Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

La revolución no será desconectada: redes alternativas para momentos cruciales

Bill Murray, un héroe para cada ocasión

Marta Peirano

Hace tres años Tim Berners-Lee, padre oficial de Internet, pidió una Carta Magna para la Red, una “constitución global” que protegiera a los ciudadanos de los intereses de gobiernos represivos y multinacionales poderosas. “Ningún gobierno ni empresa debería poder usar la desconexión de la Red como medida de conseguir sus propósitos”. Esa solución política y diplomática no ha llegado.

Más bien al contrario: la desconexión de la Red y el bloqueo de información “prohibida” se ha convertido en una solución popular para acabar con determinados movimientos políticos. Hasta ahora parecía reservada a regímenes autoritarios como Rusia o China; o países de democracia relativa, como Turquía y Tailandia. Ahora el círculo se amplía. “Europa se enorgullece de mantener los derechos humanos en mayor medida que esos países -comenta Jeremy Malcolm, analista de políticas globales de la Electronic Frontier Foundation- lo que hace que la acción del gobierno español haya sido tan sorprendente”. 

A falta de soluciones políticas, existen soluciones técnicas para mantener las comunicaciones durante bloqueo total o selectivo de administraciones, operadoras y empresas de servicios. Un escenario probable si se dan algunos de los supuestos que maneja el gobierno español. 

Todas las arquitecturas son políticas

Físicamente, Internet es una gran red de ordenadores conectados a través de una serie de infraestructuras que incluye satélites, fibra óptica, grandes cables submarinos y antenas. Por otra parte, la arquitectura de una red está definida por los protocolos que dirigen el tráfico de la información y determinan cómo se propaga.

Hay diferentes arquitecturas, y todas las son políticas. Las arquitecturas diseñadas por un régimen totalitario tienden a la centralización, como un Moscú en el que todas las carreteras llevan al Kremlin o la Europa en la que todos los caminos llevaban a Roma. Otras orientadas al comercio son abiertas y promiscuas, como Amsterdam. Paul Baran, otro padre de Internet, fue el primero en describir las cualidades de una red descentralizada. Era 1964 y trabajaba para la RAND Corporation en una red capaz de sobrevivir a un ataque nuclear. Sus diagramas siguen siendo una herramienta fundamental para entender cómo funciona la red y qué estrategias fuera del alcance de gobiernos, empresas y fuera de Internet. El principio general es la descentralización: que la red sea un enjambre y no una hidra con un millón de cabezas pero un solo cuello que se pueda cortar. 

Fibra Oscura: los túneles secretos de la información

La mayor parte de las infraestructuras físicas de Internet tienen dueño: son parte de un entramado comercial donde las operadoras dominantes suelen ser antiguas empresas públicas que se privatizaron con el boom. Las grandes empresas de servicios como Google y Facebook son las únicas capaces de competir a su nivel, tirando cables submarinos intercontinentales y llevando cobertura por satélite a países en desarrollo. Estas son estructuras centralizadas y controladas. Pero hay otras infraestructuras ahí fuera, tanto comerciales como ciudadanas. Por ejemplo, la fibra oscura y Guifi.net.

Cuando se hicieron las grandes instalaciones de fibra óptica, la mayor parte de las empresas pusieron mucha más de la necesaria, porque era más barato que volver a abrir el suelo. Como consecuencia, las ciudades están sentadas sobre cientos de miles de kilómetros de fibra óptica oscura (Dark Fiber), que no forma parte de “La Red”. Parte de esa fibra es utilizada por bancos, centrales y algunas instituciones para asegurar transacciones críticas, como las galerías de emergencia que hay debajo los túneles. El resto son autopistas mercenarias; están al servicio de quien las pague, que pasa a tener sus propias autopistas de información, con la infraestructura original pero con los protocolos que le resulten convenientes. Una opción reservada a las grandes instituciones, quizá, pero interesante como posibilidad. 

Redes libres y cooperativas: guifi.net

Hay redes comerciales y redes ciudadanas. De las segundas, la más grande del mundo es guifi.net, y existe principalmente en Catalunya. Es una red de telecomunicaciones libre, abierta y neutral y es parte de The Free Network Foundation. Está basada en un modelo de cooperativas vecinales y sus normas son casi el reverso de las de un contrato de operadora comercial: cada nodo de la red puede de utilizar la red para cualquier propósito en tanto que no perjudique el funcionamiento de la propia red o la libertad de otros usuarios; puede (y debe) saber cómo es la red, sus componentes y cómo funciona y puede usar la red para cualquier tipo de comunicación y difundir su funcionamiento.

