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Las versiones de pago de Instagram y Facebook extraen datos personales igual que las tradicionales

Las versiones de pago de Instagram y Facebook extraen datos personales igual que las tradicionales

Carlos del Castillo

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Instagram y Facebook han incorporado una versión de pago como método para esquivar las constantes sanciones de los reguladores de privacidad de la UE. Esto permite a Meta, propietaria de ambas redes, argumentar que los usuarios que escogen seguir usando sus servicios sin pagar “consienten” que su información se use para mostrarles publicidad personalizada. Sin embargo, según ha confirmado elDiario.es de fuentes de Meta, el pago de la suscripción mensual no evita en ningún caso el rastreo de datos personales que caracteriza a estas plataformas.

Ni el Instagram ni el Facebook de pago son servicios más privados que sus versiones sin coste económico. Según explica la empresa, Meta seguirá extrayendo, almacenando y usando la información sobre los gustos e intereses de los usuarios que paguen, así como la que pueda inferir sobre sus creencias religiosas, ideas políticas, orientación sexual, poder adquisitivo o enfermedades. La única diferencia con las versiones tradicionales es que se compromete a no usar esa información para mostrarles anuncios dentro de Instagram o Facebook.

La corporación de redes sociales ha fijado el precio de la suscripción en 12,99 euros al mes por usar una cuenta de Instagram o Facebook desde la app móvil. Desde el 1 de marzo de 2024 cobrará 8 euros más por cada cuenta adicional. Si solo se desea usarlas desde la web, el precio es de 9,99 euros la primera cuenta y 6 euros para las adicionales.

Desde Meta exponen que la información de los usuarios de pago se seguirá usando para todo el resto de mecanismos personalizados de estas redes sociales, como la recomendación de contenidos individualizados. Esta es la vía que utilizan la mayoría de las campañas de manipulación de la opinión pública para impactar en usuarios de Instagram o Facebook.

Este tipo de estrategias tóxicas están más basadas en la creación de perfiles o páginas de seguidores falsas con una viralidad impulsada por redes de bots que en los propios anuncios. Especialmente desde que Meta abrió su biblioteca de anuncios, que revela quién ha pagado por aumentar la visibilidad de cada tipo de contenido.

La recogida de datos y ultrapersonalización de los contenidos está en la base de otro de los aspectos más criticados de estas redes, su diseño adictivo para niños y adolescentes, que acaba de motivar una demanda colectiva por parte de 41 de los 50 estados de EEUU contra Meta.

La vía “más invasiva”

La redacción que Meta ha utilizado para pedir a los usuarios que escojan entre las versiones con anuncios o el Instagram y el Facebook de pago ya había hecho sospechar a los juristas especializados en privacidad que la maniobra podía tener gato encerrado. “Como consecuencia de los cambios en las leyes de tu región, ahora puedes elegir si quieres seguir usando los productos de Meta de forma gratuita al permitirnos usar tu información para los anuncios, o bien, suscribirte para usarlos sin anuncios”, explica en el mensaje.

Meta asegura que el cambio es debido a una modificación legal, pero las reglas de la UE que se aplican a este caso no se han modificado desde 2018, cuando entró en vigor el Reglamento Europeo de Protección de Datos. Las novedades han sido las sucesivas multas y la prohibición definitiva de los reguladores europeos para que Meta siga mostrando publicidad personalizada a sus usuarios con el argumento legal de que estos aceptan el rastreo al usar sus servicios.

La duda era si la versión de pago implicaba que Instagram y Facebook pasaban a ser redes con una mayor privacidad gracias a la suscripción o si los cambios se reducían a ver o no ver anuncios. La confirmación de Meta a elDiario.es corrobora que se trata de la segunda opción. “La más invasiva”, lamenta Elena Gil, abogada especialista en protección de datos y divulgadora en el canal de Instagram Tech and Law.

“Es posible que tus datos sigan utilizándose para cosas como deducir tu orientación sexual, tus ideas políticas, tus enfermedades, etc. y para vendérselos a empresas interesadas o data brokers, que son organizaciones especializadas en cruzar datos y unirlos junto a los de otros millones de personas, por ejemplo para elaborar algoritmos o para crear paquetes gigantes de datos que luego se puedan volver a vender a industrias de todo tipo”, resume la experta.

Una solución que podría no ser tal

El hecho de que Meta vaya a seguir recopilando datos y perfilando a sus usuarios paguen o no hace dudar a los especialistas sobre el encaje legal de la nueva fórmula. Avisan que el invento de la corporación puede terminar en el mismo punto: multa y prohibición.

El abogado Jorge García Herrero da varias razones para ello. “La opción a ”consentir libremente“ es pagar por exactamente el mismo servicio que venías recibiendo. Pero justo después de que a Meta le hayan sancionado porque la parte lucrativa de sus tratamientos de datos infringe (sigue infringiendo a día de hoy) nuestros derechos fundamentales”, recuerda.

“Es como si, tras conocerse la sanción a un colegio concertado por casos de abusos del profesorado sobre los alumnos, al día siguiente de la sanción, el mismo colegio pide una nueva 'tasa'. Pide dinero adicional garantizando que, 'desde que pagues', no se producirán nuevos abusos”, continúa García Herrero.

El jurista recuerda que la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que Meta usa para amparar su apuesta por las versiones de pago “dice que se puede pedir una 'remuneración adecuada', pero también dice que 'la alternativa equivalente no estará acompañada de tales operaciones de tratamiento de datos'”.

Publicidad con límites

“La solución no es tanto prohibir una industria entera sino, en mi opinión, la proporcionalidad”, afirma Elena Gil. “Una industria como la publicidad online tiene mucho margen de beneficio y puede seguir siendo rentable incluso aunque rebaje algunas prácticas. Por ejemplo, recabando menos datos podría seguir generando publicidad basada en tu comportamiento, la llamada publicidad comportamental, pero no publicidad basada en lo que adivinan sobre ti, que es la llamada publicidad personalizada”.

La jurista pone como ejemplo la búsqueda de unas gafas de sol en Internet. “Tiene sentido que se vendan espacios publicitarios que me muestren gafas de sol o productos relacionados, como bañadores, crema de sol, etc. porque está relacionado con el comportamiento que yo he mostrado online. Sin embargo, no tiene tanto sentido que las empresas puedan acceder a cuál es mi localización, deduzcan mi poder adquisitivo, mi edad, los problemas sociales que más me preocupan y que toda esa información la puedan vender justo antes de una campaña electoral”.

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