sociales y los efectos de las grandes calamidades.
Ibn al-Wardi escribió varias sobre la peste, reunidas en la conocida Risāla, que hoy se conserva en la Biblioteca Suleymaniye de Estambul. Aquellos textos ayudaron a los cronistas posteriores a reconstruir una visión del mundo que oscilaba entre la superstición y la observación empírica.
Un nuevo estudio revisa la geografía del contagio medieval
El estudio publicado en el Journal of Arabic and Islamic Studies por los investigadores de la Universidad de Exeter, Muhammed Omar y Nahyan Fancy, plantea que esa lectura literal condujo a errores prolongados en la historiografía. Fancy explicó que “todos los caminos que llevan a la descripción errónea de la propagación de la peste convergen en este texto”. Omar, por su parte, añadió que “la Risāla de Ibn al-Wardi se escribió para mostrar cómo la peste viajó y engañó a la gente. No debe interpretarse literalmente”.
Ambos mantienen que la supuesta transmisión a lo largo de más de 5.000 kilómetros en menos de una década carece de base genética y documental. Su hipótesis ubica el origen más probable en la región del Volga, desde donde distintas cepas pudieron haber alcanzado el mar Negro por vías múltiples, no por un único corredor comercial.
Los especialistas británicos indican que el examen de los manuscritos árabes ofrece una oportunidad para comprender cómo las sociedades de la época afrontaron la catástrofe. Los relatos literarios sobre la peste servían como mecanismo de explicación ante un fenómeno incomprensible. Cada maqāma incorporaba elementos de humor, fatalismo y observación directa, permitiendo a sus oyentes reconocer patrones de conducta.
En ese sentido, la literatura funcionó como una forma de análisis social antes de que existieran las herramientas científicas modernas. El trabajo de Exeter rescata ese valor narrativo y lo convierte en fuente para la historia de la medicina.
La reinterpretación del poema reescribe siglos de historiografía europea
La revisión del texto de Ibn al-Wardi ha generado una consecuencia importante en el estudio de las epidemias medievales. Al reinterpretar la Risāla, los historiadores pueden diferenciar entre lo que pertenece a la tradición literaria y lo que constituye evidencia histórica.
Esa separación permite trazar una cronología más real del contagio y revisar cómo las distintas culturas narraron su experiencia de la muerte y del miedo. Las conclusiones de Omar y Fancy abren así un campo de trabajo en el que la filología y la biología se cruzan para examinar el pasado con rigor documental.
Los investigadores subrayan que toda la teoría sobre el tránsito de la peste por Asia se sustentó en una lectura errónea del poema. Al reconocer su carácter alegórico, el relato deja de ser una prueba sobre la ruta de la bacteria y se convierte en testimonio de la imaginación literaria del siglo XIV. Este cambio de visión modifica la forma en que se entiende la expansión de la enfermedad y revela cómo una obra artística pudo influir en la visión histórica durante más de quinientos años.
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