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Yo, robot ayudante de periodistas

GEN Summit Global Editors Network 2014

Concha Catalán

Barcelona —

Las noticias escritas por robots son una realidad en los medios de comunicación en los Estados Unidos, y no de la manera burda que algunos imaginan. Se trató extensamente en el GEN Summit, cumbre mundial de la red de editores de medios de comunicación, recién celebrada en Barcelona. “Queremos poder anticiparnos a las grandes innovaciones”, dijo Bertrand Pecquerie, Director Ejecutivo del GEN (Global Editors Network).

“Un terremoto de magnitud 3,2 se registró el viernes por la mañana a 11km de San Simeon, según informó el U.S. Geological Survey. El temblor ocurrió a las 5:28 de la mañana a una profundidad de 6km”. Este fue el ejemplo más mencionado: Los Angeles Times publicó la noticia en su página web a las 5:36, tan solo ocho minutos, sí, ocho, después del suceso.

El periodista Ken Schwencke, que la firma, probablemente dormía pero había aplicado un algoritmo a las notificaciones automatizadas de seísmos: si estaban próximos a California y sobre una determinada magnitud, el ordenador generaba un mapa, redactaba una entrada de blog, creaba un titular y lo publicaba automáticamente online. Y así fue.

La tendencia a romper barreras entre periodismo y programación se refleja en los Premios de Periodismo de Datos, otorgados durante el GEN Summit en los tres últimos años, a los que hubo 520 candidatos de todo el mundo.

Uno de los reporteros de la prestigiosa revista Forbes se llama NarrativeScience y escribe sobre finanzas. En realidad, es otro robot. Narrative Science es una start-up y usa Quill, una plataforma de inteligencia aritificial, para generar historias a partir de áridos datos. “La gente no las escribe porque no son lo bastante interesantes”, dijo Larry Birnbaum, de la Northwestern University, uno de sus creadores. Sería demasiado caro. La CIA, a través de In-Q-Tel, es otro de sus clientes, según el Poynter Institute.

Birnbaum mencionó también crónicas de resultados de encuentros deportivos, y 52.000 descripciones de escuelas escritas a la vez por el mismo robot, en colaboración con ProPublica. Cada una de ellas contiene datos y gráficas para facilitar la elección escolar de las familias, en cada estado. Es algo impensable en nuestro país, donde se recopilan datos pero no se hacen públicos.

David Sancha, de Xalok, uno de los pocos ponentes españoles, entabló un entretenido diálogo con Siri, el asistente personal de Apple, sobre qué podía hacer un robot. “Tenemos muchos editores humanos aquí –dijo Siri, mostrando ser una aplicación políticamente correcta - ¿Para qué quieres un robot?”

Pero acabó admitiendo que los robots no solo escriben sino también editan y diseñan noticias, además de vender publicidad. Como ejemplo de edición, Sancha citó la revista #Open001, secuela de The Long Good Read, ambas revistas impresas de The Guardian, cuyas historias seleccionaba un algoritmo entre las más leídas de la página web. Respecto al diseño, mencionó Flipboard.

Los robots pueden también ser útiles para la comprobación de los hechos, el fact-checking, vital para mantener la calidad de la información. Cory Haik, Productora Ejecutiva y Editora de The Washington Post, presentó “un proyecto que me apasiona”, TruthTeller, plataforma integrada en la sección de televisión del diario que transcribe los audios automáticamente , los guarda en una base de datos, e identifica, por comparación, por ejemplo, si un político miente.

La start-up Trooclick va más allá “¿Conocen algún humano –planteó Stanislas Motta, su Director Ejecutivo- que entienda ocho idiomas y pueda leer 10.000 artículos de 3.000 fuentes distintas en tiempo real?” Su objetivo es otorgar un ranking de fiabilidad a cualquier noticia publicada online.

Yseop es otra plataforma de inteligencia artificial que genera texto en varios idiomas, español entre ellos. Ante tanta escritura automática, Tom Kent, responsable del estándar editorial de Associated Press, se mostró preocupado porque no se mencione que los autores de la información son robots, por la imparcialidad de las historias y por la posibilidad de replicar errores. Pero incluso Burt Herman, de la exitosa Storify, admite: “Una buena historia no puede escribirla cualquiera. Se requiere mucho conocimiento”.

Alguien tiene decidir qué hace el robot y darle instrucciones. Si la Ley de Transparencia finalmente nos permite acceder a mayor cantidad de datos sistematizados, el robot ayudante servirá para buscar mejores historias. Aún queda esperanza.

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