Esto significa que cualquiera puede donar su ancho de banda a alguien que lo necesite, si así lo decide. Algunos hicieron uso de ese derecho asistiendo a los colegios el pasado 1-O.

No fueron los únicos en ceder su ancho de banda, y no fueron todos (en guifinet cada usuario es dueño de su ancho de banda, pero no de toda la Red). Pero demostraron generosidad de espíritu, porque la Generalitat ha sido uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de la red libre comunitaria en Barcelona. Está por ver si lo seguirá siendo, ahora que la dependencia de las redes comerciales se ha convertido en una vulnerabilidad. 

En el móvil: Zello, Firechat y The serval Mesh 

El smartphone es mucho más que un dispositivo que se conecta a Internet; también tiene la habilidad de conectarse directamente a otros teléfonos usando radiofrecuencias, sin intermediarios ni protocolos. En estos días de huracanes y disidencia hay dos aplicaciones que han popularizado los medios: Zello y FireChat. Lamentablemente, no son las mejores opciones.

La página de Zello dice que “convierte el móvil en un Walkie-Talkie”. Aparentemente fue la aplicación más descargada durante el paso del Huracán Harvey, en teoría porque ayudaba a formar rápidamente grupos de rescate entre los vecinos. Lo cierto es que no sería útil en un apagón de total comunicaciones porque, a diferencia de los Walkie-Talkies, depende totalmente de Internet. Lo mismo pasa con Voxer y VoicePing. 

FireChat no requiere Internet ni cobertura telefónica pero funciona a través de bluetooth, un estándar de radiofrecuencia en la banda ISM de los 2.4 GHz. Funciona como un sistema de mensajería offline: permite enviar voz y datos entre personas cercanas. Era conocida entre los festivaleros, porque permite contactar con la pandilla desperdigada sin tirar de roaming, pero su uso político se disparó durante la Revolución de los Paraguas en Hong Kong (2014), permitiendo a los manifestanres reorganizarse cuando las redes celulares estaban congestionadas o habían sido bloqueadas por la policía como medida de dispersión.

Aunque tiene poco alcance -entre 10 y 30 metros-, cada persona que la usa se convierte en un repetidor de la señal, formando una red de pares. El problema es que no es privada: ni las conversaciones están cifradas ni los usuarios son anónimos. Y es abierta: cualquiera que esté en las inmediaciones puede conectarse y leer los chats sin ser visto. El mismo jefe de marketing de la empresa que lo comercializa, Christophe Daligault, ha advertido que la herramienta está diseñada para conectar gente de manera rápida y sencilla, pero no necesariamente segura. Aconsejan usar siempre un pseudónimo y no decir nada que comprometa la seguridad de los usuarios o sus interlocutores.

El principio, es mejor elegir una aplicación vigilando tres aspectos: su cobertura, su privacidad y su origen. Por ejemplo, la aplicación Signal Offline Messenger no tiene nada que ver con Signal, el famoso sistema de mensajería preferido de Edward Snowden y Bruce Schneier

Un buen ejemplo es The Serval Mesh, un proyecto original de la Universidad de Flinders en Adelaide, Australia, que usa Wifi en lugar de bluetooth (con un rango de 100 metros en lugar de 10) y tanto las conversaciones como los chats están cifradas de lado a lado. De momento, su único defecto es que sólo funciona en Android. 

Otra opción excelente y relativamente barata: walkie talkies. No permiten enviar texto o imágenes pero son difíciles de controlar y están salvando vidas en lugares arrasados por los huracanes

goTenna: tecnología militar para guerrillas urbanas

Para la guerrilla organizada (o la expedición a lugares remotos) hay una opción más compleja pero económicamente sensata. goTenna utiliza tecnología de radio para crear una red local instantánea de largo alcance, gracias a un dispositivo/antena con un rango de 15km. La cobertura se multiplica con cada persona que se une, independiente de si está en el grupo o no. Cada persona es una estación, que forma red de manera instantánea con las estaciones más cercanas. El tamaño de la red es exponencial: cada usuario suma todos los que tiene alrededor.

Su CEO Daniela Perdomo asegura que la tecnología está siendo utilizada por Naciones Unidas y varias instituciones internacionales en misiones de rescate por su fiabilidad y largo alcance, y por el ejercito norteamericano (que por cierto tiene un 15% de descuento en la página oficial) en lugares como Iraq, porque es un sistema de comunicación controlado, silencioso y seguro. No solo las comunicaciones están cifradas de extremo a extremo sino que, al no haber satélites, torres de control o servidores involucrados, no hay puerta de atrás. No deja rastro. 

Etiquetas
stats