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El sexo activa los mecanismos de la felicidad en el cerebro, pero solo si hay intimidad

Sexo e intimidad

Darío Pescador

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Si miramos a las plantas, los peces, los insectos o incluso la mayoría de los mamíferos, llegaremos a una conclusión definitiva: el sexo entre machos y hembras de una especie está destinado a la reproducción. Pero esa regla hace tiempo que no se aplica a los seres humanos.

Para nuestra especie, y para otros animales, como los delfines o los bonobos, la sexualidad es mucho más que reproducción. La mayoría de las relaciones sexuales entre humanos se producen en contextos en los que la fecundación es imposible, simplemente porque la hembra de la especie no es fértil en ese momento y, a diferencia de otros animales, no hay celo ni signos visibles de ovulación. 

Entonces, ¿para qué nos sirve el sexo? La supervivencia de la especie humana depende de la colaboración, y no es de extrañar que en nuestro cerebro haya circuitos dedicados a establecer vínculos con otras personas. Pero puede que no siempre seamos conscientes de esta necesidad.

En un estudio se preguntó a los participantes por los motivos para tener sexo, y las respuestas fueron de lo más variopinto. Desde las más mundanas, como por ejemplo “Quería experimentar placer físico”, hasta las espirituales, como “Quería acercarme a Dios”. También están los motivos altruistas, la venganza y la reducción del estrés. Ninguna de estas motivaciones nos indica si el sexo nos hace ser felices, pero otros datos indican que así es.

El sexo y la felicidad

Las investigaciones en general sugieren que el sexo puede ser muy beneficioso para la salud física. Por ejemplo, algunos estudios han descubierto que, entre los hombres, los orgasmos frecuentes están relacionados con un mejor funcionamiento del sistema inmunitario. La eyaculación frecuente (solos o en compañía) está relacionada con un menor riesgo de cáncer de próstata. Otro estudio comprobó que los hombres mayores que eyaculaban al menos 100 veces al año tenían aproximadamente la mitad de riesgo de padecer muerte prematura. Además, las investigaciones han descubierto que la actividad sexual frecuente se asocia a una mejora de la memoria entre los adultos mayores, tanto hombres como mujeres. Es posible que estos efectos positivos sobre la salud influyan en la felicidad de las personas, pero hay estudios específicos que se han enfocado en dirimir si el sexo nos hace felices.

Un estudio de la Universidad de Indiana, en EEUU, siguió a 152 adultos durante 21 días, registrando sus actividades y su bienestar percibido. Cuando los participantes practicaban sexo, al día siguiente manifestaban un mayor bienestar mental. En concreto, sentían que la vida tenía más sentido y experimentaban más estados de ánimo positivos y menos negativos.

Sin embargo, este estudio revela otro factor importante: no se trata de tener un determinado número de encuentros sexuales, sino que la calidad influye. Cuando los participantes decían haber tenido sexo muy placentero, al día siguiente estaban incluso de mejor humor. 

Otros estudios han establecido una relación entre la frecuencia de las relaciones sexuales y la felicidad, constatando que, en general, las personas con mayores niveles de satisfacción en su vida practicaban sexo con más frecuencia, pero esto podría ser una consecuencia, no la causa. En general, los efectos de la frecuencia sobre la felicidad no son lineales y a partir de un encuentro sexual por semana no hay diferencias significativas. También hay diferencias de género. En un estudio, el 20% de los hombres asoció la palabra “sexo” con “felicidad”, frente a solo un 8% de las mujeres.

Otro estudio encontró que al ordenar a las parejas que tuvieran el doble de encuentros sexuales, su satisfacción no aumentó. Sin embargo, es posible que aquí el sentido de obligación fuera la causa de la divergencia en los resultados. De nuevo, la calidad es más importante que la cantidad, aunque lo que hace que el sexo sea mejor no es lo que la gente suele pensar.

Buen sexo: intimidad y conexión

La clave de la capacidad del sexo para aumentar el bienestar no se encuentra en el número de orgasmos, la duración, ni las acrobacias realizadas, sino que parece estar en algo que no tiene que ver con la genitalidad. Una serie de cuatro estudios recientes indica que la experiencia afectiva con la pareja sexual es la que determina la satisfacción, es decir, los mimos, besos, caricias, abrazos y la conversación íntima que se comparten en el encuentro, especialmente a continuación del acto sexual. 

La relación inversa también se produce. El sexo forzado en las relaciones íntimas, o las prácticas sexuales no consensuadas, deprime a las personas, las vuelve paranoicas y celosas y arruina las relaciones. Además, la violencia sexual en las parejas suele estar relacionada con otros tipos de abusos no sexuales, como la violencia física o el maltrato psicológico. 

Todos estos hallazgos sugieren que tener una actividad sexual satisfactoria es crucial para el bienestar general y la felicidad, y que además puede mejorar la salud física. La clave está en la palabra satisfactoria.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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